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sábado, 27 abril, 2024
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‘Fulgor del regreso’, danza que nunca termina, de Rubén Rivera[1]

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Por: JORGE ESQUINCA •

La Gualdra 610 / Libros

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Entre los numerosos viajeros que, llegados del otro lado del Atlántico, pasaron por México durante la primera mitad del siglo XX destaca, sin lugar a dudas, el poeta francés Antonin Artaud. Obedeciendo a un poderoso impulso visionario, el viaje de Artaud tenía como principal objetivo el ascenso a la sierra Tarahumara donde pretendía involucrarse de manera directa en un rito cósmico que, según  su propio ideario, habría sobrevivido en una Raza-Principio habitante de las montañas desde tiempos inmemoriales. Sobre las circunstancias de su viaje, el propio autor de El teatro de la crueldad dejó diversos testimonios —poemas, ensayos, cartas— que dan fe de un espíritu sacudido por un mundo mágico, pleno de una intensa carga simbólica. Muchos años después el poeta mexicano Rubén Rivera emprende, siguiendo las huellas de aquél, su propia búsqueda, su muy personal ascenso. El resultado es este hermoso libro, Fulgor del regreso. ¿Qué buscaba Rubén? Lo dice desde el poema inicial del volumen: Vine con los Tarahumaras/ para encontrarme. Y este trayecto hacia el centro de su ser signado por una apertura al mundo que implica una permanente comunión con las criaturas que lo pueblan, un espacio de excepción donde el agua, el aire, la tierra, el fuego y los frutos que de ellos emanan se conjugan al unísono en un flujo sostenido por el verbo cantar. Cada uno de los pasajes que componen este libro es una puerta abierta a esa experiencia privilegiada que Rubén Rivera sabe cantar y contar mediante versos breves, cargados de energía, henchidos de alegría y de su hermana gemela, la tristeza. Un aliento, un ritmo, un ciclo que se cumple y queda resonando en nuestros oídos como los pasos precisos de esa danza que nunca termina.

 

[1] Rubén Rivera, Fulgor del regreso, Instituto Sinaloense de Cultura, México, 2012, P. 94.

 

Selección de poemas de “Fulgor del regreso” (ISC, 2012)

 

 

 

RUTA DE ARTAUD

Lo vi llegar
Por el camino de las sombras

Su rostro era bruma

Paso a paso iba con él
Artaud no es la medicina
Es la enfermedad

Estoy ardiendo
Igual que Artaud

Su enfermedad
Son los dioses
La poesía

Artaud no me toca
Trato de tocarlo
Sufre
Y se cura con el sufrimiento

 

*
Por eso vine esta noche
A Norogachi
Donde se enreda el aire

El Lago de las Garzas
La Cueva de la Hierbabuena
La Sinforosa
Y las cascadas
Nos alegran

Un hombre me ofrece sus mujeres
Mientras me habla de la Biblia
Mira en mi rostro
El rostro de Cristo
Pero soy un Cristo diferente
Porque no me interesa salvar a nadie
Me interesa perderme

Si he llegado de tan lejos
Es porque amo mi alma
Vine con los tarahumaras
Para encontrarme

*
Artaud
Vino a curarse de su yo podrido
Despedazado
Gangrenado por el nosotros

Yo vine a perder mi yo
Y encontré muchas flores desérticas
Y no sabía cuál era el páramo
De mi espíritu

La piedra de la fertilidad
Nos mira en silencio

Me alimento
De naranjas y manzanas
Y por un cigarro
Regalo mi chaleco a un pintado

Tú no sabes
Donde encuentras
Tu condición de hombre
Y te asustas
Y el miedo te salva

¡Te vas a curar!
¡Te vas a curar Artaud!
Le gritaban
Pero el médico
Estaba más enfermo que el moribundo

¡Te vas a curar Artaud!
¡Te vas a curar!
Gritan los enfermos
Y tú eres la medicina
Que te deja la boca seca
Porque está hecha de veneno

Eres la patria de los enfermos
Y para ti la patria
Es una mujer bañada en un charco de sangre

Artaud
Lobo buscando su manada entre borregos
Así era yo en tu ruta
Un lobo buscando a otro lobo

*
La sierra habla en hombre
Y desde los ojos del águila
Todo parece desierto
Entonces
En el más escondido camino
Está la presa indefensa
Como un dios
Cuyo templo ha sido arrasado
Como el dios que fuiste
Convertido en su propia ofrenda

Danzamos juntos
Y nos transformamos

Nunca sabré si piso el mismo polvo
Que pisaste
Pero hay un presentimiento en mi danza
De tu danza
Porque también bailaste
Con los pintados
Pero los pintados no te conocieron
Porque eras viento

Y ellos sin mirarte te veían
Fuiste el hijo
De todas las transformaciones
El hijo de ti mismo

 

 

 

 

VOZ DESGARRADA por el frío Abandono de alada infancia
Témporas para danzar Maíz de risa Semilla de embriaguez

Aquí estamos
Padre de la transparencia
Esperando el fulgor del regreso

El adminículo del agua nos protege

Aparece la Luna

Tu palabra de fuego espera
En la piedra-sombra
Devorando el polvo que canta

 

 

 

 

LÉGAMO de la desaparición sudada por el comienzo lunar

Hierática sonaja fetén en labios de sombra

Voces que se hunden en el aire amarillo
Bellamente alegres

Llega una estrella un camino de plenitud una luz azul
Vertical y serena

 

 

 

Tu cobija de estrellas
Tu cobija de sombras

Ciega noche
Ciega montaña
Ciega Luna

Espejo amanecido en la niebla

Ciegas tus manos
Cuando llega el fuego boreal
Ciegos tus pasos
Cuando nacen flores en tus ojos

Eres hoja herida cayendo del canto

 

 

 

 

OSO CENIZO de la gracia
Extiende la creación

Cascada humeante

En el camino del sueño despierta el grito

Maíz luminoso
En el camino del sueño

Tesgüino que afila la eternidad
Violentando la sombra

Fuego viejo en los tambores
Desquician el sueño
En la casa del polvo

El viento abre su flor

 

 

HERIDA LUNAR

Comunión de flores
Comunión en los vientos de pájaros
Comunión de las radiantes cumbres

Animal-deidad en el círculo de la estrella

Dentro de la niebla
Arde la plegaria
Y el viento baja de la montaña con plumas amarillas
Tu alegría sagrada reposa en la herida de la Luna

 

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