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viernes, 26 abril, 2024
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La grave crisis del PRD y el discernimiento de Morena

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte •

Cuando el mundo estaba dividido en dos grandes bloques de poder, Estados Unidos y la OTAN por un lado, y la URSS y el Pacto de Varsovia por otro, las izquierdas veían al segundo como la alternativa al capitalismo y a la ideología liberal; sin embargo, al final de los 80 el llamado bloque socialista se derrumbó poniendo de manifiesto su ineficacia económica, sus mecanismos totalitarios del ejercicio del poder desde un Estado despótico y las injustas estructuras sociales que había generado. Por ello, gran parte de la intelectualidad de izquierda manifestaba gusto porque había caído un engaño: las naciones del llamado bloque del socialismo-real no representaban los ideales por los cuales había luchado la izquierda, se trataba de un experimento monstruoso muy lejano a la igualdad y democracia radical que debió haber sido. En lugar de un régimen libre de propiedad social de la riqueza, se trataba de una burocracia absoluta que ahogaba a las personas en vigilancia, control y muerte. Después de la caída algunos intelectuales de la derecha decretaron el camino único.

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La situación es muy parecida a lo acontecido con el Partido de la Revolución Democrática: al principio se pensó que era el partido que representaba las aspiraciones de justicia social y democracia de la izquierda en México, pero con los años se convirtió en una maquinaria electoral pragmática, que abandonó las banderas programáticas y la lucha ideológica, que reproduce su poder al amparo del erario público y, además, con una vida interna llena de todo lo que decía combatir afuera. Hoy, muchos de sus fundadores y simpatizantes no lo ven como alternativa defendible.

Sin embargo, la crisis que hoy vive el PRD también puede ser vista como una oportunidad para que la izquierda partidaria haga un alto y una evaluación a fondo de su actuar en la vida política del país. El nuevo partido de las izquierdas, Morena, haría bien en contestarse  preguntas como las siguientes: ¿admitirán como hechos consumados las corrientes que están construyendo varios aspirantes a candidaturas?, ¿cuál será la forma de decidir las candidaturas del partido que pretende representar los anhelos de la izquierda mexicana?, ¿qué harán con los afiliados con vocación de caciques?, ¿qué poder de mando tendrá López Obrador sobre los órganos colegiados del partido?, ¿cuál será el peso de los planteamientos programáticos institucionales en las decisiones de sus militantes en funciones de autoridad?, ¿habrá formación de los militantes y de qué tipo?, ¿cuál será su relación con los territorios y sectores que logre representar?, ¿cómo van a evaluar su actuar? En suma, el PRD es el espejo en negativo, donde Morena debe evaluar seriamente el tipo de partido que va a construir.

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