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jueves, 25 abril, 2024
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Mujeres trabajadoras y amas de casa cuentan la difícil tarea de ser madres

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ Celsa Gaytán, Alicia Tamayo, Samanta López y María Berúmen comparten sus experiencias

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Celsa Gaytán Arreola es ama de casa de 75 años y madre de ocho hijos, siete son mujeres y un hombre; todos están casados. Para ella la crianza de sus hijos estuvo llena de dificultades, pues sólo pudo estudiar la primaria en su localidad y su esposo tenía un sueldo bajo.

Trabajó un tiempo como mesera para apoyar en la economía familiar, pero después su esposo no la dejó trabajar, por lo que se ocupó de sus hijos tiempo completo.

Dice que el trabajo de ama de casa es uno de los más difíciles, pues se trabaja todo el día, sin descanso y sin retribución económica.

Su rutina diaria era levantarse temprano, dar el desayuno a sus hijos, alistarlos, vestirlos y llevarlos a la escuela, regresar a casa a seguir con las labores domésticas, después ir por ellos y regresar a preparar la comida.

“Fue difícil, mi esposo ganaba poco, y batallábamos mucho cuando a uno le faltaba calzado, vestido, o si una hija se enfermaba. Muchos me preguntan que cómo le hice para sacar adelante a tanta familia, y les digo que la verdad no sé, pero Dios nos dio licencia de sacarlos adelante”, dijo Celsa.

Cuenta que sus hijos cada 10 de mayo la invitan a comer a algún restaurante, aunque anteriormente la pasaban todos en casa. Lamenta que ahora con sus compromisos, sus hijos acuden cada fin de semana de forma esporádica a visitarla, aunque entiende que deben atender a sus familias.

Por su parte, Alicia Tamayo, ama de casa, también sale desde temprana hora a ganarse el sustento para apoyar a su esposo en el tema económico. Se levanta a las 5 horas a limpiar unas oficinas y regresa a alistar a sus hijos, prepararles desayuno y un refrigerio para la escuela.

Regresa a las 8 horas al trabajo, y sale cerca del mediodía por sus hijos a la escuela, regresa a casa y continúa con las labores. En las tardes ayuda a sus hijos con las tareas, y sale con ellos a jugar futbol.

“Es un poco pesado, pero si lo haces con gusto no se siente tanto. Es un trabajo de todo el año, las 24 horas. A veces se enferman los hijos y eso desgasta. El ser madre es muy bello y ver la sonrisa de mis hijos me da felicidad, por eso no me cansa el trabajo”, afirma Alicia.

En tanto que Leila Samanta López Gutiérrez es Policía Ministerial, y apenas lleva ocho meses dentro de la corporación. La falta de oportunidad laboral en el estado la orilló a ingresar a la corporación, con el objetivo de apoyar en la economía de su hogar.

Es madre de un niño de 2 años y de una niña de 4; comenta que es difícil combinar la actividad laboral con el trabajo de madre, pues como policía no tiene un horario establecido de salida.

Sin embargo, tiene el apoyo de su esposo, quien también es policía, y entre los dos se encargan de los niños, ya que el más pequeño se queda en la guardería y su hija acude a preescolar.

“Es bastante difícil, aunque me voy acostumbrando, lamentablemente no tenemos horario de salida. Y diario llego a bañarlos y a ayudarle a mi hija a las tareas, y al día siguiente continúa la rutina”, expone Samanta.

Dice que no tiene familiares en el estado y se le dificulta dejar a los con algún conocido, pero se coordina con su esposo para atenderlos. Agregó que una señora le ayuda a cuidarlos por las tardes.

En este año, destaca, acudió a su primer festival de Día de las Madres, donde su pequeña participó en un bailable, y dice no pensar en los riesgos de su trabajo, pues lo hace de forma positiva, esperando siempre llegar a su casa y abrazar a sus pequeños.

De igual manera, María Berúmen Gutiérrez, quien se desempeña como Policía Estatal desde hace tres años, sale a trabajar diariamente en este riesgoso trabajo, dejando a sus tres hijos, de 11, 16 y 17 años, al cuidado de sus familiares.

Para ella lo más difícil de combinar el trabajo con las actividades de madre, es no poder acudir a los eventos importantes de sus hijos en sus escuelas, como los festivales del Día de la Madre.

“Pero cuando llego a casa les ofrezco tiempo de calidad, ellos se sienten orgullosos de lo que hago, aunque a la vez están temerosos por el riesgo que representa esta actividad.  Cuento con el apoyo de mi familia y eso es lo importante”, puntualiza María.

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