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viernes, 26 abril, 2024
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Un rockcito para todos los roles / De septiembre de 1971, el suceso

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

Apenas comenzaron las clases en la gloriosa escuela Normal, cuando Lorenzo aparece en escena tarareando los riffs de la rola que ponía a consideración el movimiento sicodélico en el mundo. Era el año de mil novecientos setenta y tres, apenas dos del gran suceso en México y Zacatecas; apenas difundía In a gada da vida de la banda norteamericana Iron Butterfly… Vámonos Guajira, vamos a bailar, vámonos guajira tarará… el guitarrista mexicano Carlos Santana, originario de Autlán, Jalisco, había trascendido las fronteras que ahora Donald Trump intenta bardear para que los connacionales no crucen hacia el sueño americano, al territorio que hace años perteneciera a nuestro país. Con las reformas estructurales del inútil presidente Peña Nieto, ni duda cabe que hasta los propios mexicanos construyan ese muro que bloquee todas las posibilidades de convivencia, aunque parece imposible que ésta sea una medida eficaz para detener a los latinos, pues, como los causes de los ríos, mientras no llueva no implica mayor problema, pero, una vez que llega el agua a cántaros, busca su origen y se lleva todo a su paso. Ya veremos si esto acontece a pesar de la cordialidad y complicidad con que nuestros gobernantes están actuando; mientras tanto, la música de rock continúa avante y los acordes de las piezas que sonaban a inicios de la etapa setentera siguen escuchándose por doquier, para, poco a poco, integrar un movimiento cultural que va convirtiendo al rock en algo clásico.

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Pocos estudiantes normalistas seguían las tendencias por un rock nacionalista y casi nadie escuchaba a las bandas de metales que comenzaron a proliferar por todos los rincones del territorio; en el caso mencionado, sólo el compadre de Lorenzo era seguidor del rock nacional y tenía en su haber algunos discos sencillos de lo más granado del rock de aquí: No te rajes, Si la vida fuera mía, de la banda regiomontana Macho, ya buscaba y pedía en la XELK, las rolas del 39.4, Fe, Ciudadano exprés, el tema de Bandido, Freedom y Winter lady, que sonaban a nivel underground, o las conocidas Give me information y Give me another chance, de la banda Tequila, con Maricela Durazo en las vocales.

El Meño Oliva, con la corneta que pertenecía a la banda de guerra de la institución, insistía en tocar las notas de Vehiculo de los Idus de Marzo y For losing you de la también regiomontana La Tribu con Polo Labastida. Cerca de su casa vivía un personaje de apellido Araiza, quien escuchaba esa música día y noche y poseía una gran cantidad de discos de los llamados sencillos, de 45 rpm, uno de los cuales, en especial, pasó a formar parte de la colección de Lorenzo; es un disco EP de la banda de Reynosa, Tamaulipas, La División del Norte, donde militaba el zacatecano Pepe Ramos, un excelente trompetista que tiene el privilegio de haber tocado en el Festival de Rock y Ruedas.

De los sobrevivientes de Avándaro, Ricardo Ochoa, guitarrista y vocal; Ramón Ochoa, batería, y Ramón Torres, bajo, de la legendaria banda Peace and Love, posteriormente convertidos en Náhuatl
De los sobrevivientes de Avándaro, Ricardo Ochoa, guitarrista y vocal; Ramón Ochoa, batería, y Ramón Torres, bajo, de la legendaria banda Peace and Love, posteriormente convertidos en Náhuatl

El 11 de septiembre de 1971 se llevó a cabo el festival más controvertido en la historia del rock de aquí, la musicalidad de las bandas participantes estaba en todo su esplendor a pesar de que la mayoría de las piezas eran cantadas en inglés, infinidad de jóvenes se identificaba con su propuesta y ya sonaban en la radio algunas piezas memorables que intentaban dar un carácter nacionalista a la música creada por los músicos mexicanos. Agrupaciones como Enigma, Love Army, Three Souls In My Mind, Dug Dugs o El Amor ya tenían en su repertorio, algunas composiciones en español, y para un chavo de trece años, era demasiado motivante escuchar con atención… “Cuando yo nací, acuario mi signo tocó, los astros en mí pusieron sus leyes no yo. Rebelde nací, te guste o no, así fue, el sol puso en mí, poderes que nunca soñé, la luna dictó la fuerza que mueve mi ser, amores me dio y amores por siempre tendré y sabes muy bien, que no pienso nunca cambiar” (Bajo el signo de acuario, Enigma).

