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viernes, 26 abril, 2024
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Otras aventuras de la sobredeterminación

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO • admin-zenda • Admin •

Si observamos la evolución en el tiempo de la tasa de contrataciones en la UAZ desagregada por años, y la comparamos con la tasa de crecimiento de los estudiantes matriculados, al mismo nivel de desagregación, vamos a descubrir un fenómeno muy curioso. Hay dos períodos en los que la tasa de contrataciones se dispara: 1973-1976 y 2008-2012, sin embargo la matrícula presenta nada más un período de crecimiento acelerado que es 1973-1976, después de ahí se estabiliza. De hecho la matrícula mantiene un crecimiento estable en todo el período de 2003-2014, creciendo a una tasa promedio de mil estudiantes anuales. En el capítulo “Formación y perfil del docente de la UAZ”, por J. Quintero Félix, aparecido en “Tópicos zacatecanos. Volumen 1” UAZ/LIV legislatura, (1993), se intenta dar razón de la aparición y consecuencias del primer período de crecimiento acelerado, al que el autor se refiere como “crecimiento desbordante”. Lo primero que el autor nota es que el crecimiento de la matrícula es el factor que condiciona el crecimiento de las contrataciones, y sostiene que el aumento en el número de estudiantes es una consecuencia de la estimulación de las expectativas sociales como resultado de los eventos de 1968. El Estado mexicano respondió a esas expectativas permitiendo el “crecimiento desbordante” de las contrataciones para que las rígidas instituciones de educación superior pudieran hacer frente a una demanda social producto de un fenómeno de transición. En efecto, el crecimiento de la matrícula significó la transición de una universidad para grupos sociales pequeños y determinados hacia una universidad de masas. Pero, argumenta el autor, las universidades, y en especial la UAZ, carecían de la capacidad de hacer frente a esos cambios en un doble aspecto: por un lado las viejas estructuras de admisión, promoción y adscripción de docentes no estaban planeadas para un incremento de tales dimensiones, por lo que eso llevó al relajamiento de todos los requisitos de contratación, por otro lado, la ideología de los “viejos” docentes no aceptaba de buen agrado ese proceso de cambios, lo que llevó al conflicto de 1977 que inició con la toma de rectoría. Una vez salvado el conflicto político quedaba el más grave de la pobre preparación de los nuevos docentes contratados. Tal problema se resolvió, sostenemos, mediante la creación de toda la red de mediación generada por los grupos para ejercer el poder, lo que implicó que los aspectos académicos de docencia, investigación y extensión se volvieran secundarios siendo lo principal la alimentación de las “clientelas” de cada grupo. La descripción de los estragos que esta red de mediación hizo a la UAZ se describen en el citado artículo de Quintero Félix, pero pueden resumirse en lo siguiente: una clase dirigente sin preparación académica y dedicada al ejercicio de un poder despótico para fines ajenos a los objetivos universitarios. Lo interesante viene ahora. Si ese primer período de crecimiento acelerado pudo explicarse por su correlación con el crecimiento de la matrícula, crecimiento relacionado a eventos acontecidos en la sociedad mexicana como tal y que repercuten en la UAZ, es claro que para el segundo período tal explicación no sirve porque no existe correlación del crecimiento de las contrataciones con el crecimiento de la matrícula, por lo que parece no haber relación con ninguna necesidad social apremiante. Por lo tanto ese crecimiento no se dio como respuesta a ningún factor externo, no implicó la determinación fatal del Estado sobre la UAZ ni la respuesta a demandas sociales urgentes, sino que fue el resultado de una acción voluntaria de los dirigentes de la misma que se determinó internamente. Los problemas que se derivaron de ese segundo “crecimiento desbordante” replican todos los que se derivaron del primer período porque las contrataciones que se hicieron fueron en su mayor parte de licenciados con el fin de ponerlos a dar clases, aunque algunos se centraron en el Departamento de Actividades Físicas e incluyeron gente sin licenciatura. Aunque no hubo conflicto político porque no existía una oposición como la que existió en los 70´s. La inteligencia detrás de ese crecimiento ignoró plenamente y por propia voluntad la investigación, agravando un problema que ha estado presente en la UAZ desde su inicio: el papel casi nulo que se le asigna, en los hechos, al desarrollo de nuevos conocimientos, confirmándose la obsesión con la reiteración de contenidos. Dado que no estuvo impulsado por factores externos, ese segundo crecimiento mostró que la estructura de mediación construida en la UAZ determina de manera fatal las acciones de los dirigentes, quienes al parecer carecen de imaginación y replican respuestas que ya se sabe son equivocadas. Están atrapados en un laberinto de espejos, en el que no existen más respuestas que las que ya fracasaron. Esas son las redes imaginarias del poder político, siendo lo interesante aquí que habiéndose tenido dos oportunidades para transformar radicalmente la UAZ no se hizo. En la primera ocasión por falta de preparación y premura, en la segunda por ceguera, la ceguera que se deriva del ejercicio de un poder despótico en el que incluso los que lo ejercen están atrapados. ■

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