La Gualdra 610 / Libros
Entre los numerosos viajeros que, llegados del otro lado del Atlántico, pasaron por México durante la primera mitad del siglo XX destaca, sin lugar a dudas, el poeta francés Antonin Artaud. Obedeciendo a un poderoso impulso visionario, el viaje de Artaud tenía como principal objetivo el ascenso a la sierra Tarahumara donde pretendía involucrarse de manera directa en un rito cósmico que, según su propio ideario, habría sobrevivido en una Raza-Principio habitante de las montañas desde tiempos inmemoriales. Sobre las circunstancias de su viaje, el propio autor de El teatro de la crueldad dejó diversos testimonios —poemas, ensayos, cartas— que dan fe de un espíritu sacudido por un mundo mágico, pleno de una intensa carga simbólica. Muchos años después el poeta mexicano Rubén Rivera emprende, siguiendo las huellas de aquél, su propia búsqueda, su muy personal ascenso. El resultado es este hermoso libro, Fulgor del regreso. ¿Qué buscaba Rubén? Lo dice desde el poema inicial del volumen: Vine con los Tarahumaras/ para encontrarme. Y este trayecto hacia el centro de su ser signado por una apertura al mundo que implica una permanente comunión con las criaturas que lo pueblan, un espacio de excepción donde el agua, el aire, la tierra, el fuego y los frutos que de ellos emanan se conjugan al unísono en un flujo sostenido por el verbo cantar. Cada uno de los pasajes que componen este libro es una puerta abierta a esa experiencia privilegiada que Rubén Rivera sabe cantar y contar mediante versos breves, cargados de energía, henchidos de alegría y de su hermana gemela, la tristeza. Un aliento, un ritmo, un ciclo que se cumple y queda resonando en nuestros oídos como los pasos precisos de esa danza que nunca termina.
[1] Rubén Rivera, Fulgor del regreso, Instituto Sinaloense de Cultura, México, 2012, P. 94.
Selección de poemas de “Fulgor del regreso” (ISC, 2012)
RUTA DE ARTAUD
Lo vi llegar
Por el camino de las sombras
Su rostro era bruma
Paso a paso iba con él
Artaud no es la medicina
Es la enfermedad
Estoy ardiendo
Igual que Artaud
Su enfermedad
Son los dioses
La poesía
Artaud no me toca
Trato de tocarlo
Sufre
Y se cura con el sufrimiento
*
Por eso vine esta noche
A Norogachi
Donde se enreda el aire
El Lago de las Garzas
La Cueva de la Hierbabuena
La Sinforosa
Y las cascadas
Nos alegran
Un hombre me ofrece sus mujeres
Mientras me habla de la Biblia
Mira en mi rostro
El rostro de Cristo
Pero soy un Cristo diferente
Porque no me interesa salvar a nadie
Me interesa perderme
Si he llegado de tan lejos
Es porque amo mi alma
Vine con los tarahumaras
Para encontrarme
*
Artaud
Vino a curarse de su yo podrido
Despedazado
Gangrenado por el nosotros
Yo vine a perder mi yo
Y encontré muchas flores desérticas
Y no sabía cuál era el páramo
De mi espíritu
La piedra de la fertilidad
Nos mira en silencio
Me alimento
De naranjas y manzanas
Y por un cigarro
Regalo mi chaleco a un pintado
Tú no sabes
Donde encuentras
Tu condición de hombre
Y te asustas
Y el miedo te salva
¡Te vas a curar!
¡Te vas a curar Artaud!
Le gritaban
Pero el médico
Estaba más enfermo que el moribundo
¡Te vas a curar Artaud!
¡Te vas a curar!
Gritan los enfermos
Y tú eres la medicina
Que te deja la boca seca
Porque está hecha de veneno
Eres la patria de los enfermos
Y para ti la patria
Es una mujer bañada en un charco de sangre
Artaud
Lobo buscando su manada entre borregos
Así era yo en tu ruta
Un lobo buscando a otro lobo
*
La sierra habla en hombre
Y desde los ojos del águila
Todo parece desierto
Entonces
En el más escondido camino
Está la presa indefensa
Como un dios
Cuyo templo ha sido arrasado
Como el dios que fuiste
Convertido en su propia ofrenda
Danzamos juntos
Y nos transformamos
Nunca sabré si piso el mismo polvo
Que pisaste
Pero hay un presentimiento en mi danza
De tu danza
Porque también bailaste
Con los pintados
Pero los pintados no te conocieron
Porque eras viento
Y ellos sin mirarte te veían
Fuiste el hijo
De todas las transformaciones
El hijo de ti mismo
VOZ DESGARRADA por el frío Abandono de alada infancia
Témporas para danzar Maíz de risa Semilla de embriaguez
Aquí estamos
Padre de la transparencia
Esperando el fulgor del regreso
El adminículo del agua nos protege
Aparece la Luna
Tu palabra de fuego espera
En la piedra-sombra
Devorando el polvo que canta
LÉGAMO de la desaparición sudada por el comienzo lunar
Hierática sonaja fetén en labios de sombra
Voces que se hunden en el aire amarillo
Bellamente alegres
Llega una estrella un camino de plenitud una luz azul
Vertical y serena
Tu cobija de estrellas
Tu cobija de sombras
Ciega noche
Ciega montaña
Ciega Luna
Espejo amanecido en la niebla
Ciegas tus manos
Cuando llega el fuego boreal
Ciegos tus pasos
Cuando nacen flores en tus ojos
Eres hoja herida cayendo del canto
OSO CENIZO de la gracia
Extiende la creación
Cascada humeante
En el camino del sueño despierta el grito
Maíz luminoso
En el camino del sueño
Tesgüino que afila la eternidad
Violentando la sombra
Fuego viejo en los tambores
Desquician el sueño
En la casa del polvo
El viento abre su flor
HERIDA LUNAR
Comunión de flores
Comunión en los vientos de pájaros
Comunión de las radiantes cumbres
Animal-deidad en el círculo de la estrella
Dentro de la niebla
Arde la plegaria
Y el viento baja de la montaña con plumas amarillas
Tu alegría sagrada reposa en la herida de la Luna