A cuarenta y cinco años del festival más representativo de Latinoamérica, se cuestiona si el rock de aquí ha evolucionado, y por razones obvias, la respuesta es afirmativa. La musicalidad de las bandas que participaron en el festival estaba en un nivel envidiable, basta con saber que estuvieron Dug Dugs, Three Souls In My Mind, Epílogo, El Amor, El Ritual, Los Yaki con Mayita Campos, Bandido, Peace and Love, Tequila, Tinta Blanca, La División del Norte, para darnos cuenta de la calidad de los participantes, no así de la logística, luces y sonido de poco voltaje y un escenario de tercer mundo; sin embargo, no se podía exigir más, era lo que había y de milagro se celebraba el tan ansiado festival de rock. De plano, como comentó uno de los presentadores, “El que no estuvo en Avándaro, nomás no estuvo en Avándaro”.

Después de tanto mito, descalificación de las autoridades, suspensión de la transmisión por radio, satanización de la prensa y el punto de vista de los conservadores, Avándaro fue un escaparate para que la juventud mostrara que la libertad no era una utopía, que México podía acceder a otros escaños en cuestión de la cultura musical que estaba desarrollándose en todo el mundo.

Ricardo Ochoa, en 2007 en el Chopo, para el Colectivo Zacatecano de Rock declara que cuando cantaban ‘We got the power’, le nació gritar "que chingue su madre el que no cante", en un grito puro y limpio que la banda aceptó y todos coreaban en español, "tenemos el poder". Para quien dice que allí murió el rock mexicano, él expresa que en ese momento nació el verdadero rock mexicano
Ricardo Ochoa, en 2007 en el Chopo, para el Colectivo Zacatecano de Rock declara que cuando cantaban ‘We got the power’, le nació gritar «que chingue su madre el que no cante», en un grito puro y limpio que la banda aceptó y todos coreaban en español, «tenemos el poder». Para quien dice que allí murió el rock mexicano, él expresa que en ese momento nació el verdadero rock mexicano

Quienes cuestionaron duramente lo acontecido en el escenario con la participación de Peace and Love pueden estar tranquilos porque el protagonista aclara lo que realmente sucedió.

“De lleno a We got the power y el hecho de haber gritado chingue su madre el que no cante, fue para mí lo más significativo, es que el estar cantando en inglés y tratar de hacerlo en español, no sabes en realidad si al cantar en español, la banda entendió el mensaje y lo único que teníamos en español era la frasesita de tenemos el poder y es cuando se me ocurre gritar ¡que chingue su madre el que no cante! Cuando coreábamos tenemos el poder, que todo mundo está cantando y eso fue interesantísimo porque la verdad, ahora que veo a los chavos aventarse y que vuelan, me daban ganas de volar, pero, eran seis metros de altura y estaba cabrón. Por eso, ahora que me veo en las imágenes, no estaba yo ido totalmente y el grito fue puro y limpio y yo voy en contra de los que creen que esto fue lo que aniquiló al rock nacional, yo creo que es cuando verdaderamente nació el rock mexicano porque independientemente de lo que yo estaba sintiendo, de la emoción tan fuerte que tenía, es algo que nunca se comentó, nunca, nadie habló de la música, de los sentimientos del músico”. Ricardo Ochoa, en entrevista para Colectivo Zacatecano de Rock, en Radio Chopo 2007, con motivo de la tercera Muestra de Rock Zacatecano en el Chopo.

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