Es evidente que no podemos actuar con indiferencia ante el trágico episodio ocurrido a nuestros compañeros normalistas de Ayotzinapa, sin embargo no basta con quedarnos con la indignación, con las lamentaciones. Es necesario unirnos a la demanda nacional para que se atienda el caso; solicitando a las autoridades competentes investigar como es debido, identificar, enjuiciar y sancionar a los autores y demás responsables.
Es lamentable que tenga que ocurrir una desgracia de tal magnitud para darnos cuenta de que debemos exigir y hacer valer nuestros derechos humanos.
Pero después de las marchas y protestas ¿qué sigue? O mejor dicho ¿qué nos toca hacer?, tal como lo manifiesta en su cuenta de Facebook la licenciada en Sociología de la UNAM, Istar Cardona, “¿Vamos a dejar en manos de los que no hicieron lo que tenían que hacer, la solución de lo que ya pasó y puede volver a pasar?”.
¿Qué sucederá cuando pase el tiempo y el caso deje de ser relevante?, quizá lo más probable es que volvamos a nuestra rutina, sin que se genere realmente un cambio en nuestra mentalidad, un compromiso que debemos asumir. Ya que no se trata sólo de reunirnos para protestar en contra de la impunidad de una atrocidad como ésta, y con ello sentir que ya cumplimos con nuestro deber de solidarizarnos ante la desgracia. Más que eso se trata de unirnos para estar alertas y mantener la guardia, ya que no estamos exentos de que nos toque vivir algo similar en cualquier momento.
Ante una visión que puede sonar un tanto excéntrica o paranoica, existen muchas razones para pensar que nuestro gobierno, ligado a grupos delincuenciales, está atacando a la población; sembrando el miedo, limpiando el terreno de los descontentos y protestas, para así lograr mejores condiciones de un país sumiso ante las mafias dominantes en el capitalismo.
Se requiere estudiar las causas de los hechos a profundidad, los diversos patrones que podemos ver que se repiten a través de la historia, y así formular un plan de acción; analizando las formas más convenientes y estratégicas de actuar conforme a nuestros derechos y garantías individuales.
Esto es de gran importancia para nuestra formación como próximos maestros, ya que deberemos despertar la conciencia crítica de los alumnos ante las diversas problemáticas sociales, así como fomentar y practicar la democracia; ya que es irónico pretender un gobierno justo, libre y democrático, si toda una vida, desde la infancia en el hogar y las escuelas, nos regimos mediante el sometimiento a las normas de manera autoritaria, acatando órdenes por obediencia y temor. ■
*Estudiante Normalista de la BENMAC
