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viernes, 26 abril, 2024
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El contranoticiero

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Por: Rodrigo Reyes Muguerza •

En 1968, Díaz Ordaz rindió su cuarto informe de gobierno entre palmas, halagos, besos de mano, reverencias imperiales y cualquier gesto de lambisconería que se nos pueda ocurrir. En esa ocasión, el entonces presidente pronunció una frase que la élite política y social aplaudieron como si se tratase de algo histórico. Haciendo referencia a las cada vez más numerosas manifestaciones de protesta, el presidente dijo “hemos sido tolerantes hasta excesos criticados”.

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Poco después de ese discurso, que para desgracia del ex presidente quedó grabado para la posteridad, se demostraría que lo único que ese gobierno toleraba era el uso total y el uso excesivo de la fuerza con tal de que el espejismo del orden y el progreso, que les permitía mantener un control hegemónico, no desapareciera.

Me resulta difícil pensar que hoy en día ese discurso pudiera ser aceptable para cualquiera que tenga un poco de conciencia social. Desde entonces hasta ahora generaciones anteriores a la mía se encargaron de pavimentar el camino para que mis contemporáneos pudiésemos emitir la opinión que queramos con mucha más libertad que antes.

En lo personal me siento bastante incomodo cuando alguien mayor me dice que a las personas que se manifiestan en la calle el gobierno debería de mandarlas a quitar con granaderos. Si, algunas veces las manifestaciones causan molestias y retrasos. Pero lo que molestaría aún más, lo que no nos dejaría estar tranquilos es que la libertad de expresión se aplicara de manera discrecional. No podemos exigir expresar nuestras opiniones libremente, incluso cuando estás no coincidan con las de alguien más, y al mismo tiempo pensar que usar gas lacrimógeno para dispersar manifestaciones es una buena idea.

Afortunadamente para nosotros ese gen fascistoide heredado del régimen pasado se ha ido diluyendo poco a poco. En esta segunda década del tercer milenio resulta difícil exigir un reconocimiento público por respetar que alguien diga lo que piensa, mucho menos si eres el presidente o cualquier funcionario público cuya labor está bajo el escrutinio público y debe de rendir cuentas a la sociedad.

Este cambio de comportamiento se percibe alrededor de muchos temas relevantes para nuestro país. Por ejemplo, mientras que para muchas personas que crecieron profesionalmente en el siglo pasado la corrupción resulta algo totalmente normal, aceptable y hasta justificable, para mi generación y las posteriores estas conductas son entendidas como dañinas, nocivas, antiéticas y sobre todo, ilegales. Por supuesto que hay muchos que aún romantizan a la corrupción pero el punto es que cada vez más personas lo vemos como algo que no está bien.

Esta evolución de valores y en la forma de pensar preparó el ambiente político para que Morena creciera con la rapidez que lo hizo. De hecho por eso ha resultado tan efectivo que una de las banderas del presidente López Obrador, de su gabinete y de todos sus aliados sea acabar con la corrupción, con el influyentísimo, con el abuso de poder y con cualquier comportamiento que previamente era permitido por algunos y deseado por muchos. Lo más importante es que esta ideología, pilar de la 4T está siendo llevada a la práctica con una velocidad admirable.

Si bien los juicios sumarios que algunos esperaban fueran llevados de forma inmediata contra algunos ex presidentes y ex funcionarios públicos no han sucedido, si se han tomado medidas muy concretas para avanzar en el combate a la corrupción, sobre todo en materia legislativa. A menos de un año de que haya iniciado la actual legislatura el Congreso de la Unión ya convirtió los actos de corrupción en delitos graves dotando así de un marco legal antes inexistente que permitirá castigar estos actos de manera severa. Se aprobó también la reforma a la figura de extinción de dominio para bienes que hayan sido adquiridos a través de actos de corrupción y actualmente se está discutiendo una iniciativa para tener mejores elementos para sancionar a quienes a través de la creación de empresas fantasmas defrauden al fisco.

Tuvieron que pasar años para que un partido con la mayoría que actualmente tiene Morena en ambas cámara se decidiese a llevar a cabo estas modificaciones. El hecho de que estén sucediendo de forma tan rápida reafirma la congruencia que existe entre lo que enuncia el proyecto que encabeza López Obrador y lo que muchos de sus funcionarios están llevando a la práctica. Es esta congruencia la que nos permitirá, en un futuro, evaluar la integridad de cada una de las personas que integran la actual administración. De sus resultados depende que dentro de algunos años yo y mis contemporáneos seamos quienes incomodemos a generaciones más jóvenes al tener posturas ideológicas que también se resisten al cambio y que al mismo tiempo tengamos la tolerancia necesaria para aceptar que existen muchas formas de entender el mundo. ■

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