Estamos frente a lo que se conoce como la primera novela publicada de Danilo Kis aunque yo no me atrevería a asegurar que se trata “formalmente” de una novela en el sentido tradicional. Es decir, Danilo está un paso adelante de cualquier clasificación y de cualquier género literario. Por eso es grande y por eso se puede regresar a sus libros una y otra vez. Tiene la capacidad de reinventarse, incluso, en cada párrafo. Y “La buhardilla” (Acantilado 2019) no es la excepción. Quizás estructuralmente nos parezca una novela breve, apenas 112 páginas, pero a mi juicio hay algunos fragmentos que cumplen otra función. Por ejemplo, la de microrelatos poéticos. Por ejemplo, la de paradojas independientes de la historia principal. Hasta me atrevería a asegurar que el mismo Danilo trabajó “La buhardilla” de manera fragmentaria. Es algo que se nota cuando la lees. Hasta me atrevería a asegurar que era la intención de Danilo. Si están familiarizados con su escritura (ese mar de imposibilidades que en ocasiones resulta hasta “fastidioso”) aceptarán que Danilo parece que siempre está experimentando en todos los niveles. Desde los filosóficos, hasta los gramaticales.
“La buhardilla” exige paciencia. Una lectura donde realmente sepas apreciar el valor de cada palabra. No es la historia principal en sí la que nos quiere contar Danilo Kis, desde mi particular punto de vista, sino el trasfondo de lo que se puede conseguir en un nivel donde la gramática y la filosofía consiguen mezclarse. Por eso se da la libertad de inventar canciones imposibles de pronunciar. Por eso nos habla de las posibilidades infinitas de una lengua desconocida.
Más allá de lo que se podría considerar la trama principal o el eje rector de la novela: Orfeo, el protagonista, y Macho Cabrio Sabio, su único amigo, divagan durante toda la novela acerca de la existencia y la creación literaria en una buhardilla (de aquí el título), lo que importa son las breves exposiciones que cada quien va haciendo de las distintas temáticas, ese admirarse del mundo sin estar en él y ese adentrarse en el mundo desde otras ópticas. ■
