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viernes, 26 abril, 2024
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■ Alba de Papel El adeudo histórico a los municipios, en materia de cultura

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Benedetti escribió que también los pueblos sufren de soledades y asedios, historias que se replican una y otra vez en constante sufrimiento.

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Estos pueblos –no obstante-, se lanzan a imaginar y a liberarse: se atreven a experimentar con los tanteos de la justicia, y cultivan con amor ciertas palabras que los definen y cohesionan como los lugares que son, gracias a su cultura y a la defensa que hacen de ella para no extinguirse y no morir.

Después de todo, son hábitos que la comunidad transmite a sus artífices, ya que éstos no ignoran, de qué cantera van extrayendo su creación, su lenguaje, su camino, a partir de este material, ellos impondrán su originalidad y así como Carrara proporcionó sus mármoles a casi todo el Renacimiento Italiano, el reconocimiento del patrimonio local, permitirá a cada región, sobreponerse para remontar y liberarse de la opresión a la que está sometida.

Lo anterior, es un ejemplo vital de la necesidad de reorientar la mirada y el gasto público de inversión hacia la cultura de los municipios y comunidades de la geografía nacional, para rescatarlos de la violencia que los azota y los comprime, bajo el riesgo de olvidar su origen y perder la fuerza vital que los sostiene.

Con razón, para el autor de La cultura, ese blanco móvil, la cultura ha sobrevivido entre dos fuegos: por un lado, el de los políticos que fraguan su proyecto a la luz de sus intereses – rara vez el interés público-, que poco o nada tiene que ver con la matriz simbólica del lugar que gobierna, promoviendo inconscientemente un deterioro que terminará por aplastar y negar a los otros y a su propia cultura.

En el otro lado, a contracorriente, están los pueblos que saben que sus costumbres, tradiciones, artes y oficios, son su garante para no extraviarse, y son conscientes también de que la lucha por conservarlos, es su mayor desafío para mantenerse a flote en medio de tanta dificultad.

Para la federación, los gobiernos estatales y municipales ¿Cuánto más habrán de soportar los distintos pueblos que integran la diversidad cultural de México para que se les configure un proyecto adecuado que corresponda a su historia y al rumbo que ellos mismos han decidido trazar como comunidad libre?.

Para muchos, resulta complejo entender que vivimos una realidad compartida, con una problemática común, pero que exige para cada localidad, un trato específico, debido a su singularidad, es decir, cada región amerita un política cultural propia y acorde a sus necesidades, que le permita mantener su memoria, su bagaje y su orgullo por el sitio al que pertenece.

Este es un gran reto para el gobierno federal y los estados de la República, lo es para Zacatecas que en septiembre próximo, tendrá un nuevo gobernante que enfrentará no sólo la violencia incontenible que sacude a la Entidad, si no también su pobreza, su falta de desarrollo económico que en su conjunto, han desencadenado encono y desigualdad social, sin contar el tema de la cultura, que desde hace poco más de 10 años, ha sufrido recortes presupuestarios que lo limitan a depender de la federación y a centrarse en la Capital del Estado, incluyendo algunas veces a los pueblos mágicos, que hoy han perdido la excepcionalidad que los distinguió, ignorando al resto.

Una agenda álgida pendiente que deberá corresponder con creces a un proyecto político que quedará plasmado en el plan estatal de desarrollo 2021-2026, que deberá ajustarse con propiedad, ante la mirada crítica de la gente de 58 municipios, que claman seguridad, trabajo, salud y paz social, y a donde la cultura, requiere estar incluida con mayor decisión y financiamiento, ya que su impacto y beneficio no tienen comparativo frente al error del poder supremo, al destinar tantos recursos al tema de seguridad.

Para lograrlo, se necesita más presupuesto y gestión adicional para apoyarlos con una verdadera red de infraestructura que cultive la vida en centros culturales, de artes y oficios, escuelas artísticas de sensibilización y formación; un plan de real apoyo a las culturas populares y su preservación, oficios artesanales, gastronomía, música, danzas, teatro, pintura, fiestas y memoria histórica.

La acción cultural deberá ligarse a los planes de educación, salud mental, campo, medio ambiente, deporte, turismo y economía, habrá de asegurar la sustentabilidad y en ese proceso, propiciar mejores estándares de calidad de vida para la población de las comunidades zacatecanas.

En el sentido amplio de la palabra, hay un gran desafío para la nueva administración gubernamental, ante el clamor creciente porque las cosas cambien y realmente se apoye y fortalezca la descentralización cultural en los municipios, sin perder de vista el desarrollo de sus comunidades, dominadas por un abandono sistemático y ruin, dado que se han perdido saberes y técnicas ancestrales, danzas, fiestas que han mutado a la vulgaridad, recetas de comida tradicional, música, poesía y escritura, coloquios y lo más grave, la vida de cientos de jóvenes, mujeres y niños, todos ellos enquistados en pueblos marcados por la miseria, olvidados y perdidos de su centro espiritual y del sentido de pertenencia a su cultura y a su identidad, pueblos enfermos de soledad y de muerte, por favor, que no se pierda el impulso de vida, que nos devolverá la esperanza, incluso frente a esta temible pandemia que nos acecha. ■

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