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domingo, 28 abril, 2024
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Democracia abierta: levísimo bosquejo de una idea

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

En términos del catedrático español Daniel Innerarity, en su extraordinario texto, Una teoría de la democracia compleja. Gobernar en el siglo XXI: “Gobernar es una acción incierta, difícil y abierta al fracaso”. Esta realidad no es nueva, sin embargo, se ha visto potenciada a partir de la aparición de los medios masivos de comunicación, particularmente las redes sociales, que han traído consigo la posibilidad de una libertad inusitada para informarse y expresarse. Esto ha provocado que, a la par de una serie de fenómenos sociales, la interacción con los gobiernos, su cuestionamiento y la puesta en duda de su información, el resultado sea una fusión sin precedentes entre la función de gobernar y la de comunicar, en búsqueda de legitimidad. Ésta a menudo ha sido la respuesta más socorrida para enfrentar el desafío que hoy se expresa en la tarea de gobernar con un mínimo de consenso. Algunos (pocos) han logrado éxito en esta ruta. Ante este escenario, la duda persistente de cómo hacer funcionar en pleno siglo XXI a la democracia, un modelo añejo, pero insustituible en sus postulados y alcances, se ha venido manifestando con más fuerza, ya no sólo en el fondo de las dificultades de los gobernantes, sino de la academia. Entre éstas últimas voces, tenemos la de Hélene Landemore, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Yale, en varios textos, sin embargo, en esta participación, nos referiremos exclusivamente al titulado Open democracy, Reinventing Popular Rule for the twenty-First Century, en el que expone su teoría de la democracia abierta.
En términos muy generales, Landemore expone que la democracia electoral no cumple con las características de apertura e inclusión que requieren las sociedades, pero que la democracia directa, es una falsa salida también, entre otros problemas, dado que reduce a los ciudadanos a un solo elemento de una democracia real: el voto. Para la académica de origen francés, el punto central de la oportunidad de la democracia actual, lo está en la deliberación, como un proceso en el que el diálogo y la contraposición de razonamientos, permite llegar a cierto grado de consenso o acuerdo. En el modelo que ella propone existen cinco elementos que constituirían el cuerpo normativo de esta democracia abierta: primero, los derechos de participación; segundo, la deliberación como ejercicio inherente a ella; tercero, el principio mayoritario, que debe permanecer como elemento indispensable de legitimidad de las decisiones; cuarto la representación democrática, mecanismo que permite la realización del acto deliberativo, y finalmente, la transparencia, como elemento inherente a las democracias modernas.
La autora aproxima una serie de mecanismos interesantes, como lo es la selección aleatoria de personas para la discusión y aprobación de determinadas normas, e incluso, la autoselección para participar en determinados procesos de decisión colectiva.
La propuesta de Landemore es interesante desde la perspectiva de que coincide, en determinadas vertientes, con otras propuestas como las de la deliberación democrática (llevada incluso a un modelo constitucional por autores como Carlos Santiago Nino) o el modelo mismo de Gobierno Abierto.
Retornando a lo dicho en un principio, la complejidad democrática y su faceta en lo que hace a los gobiernos, nos obliga a explorar ideas, modelos y propuestas, con el objetivo de innovar y consolidar en el terreno de la democracia constitucional que nos rige actualmente, para fortalecerla al grado de garantizarla con resultados óptimos para todos.

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@CarlosETorres_

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