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martes, 21 mayo, 2024
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La derecha en la ratonera de las fake news y el campo de batalla de la izquierda mexicana

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

La claridad de una profunda ruta de transformación nacional ha de venir de la izquierda y no de la derecha; la primera no tiene impedimentos económicos o políticos para desarrollar un certero análisis y apreciación teórica, seguidos de la ejecución de un poderoso programa revolucionario. En cambio, la derecha se encuentra anclada en la defensa de privilegios de un pequeño puñado de empresarios, magnates de los medios monopólicos de la comunicación y de la clase política corrupta y parasitaria que, en conjunto, son los mandaderos de la “mafia del poder”; esta última representada por un sector empresarial transnacional que acostumbra apropiarse de nuestras riquezas nacionales y en arrancarle valor a la clase trabajadora mexicana.

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La transformación a la que me refiero a de hacer valer el nacionalismo mexicano como soberanía política, cultural; pero, sobre todo, económica. En este renglón descansa la soberanía sobre nuestras riquezas como la minería y los energéticos. El nacionalismo también implica creación y desarrollo de las fuerzas productivas. El progreso de la ciencia y la tecnología es un motor en el desarrollo. Sin ello, se dificulta superar la condición de nación subdesarrollada y se afianza la dependencia a las naciones altamente industrializadas.

Hay que hablar de una transformación que encamine a México al desarrollo equilibrado, que lo inserte ventajosamente a la economía internacional y en condiciones de justicia social, en el sentido sociológico del término, lo que significa que el crecimiento y el desarrollo sean fuente de progreso y bienestar de la sociedad y no sólo acumulación y concentración de ganancia para la cúspide económica y política que, en sustancia, constituyen el núcleo básico de la derecha de la que brotan las políticas económicas propias del subdesarrollo y generadoras de las desigualdades sociales, así como las leyes que las sostienen, las instituciones políticas y culturales encargadas de encubrirlas, justificarlas y defenderlas.

La derecha corrupta de México, principalmente la de corte neoliberal, carece de vocación nacionalista y por el desarrollo. Es proimperialista, “malinchista” y neocolonial. En materia económica, prioriza la compra por sobre la producción de los bienes de capital lo que, con todo y que fuera tecnología de punta, conlleva a la economía nacional a su dependencia. Otro tanto sucede con concesionar y privatizar los bienes nacionales, los más suculentos en manos de la gran empresa monopólica imperial. En materia política, no han dudado en una subordinación neocolonialista a naciones que asumen comportamientos imperiales. 

Ejemplos históricos son el caso del empresario Gustavo de Hoyos, que se entrevista con el Rey de España, y con el parlamento europeo para pedir su intervención en contra del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, acusado de ser populista. Otro tanto sucede con dirigentes del PRI-PAN y PRD, que se entrevistan con políticos intervencionistas de la ONU y la OEA, y la más reciente reunión de Lorenzo Córdova, del INE, que presume fotos con Luis Leonardo Almagro, promotor del intervencionismo y de las dictaduras en países de América.

El sinfín de protestas y críticas de la derecha corrupta de México son irrisorias. Se concretan a la defensa de lo que han tenido: políticas públicas injustas y creadoras crecientes de la desigualdad social; conductas paternalistas y corporativas de amplios sectores sociales; intermediarismo y corrupción de programas y acciones sociales; influyentismo y traficantes institucionales; financiamiento creciente a la actividad electoral, partidos políticos, y al INE, que conforman organismos e instituciones políticas para fingir democracia; petrificar una camada de políticos plurinominales (representación proporcional), con la falsa representación social que, de manera ininterrumpida, pasan de un cargo a otro; equivalencia de reelección, que también osaron formalizar.

Mientras las transnacionales, en el patrón de crecimiento económico neoliberal, engrosaron grandes fortunas con un monstruoso saqueo; una parte de los empresarios mexicanos se sirvieron de las migajas que les dejaban; otros, acrecentaron sus riquezas con la inyección directa de recursos públicos, los rescates financieros, subsidios, la evasión de impuestos y con la compra de paraestatales prácticamente a precio de regalo. Los políticos se sirvieron abultadas percepciones económicas, incluyendo ministros de la Suprema Corte de Justicia Nacional, consejeros del INE y traficantes de influencias.

¿Qué propuesta de justicia social le puede quedar a la derecha corrupta? ¿Qué programa de transformación puede impulsar? Ninguna que sea seria. Solo le queda ser oposición al cambio, negar resultados, criticar lo que ellos mismos dejaron, inventar, distorsionar, crear infiernitos, inventar el “mesías” contra el que luchan, mentir y buscar cuanto apodo denostativo, burlesco y ofensivo encuentren porque, en realidad, no tienen nada nuevo qué ofertar. Viven de la ofensa, de la defensa de sus privilegios, que son causa de las desigualdades sociales. La derecha ha quedado atrapada en la ratonera de las fake news.

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