La década de los setenta fue determinante para que el rock sentara las bases del heavy metal, el llamado rock pesado que, a manos de Led Zeppelin, Deep Purple o Black Sabbath, originara las tendencias de nuevas líneas que provocaron la diversidad; en USA, Blue Cheer incrementó la pesadez en sus composiciones, abriendo un panorama que infinidad de bandas tomaron para establecer sus estilos.
Pocas radiodifusoras tocaban ese tipo de música; sólo las especializadas dedicaban programas específicos como el llamado Vibraciones, de Radio Capital, donde conocimos a las grandes bandas que venían de la sicodelia, Cream, Iron Butterfly, Zeppelin, Pink Floyd, posteriormente Dire Straits, Boston, Rainbow, Kansas, ELO, que daban continuidad a la senda que los antecesores habían diseñado.
Pocos programas de rock se aventuraban a difundir el llamado rock underground, sin embargo, existió una banda que marcó la transición entre el rock, el punk y el metal, Motorhead, amén de mencionar a otras no menos importantes como Iron Maiden, Judas Priest, Slayer o Megadeath, que no eran escuchadas en la radio comercial.
Aquí, en Zacatecas, seguían con la nostalgia. La LK, con su programa Cinco a la una, transmitía cinco rolas de Los Beatles, a veces Creedence o Stones; Fresnillo iba a la vanguardia, y en la XEMA ya abordaban las temáticas de las rolas de Queen, Pink Floyd, Kansas, Boston, y hasta el grupo tapatío Toncho Pilatos sonaba constantemente, pero ninguna difundía las nuevas tendencias, aquéllas que en sus líneas de composición hablaran de los asuntos relacionados con la muerte, con sus conectores y sus recovecos, con la seguridad y atingencia de que el ser humano atisbaba por los intrincados caminos hacia lo desconocido, hacia los cavernosos parajes de la conciencia y el seguro letargo que provocan los estertores, hacia el final de los entes que sólo creen que la materia es lo único existente aunque en los momentos de trámite desearan haber conocido algo más cercano al Xibalba.
Tras innumerables intentos por deambular por esos lúgubres caminos al más allá, los músicos de rock aumentaban la velocidad a sus riffs, a baterías, las líricas se enrolaban en los terrenos del horror, el anticristianismo, el satanismo y, desde el ochenta y cuatro, adoptaron esa corriente que iniciara Vernom, Morbid Angel, Therion, Hipocrisy por citar a algunos. Esto dio como resultado un subgénero que se identifica con los sonidos guturales, ásperos y demasiado energéticos en los momentos de interpretación de sus piezas, mismas que se caracterizan por los poderosos riffs y textos encaminados a tratar la problemática mental, física, síquica, asesinatos, rituales y sacrificios humanos en la época precolombina; esta vertiente se denominó death metal.
Pacal, la banda de Zaca por antonomasia y que aborda estos temas, ha logrado sobrevivir en la escena nacional por dieciocho años a pesar de todos los imponderables y la falta de difusión de sus propuestas. Pacal es la banda más antigua de death metal en Zacatecas, la cual iniciara como Displacer Beast en 1998 para adoptar poco tiempo después el nombre de la legendaria deidad maya. Los iniciadores del proyecto fueron quedando en el camino de la consolidación. La negligencia, los asuntos personales y laborales, los egos inflados, los malentendidos y la mala leche de algunos detractores no han sido suficientes argumentos para dar por concluida una propuesta que el inquebrantable guerrero del metal, Rubén O. Méndez, se ha echado a cuestas como promotor, gestor, representante y líder de una agrupación con sonido propio, que siempre ha permanecido en los primeros planos. Ya fuera con “El Vaca”, “El Pezca”, Jassiel, Erick, Rafael, Héctor, Lalo, Pepe o Iñaky, y todos los que han desfilado por los rincones de la Metal House, ha definido un estilo que ahora, con la base principal, Rubén, “Fity” y El Betillo, ha retomado el camino de las grandes ligas, con el apoyo de Pablo, en el bajo, y Ele, en la otra lira, asegurando su permanencia en escena no sólo en estos desolados terrenos de los sucesores de Tenamaxtle y Tezozómoc, sino que cada vez más son invitados a tocar a los estados circunvecinos como Jalisco, Michoacán, Guerrero, Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes, Guanajuato, Durango, Nuevo León y, por supuesto, al Distrito Federal.
Desde la aparición del demo 2003 para Atolinga Records, las huestes metaleras desde Los “Hombrezuelos” hasta los “Metal Bickers” han dado revuelo a sus cabezas para que la mata destelle todo un colorido de aceptación y energía que da gusto, en verdad, ser partícipe de este refuego. Misantropía, Ignominia, Walkiria, Sin retorno, Negro tormento y Grito de guerra son conocidas por toda la banda, piezas que les han permitido ser incluidos en varios acoplados nacionales e internacionales como Are you melomaniac?, Paradise Armaggedon, Zacattack, Metal México, Midwest Nailgun Volumen Three 2008, al lado de bandas de Italia, Grecia, Australia, Nueva York, New Jersey, Anoka MN, Forest City In, Brandford CT, Chidago Ill y Walbridge Oh.
En 2008, Undermetal, de Juliaca, Perú, editó el cidí homónimo (El primero), donde incluye el video Misantropía, con la portada original.
El disco Conquerors es todo un manojo de piezas donde estos músicos dejan manifiesto un estilo que los caracteriza por los enormes riffs del “Fity”, quien imprime una gran técnica en sus interpretaciones. La seriedad con que toma su quehacer como guitarro principal produce esa comunión músico-audiencia, que hasta el más pintado escucha con atención las armonías que va creando para conformar una pieza que te mueve, que te motiva a seguir escuchando.
Los contratiempos, los profundos y sonoros ataques con que aporrea los tambores El Betillo, son causales del sonido percusivo de la banda que, a últimas fechas, son soportadas con fiereza y cada vez más compenetrado en las notas graves que afianzan el ritmo, por Pablo Manowar quien, a medio año de su incorporación, apoya contundentemente con su bajo al más novel de los Pacales, el Ele, aún en la búsqueda para armonizar, con su particular estilo, las piezas trascendentes y las de nueva creación.
Pocas son las bandas que han aguantado el ritmo del rock metal, quizá por las carencias económicas, pues del rock no se mantiene a una familia, y la mayoría han tenido que subsistir en base a realizar actividades complementarias. La voluntad por seguir adelante, aunada a la forma de ser, a la convivencia, a la tolerancia, a la amistad y al deseo por hacer de esta actividad una parte de la existencia de Rubén, Betillo y “Fity”, es la manifestación de que el arte del rock metal debe cimentarse en principios básicos de conjunción, para no caer en los tradicionales estigmas rocanroleros que producen rupturas y enemistades. Enhorabuena, Pacal, por estos dieciocho años en el rol, y los que faltan, diría el Lora.
