La OCDE y sus recomendaciones para mejorar los resultados en los centros educativos

En definitiva, las recomendaciones sólo son eso, un exhorto, una invitación; suena algo así como las llamadas a ceremonias religiosas –asiste quien quiere-, esa es precisamente la función de la OCDE, la de recomendar al sistema educativo ciertas estrategias y acciones para que se cumplan las metas establecidas. El problema creo es mucho más de fondo, más de análisis y reflexión, de generar alternativas a la situación educativa que estamos viviendo y no a la que estamos pensando, que los proyectos se contextualicen adecuadamente y se dé autonomía a las instituciones para que sean ellas las que decidan lo que se quiere hacer y las estrategias que deben emprenderse para lograrlo; aquí habrá que apostarle a los consensos y acuerdos –y esto no es democracia-, es razón de justicia.

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Como una forma de darle continuidad a las recomendaciones que la OCDE hace a nuestro sistema educativo, continuaré con las siguientes:

1. Mejorar el desarrollo profesional; al respecto se señala que las opciones que se les ofertan no siempre responden a sus necesidades que tienen para desarrollarse profesionalmente, cosa que terminan por acceder a cursos y/o programas de actualización que se les imponen. Hay maestros que financian su propia actualización con la esperanza de verse favorecidos no tan sólo profesionalmente sino salarialmente, otros muestran indiferencia total a las convocatorias que se emiten. En sí, la alternativa sería que cada subsistema contara con un catálogo de cursos, que se convoque a los docentes para que de manera voluntaria elijan el que deseen.
2. Evaluar para ayudar a mejorar. La propuesta de la OCDE es que México establezca con urgencia un sistema de evaluación docente basado en estándares, cosa que a la fecha no ha dado resultados satisfactorios, por el contrario ha generado conflicto social al interior del magisterio puesto que la recomendación es que aquellos docentes que presentan un bajo desempeño deben ser excluidos del sistema educativo. La alternativa sería que se estableciera un proceso de evaluación de orden formativo y que vaya acompañado de apoyo profesional para que el docente realmente se vea favorecido en su actualización.
3. Definir un liderazgo escolar eficaz; particularmente hace alusión a las habilidades y valores asociados a los directores de escuelas eficientes. Esto parece interesante dado que se entiende que no hace alusión al directivo como líder sino a práctica de liderazgo en los centros educativos.
4. Profesionalizar la formación y el nombramiento de directores. Son diferentes las habilidades requeridas para un director a las de los docentes, por tanto el sistema educativo necesita preparar a los líderes usando estándares como punto de partida –aquí está la instrucción-. Bajo esta tónica creo se debe canalizar la energía más hacia la práctica del liderazgo más que a formar líderes dado que esto suena como a “formateo”. Dice la OCDE que la asignación de puestos de directores de escuela –no de centro educativo-, debe, en la medida de lo posible, realizarse a partir de una lista de candidatos que comprueben, en base a los estándares, estar calificados para el cargo.
5. Construir capacidad de liderazgo instruccional en las escuelas y entre ellas. Los centros educativos deben verse en la necesidad de tender redes de comunicación entre ellas para que el liderazgo se fortalezca, el referente es que los centros educativos son verdaderos entes independientes, limitados o negados de su capacidad para fortalecerse entre sí.
6. Incrementar la autonomía escolar. Es necesario que en los centros educativos se adopten posturas de liderazgo para que se tomen en el propio centro las decisiones que sean necesarias para darle funcionalidad. Esto en contraposición con las acciones centralizadas.
7. Garantizar el financiamiento para todas las escuelas. Las escuelas no tienen casi ninguna autonomía o fondos para garantizar sus propias prioridades, la distribución de los fondos debe ser equitativa evitando las cargas burocráticas difíciles de sobrellevar en las escuelas.
8. Fortalecer la participación social. Los consejos escolares pueden ser un recurso importante para mejorar la calidad de la educación, no es cuestión solamente de crearlos sino hay que darles funcionalidad y alianza. Los consejos escolares deben tener influencia y poder sobre las decisiones de un centro, así como información, formación y transparencia.
9. Crear un Comité de Trabajo para la Implementación. Para reflejar y proponer estrategias de implementación, el comité debería estar compuesto por los responsables de generar políticas educativas, por miembros de la academia altamente respetados, por docentes así como por personalidades del sector público y de la sociedad civil. ■

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