Debo reconocer que, en el contenido del presente documento, entre líneas habrá que leer mi participación y, tal vez, mi responsabilidad, ello obedece a que me encuentro inmerso en este nivel educativo; debo procurar también hablar con memoria histórica a grado tal que reconozca mis implicaciones y limitantes, considerando además que los procesos se han vivido en colectivo, tal vez no en colegiado puesto que no existe precedente alguno de toma de decisiones que hayan sido consecuencia de análisis, reflexión, crítica y propuesta.
A manera de preámbulo
En Educación Media Superior, la danza de las competencias inició en el año de 2008 con la implementación de una reforma a la que le llamaron Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS), misma que fue impulsada por la Secretaría de Educación Pública (SEP), el Consejo Nacional de Autoridades Educativas (Conaedu) y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies). Esta reforma tenía por objetivo el mejorar la calidad, la pertinencia, la equidad y la cobertura del bachillerato.
Derivado de la reforma integral, se diseña la tan atropellada Reforma Educativa, quienes particularmente se involucraron en este diseño fueron los organismos financieros transnacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco de México (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Se apoderan de la propuesta y políticamente la impulsan los empresarios integrantes de la organización mexicanos primero, estos, manipularon a legisladores del PAN, PRI y PRD para que, a su vez, trabajaran la propuesta con la totalidad de los legisladores de todos los partidos políticos. En ningún momento de todo este proceso de diseño de las reformas, aparecieron en el escenario, profesores, estudiantes, padres de familia, investigadores y especialistas; esto es sintomático puesto que ahí se manifiesta la intención de entregar la educación al sector privado.
Caber aclarar que, para el caso de la Reforma Educativa, los diputados y senadores ni siquiera la discutieron ni la analizaron, por supuesto que sería imposible que lo hicieron dadas dos poderosas razones; 1) una notoria mayoría de legisladores no tienen los conocimientos suficientes sobre aspectos didáctico-pedagógicos, aparte que a todas luces estos sabían que su contenido refería más a controlar laboralmente a los docentes que a realizar aportes significativos al ámbito educativo y, 2) la reforma integral no se encuentra soportada por ninguna evaluación al modelo curricular, muy por encima de que ya casi tiene 8 años de haberse implementado.
Competencias docentes
Una vez que pasó a rango constitucional la imposición de la reforma educativa, la arrogancia y prepotencia de parte del entonces Secretario de Educación, no se hizo esperar, adoptaba posturas mesiánicas a grado tal que daba por hecho que el sistema educativo mexicano sería redimido con la ya tan cuestionada reforma educativa. No se dejó esperar también la imposición de toda una serie de leyes, acuerdos secretariales, reglamentos, perfiles, parámetros, indicadores, etc., esto, hizo crecer la manifestación de enojo e indignación de parte de los docentes a grado tal que, el Secretario de Educación en turno renuncia al cargo.
Lamentablemente muchos directivos de los diferentes subsistemas educativos, de una manera acrítica y hasta cierto punto desconociendo los aspectos didáctico-pedagógicos de una reforma educativa, asumen a la normatividad en su conjunto como leyes que deben respetarse y aplicarse a pie juntillas; de esta manera es como se da el academicismo, se le exige mucho al maestro pero no se le apoya para que éste se actualice adecuadamente, se le dice que debe desarrollar tales o cuales competencias pero ni siquiera los mismos directivos demuestras las competencias que ellos han desarrollado e incluso, desconocen las que deben desarrollar los docentes; Se anquilosan a grado tal que llegan a moverse en una zona de confort donde todo para ellos es aceptado y aceptable, no dimensionan los problemas y actúan con demasiada verticalidad.
No podemos vivir con este esquema de contradicciones, no seamos ilusos, la Reforma Educativa hace planteamientos de orden laboral y no educativos, esto es una burla a los docentes dado que, por un lado les dicen que a los alumnos se les debe dar la oportunidad a que se formen desde una perspectiva integral, y, por el otro, sabemos que las competencias son, en sentido estricto de la palabra, estándares prescritos, esto por supuesto es una limitante para que se pueda promover una formación integral.
El colmo, la simulación se hace presente cuando se le pide al docente que transforme su práctica profesional toda vez que el modelo curricular así lo requiere, se le pide también que diseñe su planeación considerando la normatividad y que no rompa con lo que curricularmente se establece dado que, si así lo hiciere, será mal evaluado. Estas no son condiciones para que el docente pueda transformar su práctica, mucho menos cuando institucionalmente se le pide que coloque en su contexto alumnos ideales, esto les obligará a realizar una planeación ficticia pensando en alumnos de igual naturaleza.
¿Qué hacer?
Este tipo de situaciones problemáticas a las que se enfrenta el sistema educativo en general y el nivel medio superior en lo particular, necesita de la participación activa de los colectivos escolares, para ello se requiere considerar los siguientes supuestos:
Si las autoridades educativas no tienen una visión clara acerca de lo que implica dirigir un sistema educativo, no habrá condiciones propicias para la tan anhelada transformación de la educación.
Los perfiles de directivos y docentes se lograrán si y solo si se implementan procesos adecuados de formación y actualización de los profesionales de la educación.
Si el docente continúa con esas prácticas solamente de operar contenidos curriculares, no provocará la reflexión ni el análisis en los alumnos ni tampoco creará las condiciones para que se profesionalice con su propia práctica. ■
