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domingo, 19 mayo, 2024
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Crítica de la crítica

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

Con el audioescándalo del presidente consejero del INE, Lorenzo Córdova, la polémica en los últimos días, ha girado en torno a las burlas discriminatorias hacia los pueblos indígenas. Hace mucho ruido, que un funcionario público, se mofe de tal manera de un sector de la población mexicana, aunque todos, de una u otra forma, contribuimos a la marginación del mismo.

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Hace poco tiempo, se podían encontrar anuncios en las paradas de autobuses, en el DF, de la campaña contra la discriminación, y dentro de todos uno llamó particularmente la atención, pues mostraba la foto de un niño indígena sobre el que versaba una leyenda que decía algo así como: “La igualdad es un derecho; él no lo sabe, pero tú sí.”

Tal cartel duró poco exhibido (seguro se dieron pronto cuenta de la contradicción), y sin embargo, tales ideas rondan aún en la sociedad. Aún persiste un sentimiento de sentirse ajenos ante los indígenas, pero no sólo ante ellos, sino ante cualquier persona que consideramos diferente.

 

Las pequeñas grandes diferencias

El caso de Córdova nos escandaliza porque lo hemos vivido en muchos niveles; es un fenómeno tan cotidiano que lo que realmente nos molesta es que salga a la vista, como potenciando la posibilidad de que a cualquiera nos suceda, que a cualquiera de nosotros se nos critique por lo mismo.

Porque ya van varios años consecutivos en los que el bullying escolar ha dejado niños heridos e incluso muertos por todo el país. Sin ser indígenas o parte de algún sector “marginado”, no los exceptúa de ser agredidos por aquellos que creen tener cierto poder. Y este asunto del poder es de medular importancia en el tema de la discriminación, porque es algo totalmente ficticio; ese poder en realidad es una suerte de miedo ante lo otro, ante lo diferente.

Situaciones como las que expone Córdova en su llamada las vivenciamos todos los días en todos los ámbitos; criticamos a aquél que está gordo, al que está chaparro, al moreno, al pobre, al gay… Por todas partes se nos sale la “superioridad” ante los otros y la hacemos notar lo más que nos es posible, porque de otra forma esa “superioridad” no podría existir.

¿No es sintomático que, Córdova, se manifiesta asombrado de la forma en que hablan los indígenas a los que atendió? Ese sentimiento de sorpresa es una manera de marcar una distancia respecto a los demás, de sentirse con poder ante ellos, como si lo correcto y más natural fuera burlarse de tales personas por resultar “curiosas”.

Sí, es indignante escuchar la burla de este funcionario, pero también nos debería provocar una autorreflexión y vernos en sus palabras cuando criticamos con saña a nuestros compañeros de trabajo o de escuela, o a los vecinos, pretendiéndonos mejores respecto a éstos y peor aún, compartiendo nuestra nefasta perspectiva con los demás. Entendamos que no tenemos la calidad moral de señalar la falta de Córdova cuando nosotros mismos somos susceptibles de hacer tales juicios en la cotidianeidad.

En las redes sociales es visible todo el tiempo el afán de superioridad que existe en cada uno de nosotros, cuando nos burlamos de los demás por sus publicaciones, a las cuales más de una vez consideramos “estúpidas”. ¿Quiénes somos realmente? ¿Una suerte de superhumanos que tienen la capacidad de señalarles a los otros lo que deben ser o hacer, pero estamos discapacitados para vernos como realmente somos?

 

Personas especiales

Hace algunos meses, uno de mis contactos homosexuales en Facebook subió una foto de él y su pareja. Él es un joven moreno, chaparrito, con rasgos que recuerdan a los indígenas, mientras que su pareja es rubio, alto, de ojo verde y con una tendencia genética occidental, por así decirlo. Su foto fue compartida en cuentas alternas, incluso de quienes no eran sus contactos, y esto pasó porque para muchos fue muy llamativa esa pareja, no sólo por ser homosexuales, sino por la “diversidad” de sus fisonomías.

La foto suscitó toda suerte de comentarios, en los cuales, se criticaba a  mi contacto por ser “feo” y se le reclamaba no merecer a la pareja que tiene… Desde luego que tales escritos menguaron el ánimo del aludido, y se ha retirado de la red hasta la fecha.

Como este ejemplo hay muchos, en los que, somos muchos los que nos sentimos tan especiales como para tomar partido ante situaciones que no nos conciernen, para juzgar y dar lecciones a los demás sobre sus acciones o situaciones que ni siquiera tienen que ver con una volición, como lo es el caso del aspecto físico.

Quizá sea parte de nuestra naturaleza humana esa manera de conducirse ante lo que nos parece diferente. Pero también muestra una parte un tanto involucionada de nuestras formas de relacionarnos civilizadamente y de nuestro humanismo.

Sí, critiquemos a Córdova, pero en esa crítica va otra implícita contra todos esos hábitos de falsa superioridad, contra toda esa necesidad de sentirnos especiales respecto a los otros y sobre todo, contra la incapacidad de mantener la boca cerrada cuando idioteces nos vienen a la mente y amenazan con propagarse. ■

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