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jueves, 2 mayo, 2024
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Los suicidios “no son ninguna enfermedad, delito, pecado o búsqueda de autodestrucción”

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Por: ALMA RÍOS •

■ Una clase dominante les ha otorgado valoraciones morales desaprobándolos o aceptándolos

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■ “Hoy en día no se tiene una definición concluyente y tampoco una sola teoría explicativa del comportamiento suicida y se le considera multicausal”: Alejandro Gutiérrez

■ El especialista afirma que en las sociedades hay una resistencia mayor para aceptar los suicidios infantiles, pues la gente no cree que un niño “se dé muerte” o “se quite la vida”

 

“Los niños igual que los adultos responden a la violencia que conocen, directamente asumiendo una ‘legítima defensa’ que a la ‘ideología salvavidas’ de la sociedad occidental con sus valores sociales y religiosos le cuesta aceptar. Sin embargo, ¿cómo darle sentido a la vida en el contexto de una dinámica social con violencia extrema, de competencia obligada, mercantilizada, con controles sociales que restringen las libertades, y con un Estado y sus instituciones debilitadas y corrompidas, incluida la familia que cada vez tiene menos cohesión e integración?”.

“Los suicidios”, así en plural, precisa Alejandro Gutiérrez Mata, “no son ninguna enfermedad”, una búsqueda de autodestrucción, un delito o un pecado como los ha definido históricamente una clase dominante que les ha otorgado valoraciones morales desaprobándolos o aceptándolos, sino un comportamiento universal presente en todas las formas de organización social.

El suicidólogo y criminólogo explicó que los estudios e investigaciones actuales sobre la conducta suicida se han centrado predominantemente en datos estadísticos, por eso se cuantifican en uno por cada 100 mil habitantes y se clasifican actualmente como problemas de salud.

No obstante sus aspectos cualitativos los recupera la literatura y la filosofía, última donde se ha planteado como “el único problema filosófico verdaderamente serio”, juzgar si vale la pena o no, vivir.

Hoy en día no se tiene una definición concluyente y tampoco una sola teoría explicativa del comportamiento suicida y se le considera multicausal ya que inciden factores antropológicos, sociológicos, geográficos, genéticos, religiosos, económicos, entre otros. Pero al individualizarse, sea como pecado, delito o patología, difícilmente pueden comprenderse dijo, para señalar que no debe descontextualizarse o sustraerse al individuo de su sociedad.

Como hechos sociales, los suicidios exhiben una nueva dimensión dentro de la que cabe observar que “la posmodernidad sobre explota la condición del ser humano”.

Catástrofe social
y suicidios
Los estudiosos europeos de los suicidios asocian estos acontecimientos con periodos de catástrofes. En alusión, Gutiérrez Mata se refirió a dos periodos de globalización, el primero iniciado en el siglo 16, un momento histórico de conquista, exterminio y colonización que ha sido difundido como el “Descubrimiento de América”, donde individuos y grupos de las culturas originarias optaron por el suicido “porque se consideraban incapaces de aceptar el nuevo entorno en términos de una condición de esclavitud, de obligaciones religiosas…la espada y la cruz fueron formas de control impuestas con una gran violencia”.

Actualmente no es la espada y la cruz sino “el signo de pesos, la ideologización de la mercancía, del producto, de que todo se vende y que se tiene competir para conseguirlo lo que genera un alto grado de estrés social”, agregó.

La segunda globalización, actualmente en marcha, al igual que la primera, dijo, “ha generado pérdida de identidad y de referentes culturales” y en cambio ofrece ideologías y valores que ensalzan al “Dios dinero”, un factor de sometimiento de un grupo minoritario sobre el mayoritario que viene a colación agregó, porque los suicidios se expresan también como una forma de protesta que los historiadores llaman “conducta de resistencia”, la no aceptación de este tipo de violencia que resulta intolerable.

Observó para el caso de México que los niveles de violencia actualmente existentes son superiores a los que padeció Colombia a inicios de los años 80, y que “hoy en día ya se reconoce con claridad que ha generado más muertes que el mismo proceso de la Revolución Mexicana”.

En estos escenarios catastróficos, el suicidio individual o colectivo tiene una condición previa llamada por los tanatólogos franceses “muerte social”, la condena a la exclusión que tiene entre sus víctimas a los sectores y grupos más vulnerables; lo que explica el crecimiento en los años recientes de suicidios en niños a edades cada vez más tempranas, y en mujeres.

