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viernes, 26 abril, 2024
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Felipe Calderón en Zacatecas: El que se lleva se aguanta

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

La  descalificación del adversario es un método muy socorrido para evitar el debate de fondo en una campaña electoral. Ese método consiste en que si uno de los contendientes hace algún juicio o plantea un razonamiento sustantivo, el adversario elude referirse a ello introduciendo información negativa sobre la conducta del otro, de manera que el debate, si ocurre, no se refiere a los temas planteados inicialmente, sino a los ataques tendientes a descalificar. Infortunadamente, ese es el rasgo dominante en la recta final del proceso electoral local en la entidad,  y marcó la reciente visita del ex presidente de México Felipe Calderón verificada el sábado pasado con el propósito de apoyar la campaña de los candidatos de la coalición integrada por el PAN y por el PRD. Durante su intervención más difundida criticó con fuerza el monto del patrimonio personal declarado por David Monreal (27 millones de pesos) señalando que él mismo no los tenía no obstante haber desempeñado el cargo de presidente, e insinuó que era probable que el origen de ese patrimonio fuera el negocio del tráfico de drogas. Así mismo criticó al gobierno en funciones por el monto de la deuda pública que heredará a la siguiente administración y presumió el volumen de recursos y obras públicas que el gobierno federal que encabezó canalizó y construyó en la entidad.

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Lamentablemente, con el contenido de sus expresiones el ex presidente profundizó el carácter  descalificador de los discursos de los protagonistas principales de la campaña electoral en curso, y sobre todo de los mensajes que circulan por todas partes en las redes sociales. No hizo esfuerzo alguno para caracterizar con seriedad el momento que vive el país y la entidad, ni para destacar los ejes centrales del proyecto que registraron formalmente los partidos cuando registraron la coalición. Solo sumó la poca o mucha autoridad personal que todavía tiene para alimentar el miedo a un triunfo de la coalición formada en los hechos por Morena, pero no agregó información alguna que aumente la credibilidad de las acusaciones repetidas miles de veces en estas últimas semanas. También criticó, aunque muy ligeramente, la actuación de la administración en funciones, especialmente en materia de deuda pública.

Sin el ánimo de descalificarlo o disminuir la importancia de sus acusaciones, hubiera sido muy pertinente que informara sobre las razones por las que en su momento no se sometió a proceso judicial alguno a quienes ahora acusa ni, en su caso, cuestionó la omisión de quien encabezó la administración estatal que lo acompañó de 2006 al 2010. Desde cualquier punto de vista, no se debe aplaudir que un ex presidente haga acusaciones graves una semana antes de las elecciones y que no asuma su responsabilidad ante el hecho de que exista la impunidad que lamenta. Es responsabilidad de las autoridades evitar que se presenten estas graves anomalías en nuestros procesos electorales. La PGR estuvo y está obligada a deslindar responsabilidades con oportunidad.

Finalmente cabe señalar que Felipe Calderón se “puso de pechito” para que los amos de la descalificación utilicen asuntos importantísimos como el fracaso de la guerra contra las drogas iniciada por él, para evitar la reflexión sobre sus acusaciones, cuando ese tema central para nuestro país y el mundo merece un debate muy serio y pronunciamientos claros y precisos de los candidatos.

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