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jueves, 25 abril, 2024
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El primer encuentro Carranza-Reyes

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Por: SIMITRIO QUEZADA •

Imaginemos, intentemos recrear la escena: A finales de 1893 llega frente al culto general Bernardo Reyes un hombre de 34 años, uno de los 15 hijos del ilustre coahuilense José de Jesús Carranza Neira.

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Imaginemos las primeras palabras del recién llegado:

Agradezco, General, que acepte esta entrevista. Vine a la Ciudad de México sólo para hablarle, por petición y en nombre de mi padre. Él me insiste en la consideración del aprecio y amistad entre ustedes, y por ello me urge también a que le exponga detalles sobre lo que seguramente usted ya conoce: en agosto pasado mis hermanos Sebastián, Jesús y Emilio, junto con otros 200 coahuilenses tomaron las armas para evitar que el infame gobernador José María Garza Galán se reelija. La insurrección se dio, pues, contra ese rufián y no contra el gobierno del general Díaz.

Imaginemos la habitación: sobria, con predominio del color café, un escritorio amplísimo donde descansan tres libros y un abanico de documentos. Los ojos del preclaro militar, claros, radiantes, parecen descansar en sendas lunas que forman los bigotes puntiagudos, a los que sigue un matorral de barba bien peinada. El tapatío Bernardo Doroteo Reyes Ogazón sabe escuchar: no por nada ha ejercido ejemplar mando primero como jefe de Zona militar en el enclave de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, y después como gobernador de los neoleoneses.

El de 34 años se llama José Venustiano. Han pasado seis años desde que fue presidente municipal de Cuatro Ciénegas, para orgullo de toda su familia y molestia del mismo gobernador Garza Galán. Renunció al cargo Venustiano Carranza Garza cuando el jefe del Ejecutivo estatal insistía en que se enviaran al gobierno federal informes halagüeños sobre la situación económica de los agobiados municipios coahuilenses.

Venustiano es un hombre metódico, tendiente a la reflexión y el ejercicio de la justicia; don Bernardo es al tiempo firme y atento, con visos de estadista y esteta. Mientras transcurre el intercambio de impresiones, la entrevista se convierte en charla. La historia llegará a registrar la hipótesis de que Venustiano Carranza retrasó años después su incorporación a la lucha armada de Revolución debido a que esperaba la natural sucesión de poder de Porfirio Díaz a Bernardo Reyes, lo que no sucedió debido al apego del primero a continuar encabezando el gobierno del país.

Asomarse a la Historia, entreverarse entre sus episodios, nos permite apreciar instantáneas magníficas. Tomar una biopsia de los años anteriores a la revuelta que comenzó en 1910, sobre todo ésta donde figuran dos grandes personajes, es hoy un privilegio que muchos debemos aprender a valorar. Agradezco a los libros de las bibliotecas esta oportunidad para tomar información y después poder recrearla, poder actualizarla en el crisol de nuestra identidad común y nuestras siguientes tareas como ciudadanos.

 

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