Los suicidios entonces, pueden tener entre sus explicaciones en cualquier ámbito, sea el social, laboral, doméstico, escolar o familiar, “una respuesta a controles violentos”, e involucrar lo que llaman en derecho penal “inducción o auxilio” al suicidio, que implica el ejercicio de alguna presión para que las personas decidan morir.

Suicidio infantil
En las sociedades ha habido una resistencia mayor para aceptar los suicidios infantiles, pues la gente no cree que un niño “se dé muerte” o “se quite la vida”, pero lo que hace la persona en estas circunstancias es sustraerse al alto grado de estrés psicosocial en cuyo contexto nacen los niños hoy en día, acotó Alejandro Gutiérrez Mata.

El suicidio infantil “no debe sorprender”, dijo, pues los niños y niñas resienten también el malestar social ya que “todo se les impone, no conocen lo que es eso que nosotros llamamos vida, para ellos es un infierno” que, creado por los adultos, también hace a la sociedad corresponsable de estos hechos.

Fue a finales de los 80 cuando empezó a observase “cierta claridad” sobre un fenómeno que se presentaba mayormente en países industrializados: Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, Japón o China, y que una década después se incrementó con la característica de ocurrir cada vez a menor edad, entre los 7 y 12 años.

Este rango corresponde en la escala de Jean Piaget al inicio del proceso de desarrollo del pensamiento abstracto (en que se concientiza la posibilidad de la muerte), que dijo, actualmente es más rápido ya que los niños y niñas están recibiendo una sobre estimulación tanto desde la realidad misma, como de los medios de comunicación.

“Lo han sabido a través de la televisión o a través de la prensa o hasta en la vida real porque enfrente de ellos han matado a sus padres, a sus amigos, a sus compañeros”.

En su experiencia profesional fue a inicios de los 90 cuando pudo observar de cerca casos de niños y niñas suicidas de 15, 14, e incluso uno de 13 años, de los cuales dos estaban “institucionalizados”, esto es, recluidos en casas hogar o consejos tutelares.

Generación de niños
y niñas suicidas
Alejandro Gutiérrez alerta sobre la existencia de una generación de niños y niñas que actualmente se encuentran entre los 8 y 10 años de edad, o más, vulnerables o propensos al suicidio. Y cuestiona, “¿Dónde está el programa de prevención de la UAZ, dónde están sus expertos trabajando en la vida real, no al lado de un pizarrón?”.

Estos niños han sido testigos o sobrevivientes de hechos violentos, cuando no han resultados muertos por ejemplo en Fresnillo, a los 8 o 12 meses de vida, y en Zacatecas, de un año o 2 años de edad, refirió.

El tanatólogo subrayó que la muerte, el trato que se le da a los muertos y a los asesinos, “refleja a una sociedad”. Y en México desde el Derecho penal, a pesar de los cambios que se han hecho, sigue atendiéndose más a los victimarios que a las víctimas.

“Nosotros nos resistimos a aceptar que un niño muera voluntariamente”, pero desde la perspectiva del temprano desarrollo del pensamiento abstracto que tiene hoy en día la niñez, y el estrés psicosocial que soporta cualquier ser humano, “podemos tener una base de aceptación de que es posible”.

La última de las libertades
La lectura de los suicidios como hechos sociales y no individuales ofrece una clave, “si vemos el conjunto de muertes voluntarias como hechos que se presentan en una sociedad -determinada-, también debe haber una forma de decir que ellos tienen la última palabra; el suicidio es también la última instancia de libertad del ser humano en la elección frente a una situación, “el libre albedrío del que habla la religión y la filosofía”.

Esto, precisó, no ofrece una contradicción respecto al grado de corresponsabilidad o co- culpabilidad social sobre estos hechos “porque nosotros los estamos arrimando al precipicio, nosotros los estamos matando de a poquito, ellos sólo ponen lo último, la herramienta o el procedimiento”.

Hace poco más de ocho días, en el mismo fin de semana y en hechos por separado, ocurrieron dos suicidios que se suman a otros ocurridos en los años recientes en la entidad que cimbraron a la opinión pública zacatecana. Uno de ellos, referido a un niño de 11 años de edad avecindado en una colonia popular de la capital del estado, el otro, a una mujer que se desarrollaba en el ámbito de la comunicación a nivel directivo.

Alejandro Gutiérrez Mata es psicólogo egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara, posgraduado en Criminología en el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe). Su trayectoria suma 35 años de experiencia en la investigación de la Suicidología y la Tanatología. Actualmente funge como perito para el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Zacatecas.

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