Para criticar al presidente López Obrador y/o a la 4ªT, las oposiciones utilizan la sincronización mediática a su disposición, para repetir un conjunto de razones producto del prejuicio y de la mente de sus propagandistas. Están en su derecho para difundir sus opiniones, pero no tienen la razón para denunciar, al mismo tiempo, que viven en una dictadura. Es un hecho comprobable que, durante las tres últimas décadas, el liderazgo que condujo al país en el rumbo neoliberal se propuso y logró formar varias generaciones de comunicadores convencidos del núcleo de su doctrina, que fueron ubicados en casi todos los espacios de opinión en las poderosas redes de medios electrónicos: radio y televisión, y en los principales periódicos que se distribuyen en el país. Su principal función fue repetir, una y otra vez, loas al estado mínimo, a la privatización de las empresas públicas, a los próceres neoliberales, y propiciar una gran tolerancia a la corrupción inherente a esos propósitos. Es un hecho que mantienen su control mediático, pero hoy no son creíbles. En lugar de intentar engañar a los mexicanos de que viven en una dictadura, lo que deberían haber iniciado hace 4 años es el relevo de sus agotados comunicadores.
Del mismo modo, desde antes de que AMLO asumiera la presidencia de la República, varios de los “expertos” neoliberales vaticinaban que la moneda nacional se desplomaría, que la salida de capitales sería imparable y que, para colmo, la impericia del gobierno generaría una grave ruptura con el gobierno de Estados Unidos. También soñaban con que las agencias calificadoras multiplicarían sus vaticinios catastróficos y que, muy pronto, Pemex y la CFE se declararían en quiebra, dejando el espacio libre para las trasnacionales petroleras y las eléctricas como Iberdrola y similares.
Lo que hoy tenemos es la mayor reserva de divisas internacionales, una deuda en pesos disminuyendo, y un número creciente de empresas internacionales buscando aprovechar la estabilidad en las cuentas nacionales, lo que no se veía desde hace varios sexenios, a pesar de la debacle que significó el cierre productivo total durante la pandemia, las guerras comerciales y la invasión a Ucrania y la consiguiente crisis de suministros. En conjunto, la economía mundial no había experimentado una caída continua de esta magnitud desde la Segunda Guerra Mundial.
Durante las semanas recientes, la revista Forbes y el periódico El Economista, han venido publicando que existe la intención de más de 400 empresas de América del Norte de realizar un proceso de relocalización de Asia a México en la tendencia de nearshoring, presentando el hecho como una muestra de la importancia del T-MEC, donde se establece un marco institucional que otorga certidumbre jurídica a los inversionistas, empresarios y consumidores de la región. Ello explica por qué ha mejorado cada año la inversión extranjera. Pasó de 9.5 mil millones de dólares, en 2018, a 11.9 mil millones, en 2021, y este año rebasará los 15 mil. Nunca había llegado a ocho mil millones.
Hace pocas semanas AMLO se reunió de nueva cuenta con las cúpulas empresariales, que tuvieron que reconocer el sentido de responsabilidad que exhiben los más relevantes indicadores sobre el estado de salud de la economía nacional, sin contratación de deuda y con la inversión pública en ascenso. Ojalá pronto anuncien que seguirán el camino de Carlos Slim, que iniciarán las inversiones que justifiquen su personalidad empresarial, y que presionen a los que vaticinaban la catástrofe del peso, para que reconozcan su error ante el hecho duro de que la cotización ya llegó a menos de los 19 pesos por dólar norteaméricano. Para ayudarles, recordemos que con Enrique Peña Nieto nuestra moneda se depreció 45.9 por ciento; con Felipe Calderón, 14.5 por ciento; con Vicente Fox, 20.9 por ciento; con Ernesto Zedillo, 162.3 por ciento, y con los iniciadores del neoliberalismo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, 97.5 por ciento y 36.8 por ciento, respectivamente.
La estabilidad del peso obedece a varios factores, pero el control de la inflación es una de las explicaciones claves. Por raro que parezca, la inflación en México se ha mantenido muy cerca a la de Estados Unidos. Ello es más notable si consideramos que se incrementó, por vez primera en tres décadas, el poder adquisitivo de los sectores populares. El salario promedio mensual de los trabajadores inscritos en el IMSS pasó de cerca de 11 mil pesos a 14 mil 619. El dato es relevante porque, durante muchos años, el control de la inflación se usó como pretexto para no aumentar los salarios por encima de la inflación. Por todo lo anterior, es evidente que no puede sostenerse la visión catastrofista y calumniosa de que la 4T ha generado la ruina económica del país. México merece una oposición que busque sumar con proyectos alternativos, y no restarle a la 4ªT con mentiras.
