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domingo, 19 mayo, 2024
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Cómo tratar de vencer a los gigantes de Etiopía en ‘Don Quijote de la Mancha’, Primera parte, de Miguel de Cervantes Saavedra [1]

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Por: DANIEL SIBAJA* •

La Gualdra 586 / Literatura

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DN (En un lugar de la Emérita, de cuyo nombre ha de ser siempre acordado, hubo no hace mucho tiempo que moría un Autor de los de lente astillero, escritorio antiguo, bicicleta rancia y hule pinchado. Una olla de algo menos que espagueti y de carne chimex, café con bigotes las más noches, molletes y omelette los sábados, paté los viernes, algún yogurt de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su sueldo y cotización del IMSS).

CR [En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelo y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda].

Hace unos días mi grupo de enfermos mentales se desintegró. Creo que lo más obvio fue el ego. Tal vez en ese sentido he estado temblando y sin alguna paz de por medio en mi interior. No sé si rendirme, o volver a cambiar definitivamente. He tratado de estar en muchos grupos de autoayuda y he desfilado por las camillas terapéuticas. De algo estoy seguro, los adictos somos egoístas. Y el fallar muchas veces está en nuestras manos. Quizá el único complemento adicto al que estoy relacionado positivamente es hacia la Lectura. Leo en todas horas y en cualquier sitio. En el autobús, caminando por las calles, en medio de mis clases, a la hora de la entrada, en el baño y muy pocas veces en mi escritorio. Como resultado lamentable, mi ojo izquierdo se ha ido desviando. Fue entonces que, en esa maroma de redenciones, hallé mi libro de Don Quijote de la Mancha (en una edición del 2004), la cual fue obsequiada a los maestros por uno de los presidentes más detestables de México.

La primera parte de El Quijote es sin duda la que proporciona la escena más ilustrada de la obra. Los molinos de viento confundidos por el caballero con unos Gigantes. Creo que sabemos de qué va el libro, pero pocas son las personas que vuelven a sus páginas y se enfrentan igualmente a ese gran cúmulo de letras. En esta batalla he perdido también muchas veces. Sin embargo, me propuse intentarlo una vez más. Resolver el dilema de la primera novela moderna, un hombre cincuentón y su escudero Sancho Panza, quienes se aventuran a una de las historias más caballerescas en un contexto social nada caballeresco de una España en crisis, en una realidad que hasta para nosotros es tan lejana y gigantesca, pero no así de injusta como la de ahora.

DS (Causó desprecio a la licenciada la complejidad del maya y mandó al conserje que le fue dando aquellos libros de dos en dos, para ni ver de qué trataban, pues no hallaba ninguno que no mereciese sino el fuego. “Sí”, dijo la contadora, “¿servir?, ninguno ha de servir, porque todos son viejos y traen termitas: mejor será quemarlos y dejar algunos en las ventanas, hacer un cenicero de ellos y seguir poniéndolos en fuego; y, si no, llevarlos al basurero, y allí se hará la fogata, y nadie verá el humo”).

CR [Causó risa al licenciado la simplicidad del ama y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego. “No”, dijo la sobrina, “no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores: mejor será arrojallos por las ventanas al patio y hacer un rimero de ellos y pegarles fuego; y, si no, llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo].

¿Cómo explicar una adicción? ¿Cómo convencer que la tuya, la más favorable, puede ser la Lectura? Hace unos días me señalaron que no tengo “iniciativa” por tener siempre un libro en la mano. El anterior fragmento sucedió en el colegio de la Lengua Maya, en los años que mi madre dio clases para esa institución en Mérida. En cuestiones de la razón, alrededor de aquella persona, estaba quizá lo religioso, o simplemente, la ignorancia. He discutido acerca de eso en otras reseñas. A veces por ello me pregunto si los libros me han servido o sólo me han dañado. En realidad he visto que la gente desconozca sobre la ficción últimamente. De hecho, los cronistas y los escritores del no-fiction son los más premiados en Latinoamérica en estos años. Mi inquietud es la siguiente, tal vez, no somos locos diciendo que estamos regresando a los años en los que la ficción estuvo prohibida. ¿Qué pasa cuando la realidad sobrepasa los gustos de la gente? Debemos cuestionarnos qué tanto ese mundo detrás de la pantalla es real. Sólo basta un shock en tu vida para darte cuenta de la realidad de este mundo, pero además de ese dolor humano tan común, ahora debemos escapar a ese otro lado digital. ¿Entonces dónde quedó la ficción? Bueno, podría decir que detrás de un iPhone o un iPad. Pero la verdad es que hoy todos vivimos confundidos. Yo mismo he sobrepasado mi realidad por culpa de esa falsa ficción real que nos ofrece el mundo a través del wifi. Hoy la hoguera de los libros está en nuestras manos, y todos los días incendiamos nuestras bibliotecas en este otro sitio, sí, tu íntima relación secreta con el Internet. Escríbame si así desea al correo: [email protected], con mucho gusto les leeré. [Continuará]

 

* (Mérida, Yucatán, 1997)

 

 

 

 

 

 

 

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