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jueves, 25 abril, 2024
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Un rockcito para todos los roles / El rocanrol como raíz de los subgéneros

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

Por supuesto que cuando nació el rocanrol no lo hizo así como que ahí está, como espontáneo, como que prefabricado, no, fue surgiendo poco a poco y ha tenido varios sobrenombres, pudiéramos decir, como el twist, el jerk, la yenka, mash potato, crema batida y una serie de ritmos que se circunscriben a la moda y, claro, provenientes del blues y el ritmo que pusieran en boga múltiples artistas, pero que finalmente todo mundo reconoce a uno solo como el papá del rocanrol, al Sr. Chuck Berry.

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En verdad que la visita del “Brujo” Javier Bátiz a tierras de los zacatecas causó un tremendo revuelo, dejó en el ambiente una extraña sensación de confort, por aquello de que el rocanrol de México arropa a Bátiz como el Rey, amén de que hayan existido excelentes guitarristas, cantantes o pianistas, algunos ya fallecidos.

Bátiz ha tenido varias etapas de desarrollo desde aquel 1957, cuando debutó en la escuela a la que asistía, cuando le daba al rhythm and blues, al soul, a la música del alma, a la música de los orígenes, aquella que no es característica sólo de los oprimidos, si no un sentimiento que nace de las entrañas mismas, del corazón de los entes que transmiten su sensibilidad, y si posees las llaves de los senderos profundos aunados a la incorporación de instintos adversos a lo que dictan los cánones, podrás penetrar al mundo de los militantes de la música de ensueño. No importa que los poseedores de las verdades absolutas respecto a la cultura del rock hayan coartado esa presentación que Lorenzo iba a hacer cuando “El Brujo” subiera al escenario; de todas formas, “El Loro” guarda en su morral infinitos detalles del músico, del ser humano, del rey del rock de aquí, sobre todo su trato amable, su forma de apropiarse de esa alegre actitud ante la vida, sin tapujos, sin restricciones, sin engaños.

Desde el instante en que arribó a la plaza Miguel Auza se notaba esa intención por darse completo al público zacatecano; sólo que extrañamos la otra música del Bátiz, sí, aquella que abordara con Los TJ’s, mash potatoes o el twist despacio o los tremendos rocanroles, blueses y soules de Javier Bátiz y su onda, o la gruexés de su disco epónimo Coming home, con su introducción al Soul Force de Guillermo Briseño, “El Cartucho” Miranda, Esteban García, Juan Santos, Ricardo Delgado, Ramón Rodríguez. Ni Cristine ni Down broken hearted aparecieron, tampoco su caballito de batalla Charlena o Woke up this morning, My Happiness, Hard life o Lone lonely nights del primer disco.

Claro que interpretó dostrés rolas de esas rasposas de Ray Charles y BB King, del corte del mejor blues del orbe; el sentimiento que imprimió a sus composiciones es único, innato y, lo mejor, lo transmitió hasta los huesos. Sin discusión, “El Brujo” es un músico que se cuece aparte, aunque el set que montó para esta ocasión estaba compuesto por piezas que dejaron que su esposa, Claudia Madrid, y el póster de niña-mujer, Paola Lozano, lucieran en sus vocalizaciones para dar un panorama de esa gama de colores que posee en su musicalidad. Algo que causó un tremendo golpe emocional se presentó al final; cuando ya estaban en la etapa de fotos, autógrafos, abrazos y besos, de repente Lorenzo escuchó su nombre e, instintivamente, volteó hacia donde estaba una ex compañera de trabajo, quien, orgullosa, le dijo: “Mire, maestro, le presento a un excelente guitarrista, es mi sobrino”. Ah caray, era el chaval aquel que acompañó al “Brujo” en el escenario, en vivo y a todo color, con una sonrisa franca presumiendo a sus parientes zacatecanos, pues aunque  haya nacido en Tijuana, no niega sus raíces. Enorme alegría causó a Lorenzo ese hecho; lo felicitó y se despidió de él para retirarse de manera paulatina, tratando de asimilar los acontecimientos, porque, revisando un álbum de dos discos compactos que llevaba en el morral, se percató de otro hecho insólito, en el disco uno aparece la agrupación pionera del rocanrol zacatecano Los Zoser’s, con tres piezas de su segundo larga duración para Son – Art, Y la amo, Crema batida y Bule bule, bajo el nombre de Los Yenka, como se llamó el acetato.

Pioneros del rocanrol zacatecano; por supuesto, "El Chicles", baterista de los Zoser’s, a la derechaOtros músicos sesenteros en la escena zacatecana, La Asociación de Hierro

De inmediato, al investigar con Leonardo M. Mendoza, el de los famosos originales de Peerles, quien efectivamente posee el acetato por triplicado, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaban haciendo trato para la adquisición de esa joya, y en cuanto llegue el correo, mostrarlo a los asiduos rocanroleros en alguna de las exposiciones de portadas de rock nacional o algún evento donde figuren los auténticos pioneros. Que injusticia para los que no teníamos dinero en esa época de finales de los sesenta, cuando fueron grabados los únicos dos acetatos de larga duración por un conjunto zacatecano, que interpretaba ya algunas piezas originales de rocanrol; y así, cavilando, recordando, disfrutando, Lorenzo asentía con la cabeza. “El Brujo” había reunido a gente común, empresarios, universitarios, intelectuales, candidatos a algún puesto de elección popular, bebedores, fumadores, viciosos y, sobre todo, banda, mucha banda que gusta del punk, heavy, black, death metal y, en especial, blues y sicodelia; juntos, todos al unísono de la música de los 12 compases, sin privilegios, sin complejos, sin presiones ni satanización por estar allí. Javier Bátiz fue capaz de aglutinar a gente que gusta de la música  en sentido amplio; es un artista que evita hablar de política y sus adláteres, de desaparecidos y consecuencias, de filósofos y economistas; él habla a través de su guitarra, su voz y su sentimiento.

Ya quisieran los aprendices de gobernantes reunir a gente de todos los estratos sociales, reunir a todo un conglomerado a la voz del rocanrol. Qué bien que la gente ya está dando muestras de empezar a aplicárselas a quienes quieren gobernar, sean de izquierda, derecha o reversa; al pueblo no se le puede engañar tan fácilmente, aunque ya veremos.

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