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domingo, 19 mayo, 2024
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Zacatecas, ¿mentalidad de territorio colonizado?

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Por: JORGE A. VÁZQUEZ VALDEZ • admin-zenda • Admin •

■ Columna: perspectiva crítica

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Grandes talentos literarios de nuestro tiempo han hecho mención, desde múltiples ángulos, de la realidad mexicana que conjuga saqueo nacional, decadencia política e indiferencia ciudadana para reflexionar sobre nuestro entorno y actuar en consecuencia.

En ese orden de ideas Carlos Monsiváis observó el peso que en el llamado “complejo de inferioridad” tienen palabras como subdesarrollo, periferia, dependencia, colonización, tercermundismo, así como la degradación y falta de legitimidad de la esfera política mexicana. Por su parte Elena Poniatowska, Carlos Fuentes, Paco Ignacio Taibo II y Juan Villoro (entre muchos otros), advirtieron primero sobre el riesgo que implicaba para el país dejarse guiar por un personaje como Enrique Peña Nieto, caracterizado por su profunda ignorancia y subordinación a poderes supranacionales, así como a los poderes políticos y empresariales nacionales enfocados en la maximización de la ganancia y no en el beneficio social. Hoy, con más de 55 millones de mexicanos sumidos en la pobreza, la rampante falta de oportunidades -para chicos y grandes por igual- y la violencia desbocada, no queda más que darles la razón.

La estafeta de la acertada observación de dichos literatos ahora es retomada por el escritor mexicano Fernando del Paso, el cual, merecidamente, se acaba de hacer acreedor al Premio Cervantes de Literatura. Del Paso, al igual que todos los personajes arriba referidos (con una excepción obvia), opinó con vigor sobre la realidad mexicana que, explicó, conjuga a “mucho gobernante inepto y codicioso” con la “profunda abulia y el escepticismo del pueblo”. Desde su perspectiva, estos elementos nos han convertido en un país en decadencia, y un significativo elemento añadido por el escritor es el de que padecemos una mentalidad de nación “colonizada”.

Esta última consideración de Fernando del Paso es por demás relevante en nuestros días para México, en razón de que nuestra condición de nación subordinada y dependiente deriva de nuestra posición de territorio domeñado por los intereses geoestratégicos de Estados Unidos, a partir de lo cual hemos sido orillados a fungir como proveedores de mano de obra barata, reserva de recursos naturales y, en el colmo de la ironía, reproductores – versión región 4- de un estilo de vida consumista, con una identidad semi agringada y profundamente individualista.

La situación de Zacatecas es digna de reflexionarse en el marco de las declaraciones de Fernando del Paso, pero también por la coyuntura política que se avecina. En este contexto la situación es preocupante en razón de que hoy por hoy, la retórica de la mayoría de los aspirantes a la gubernatura zacatecana se mantiene en un nivel bajo, al menos muy básico. Palabras como honestidad, cumplimiento, trabajo, mejora social, etc., son materia prima de las campañas de gobierno de los candidatos, y su uso indiscriminado está más cerca del arbitrariedad polisémica que del adecuado empleo de esos conceptos, pues fungen más como fórmulas simplistas de captación del voto que como medios para explicar o al menos aludir a proyectos de gobierno serios.

Las ausencias sobre determinados temas en el discurso de los candidatos a gobernador (ya no digamos de los aspirantes a otros cargos públicos de menor envergadura) se intuyen más significativos que los conceptos referidos, y esas ausencias están asociadas a nuestra condición de territorio colonizado y una predominante mentalidad colectiva que pareciera no tener el menor interés en cuestionar nuestra realidad.

Como eslabones de una cadena que mantiene al territorio zacatecano maniatado, destacan la fuga masiva de recursos naturales, la sobreexplotación de mano de obra barata, la falta de oportunidades y el alineamiento de los gobiernos locales a la Federación (de la cual dependemos prácticamente por completo), es decir, el sometimiento es de corte estructural y la versión de colonialismo en nuestros días es guiada por los grandes capitales internacionales, y viabilizada por los gobiernos mexicanos bajo preceptos neoliberales.

La suma de estos factores y la indiferencia ciudadana han generado un caldo de cultivo idóneo para que a cambio de la promesa gubernamental de incentivar el empleo, siga el saqueo masivo de mineral por parte del capital privado; continúen instalándose empresas maquiladoras que imponen salarios de hambre y alargan las jornadas laborales a su gusto para engordar la plusvalía; prosiga la devastación de los mantos acuíferos en lugares como Calera a manos de la cervecera instalada en ese municipio, y la cual amenaza con extender sus intereses comerciales hasta edificios simbólicos del Centro Histórico; se vigorice la migración de zacatecanos no de manera voluntaria, sino obligados en razón de la falta de opciones para mejorar sus condiciones  de vida, por mencionar sólo algunas de las adversidades que la entidad enfrenta.

En un escenario como éste, en el que el colonialismo se enraíza al ritmo voraz del capital privado que busca multiplicarse como los hongos, queda en nosotros reflexionar sobre las condiciones de dominación bajo las que nos encontramos, así como sobre el verdadero papel de los aspirantes a gobernarnos. Dicho de otra forma, es decisión nuestra el hacer oídos sordos o escuchar lecciones como las que nos regala Fernando del Paso. ■

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