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viernes, 26 abril, 2024
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Partidos, elecciones y cambio social (2)

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Por: DANIEL SALAZAR M. • admin-zenda • Admin •

Para el tema que nos ocupa, de manera general haremos mención de dos grandes tipos de organizaciones o modelos organizativos, que consideramos pueden servir de referente frente a la necesidad de comprender la política más allá de lo evidente.

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Hoy en día, en que el ejercicio de la política se ha degradado frente a la opinión pública, es más que necesario conocer, distinguir y caracterizar, no sólo a los partidos y personajes que se disputan cargos públicos, sino, además, reflexionar sobre aquellas otras propuestas organizativas e independientes, que también se debaten en el marco actual de la vida política nacional de México.

A grandes rasgos, por un lado pudiéramos hablar de los partidos políticos que más bien se comportan como si fueran un “Club Electoral”: Estos se diseñan y construyen en el marco de las leyes establecidas y en base a una cierta división territorial que le permite dividendos (prerrogativas) según su “rendimiento” en los procesos electorales. Su interés es siempre “ganar espacios” y cargos públicos. Cuenta con una dirección central y con dirigentes intermedios diseminados por todas las regiones. Ocasionalmente cobra cuotas a sus militantes y, al interior, la dirección que comanda la política, autoriza empleos y puestos administrativos a sus más confiables e incondicionales partidarios, creando con el tiempo una burocracia que –tarde o temprano—renegará de sus orígenes y se alejará ya no digamos de las masas trabajadoras del campo y la ciudad, sino también hasta de sus propias bases militantes.

En contraparte, los “Partidos de Combate”, se plantean como tarea central la de organizar la lucha de clases (Mandel). Formulan como objetivo final, la conquista del poder político, pudiéndoseles diferenciar de otros partidos y organizaciones, por su composición social (membrecía), el tipo de dirección, su programa, etc. pero, y sobre todo, por su práctica política. Un Partido de Combate se construye y se templa en la acción; recluta a los miembros más activos y conscientes de la vanguardia obrera y de los diferentes movimientos independientes.

Entre estos dos grandes proyectos, existen añejas y marcadas diferencias que mantienen su vigencia gracias a dos visiones tajantemente distintas. Los primeros (Club Electoral), sostienen al dìa de hoy, la idea de que es posible producir “un cambio social decisivo” por la vía puramente electoral y parlamentaria: “Caminar paso a paso e ir ganado espacios hasta desmantelar por completo al Estado”. Además de estos “opositores” al sistema, en este grupo también se sitúan los que con clara identidad con la clase en el poder, defienden  a ultranza el orden establecido. Lo más “progresista” –por así decirlo- de sus iniciativas, es cuando se atreven a plantear “la Reforma del Estado” como el objetivo final de la política, lo que generalmente termina en su adverso: la Contrarreforma.

El Partido de Combate no pretende regenerar las instituciones corrupas y decadentes actuales. Plantea la urgencia de un cambio revolucionario, es decir, la destrucción del Estado capitalista cuya barbarie en curso amenaza ya la vida en el planeta. Busca junto a otros, construir un Frente Anticapitalista, impulsar la movilización y la auto organización de los trabajadores y la toma de conciencia de éstos frente a sus enemigos de clase. Como táctica, suele considerar (según la coyuntura), la evaluación sobre su participación o no en los procesos electorales y, cuando decide participar, es para agitar desde “esa tribuna”, las ideas de todo su programa opositor anticapitalista y para mejorar la correlación de fuerzas en favor de los trabajadores.

Entre los continuadores del marxismo, podemos encontrar innumerables aportaciones sobre un particular debate: “Reforma o Revolución”. Esto, además de cómo construir un Partido Revolucionario. Del concepto leninista de Partido        -por ejemplo- sabemos que, aunque no es el único que existe, sí es el único que asigna al Partido de Vanguardia el papel histórico de dirigir la Revolución. Lenin planteba como condición, la existencia y madurez previas en una Organización que, dadas las condiciones, debería estar preparada y unida a la vanguardia obrera y a las masas insurrectas, condiciones sin las cuales un cambio de esa naturaleza era (y es) totalmente imposible.

La conciencia de clase no es la conciencia sindicalista. No se produce automáticamente ni de manera espontánea. Para llegar a ella, siempre hará falta el análisis científico (marxista) que permita a la militancia y a las grandes masas en movimiento, el reconocimiento de sus objetivos históricos, es decir, el de ir más allá de sus intereses inmediatos con los que inicialmente se han puesto en acción.

La clase en el poder fuertemente unida y centralizada, ha creado y puesto a su servicio las actuales instituciones (incluídas la mayoría de los partidos). Es profundamente conciente de sus diferencias con los asalariados y, aunque jugara durante cierto tiempo en la historia un papel objetivamenete progresista, hoy en día es terriblemente reaccionaria pues se ha retractado totalmente de cualquier transformación positiva de la vida social. Por eso resulta “oportunista” y contradictorio, que partidos que se reconocen “de izquierda”, sigan buscando entre cajones los “sectores progresistas de la burguesía” a los consideran “empresarios honestos que han amazado sus fortunas honradamente…..” ■

Continuará.

 

Fuentes: Ernest Mandel  / V. I. Lenin (obras)

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