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jueves, 25 abril, 2024
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Desarrollo humano o mercantilización

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Por: AQUILES GONZÁLEZ NAVARRO •

Reconocemos que el patrimonio mundial, en tanto su fundamento, su función, su utilidad práctica, su disfrute, su protección, su desarrollo y su difusión, representa un derecho humano universal por lo que reafirmamos nuestra convicción de que este derecho es inherente a la condición de humanidad de los ciudadanos, interdependiente e indivisible y que por lo mismo, es responsabilidad de los estados”. Carta Guanajuato del 27 de enero de 2005 de la Organización de Ciudades del Patrimonio Mundial (OCPM).

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El conflicto que ha generado la operación de una cantina en la Avenida Torreón, colindante con la Alameda y en pleno Centro Histórico de la capital, hace de este asunto un tema obligado.

De los bienes culturales y naturales que han sido inscritos en el patrimonio mundial, algunos corresponden a los Centros Históricos de Puebla, Oaxaca, México y Xochimilco, Guanajuato, Morelia, Querétaro, Tlacotlalpan, Campeche y Zacatecas.

El INAH se ocupa de los Centros Históricos del país desde abril de 1972, pero Zacatecas conservó la custodia y conservación de los suyos, gracias a la visión progresista del ex gobernador José Rodríguez Elías, que promulgó la Ley de Conservación y protección de Monumentos y Zonas típicas del Estado en 1965 y que declaró zonas típicas y por lo tanto protegidas como patrimonio cultural a las zonas urbanas de las ciudades de Sombrerete, Pinos, Jerez, Nochistlán, Villanueva, Guadalupe y Zacatecas capital.

La protección de las ciudades patrimonio de la humanidad debe ocuparse necesariamente de dos aspectos:

El financiamiento por parte del Ejecutivo federal para la conservación, preservación, restauración y recuperación de las ciudades mexicanas declaradas patrimonio mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Y la no menos importante, la consideración de que las ciudades patrimonio mundial, presentan una problemática más compleja, ya que se trata de lugares “vivos”, actuantes y de un trajinar diario, donde miles de gentes deambulan por calles, callejones y plazas, ya sea para admirar la impresionante arquitectura (el turista) o simplemente para lo más común: realizar sus actividades cotidianas (los habitantes).

En lo que toca al financiamiento, es de reconocer que la federación y en parte el gobierno de Zacatecas, ha destinado importantes recursos económicos para tal fin, lo que ha permitido no sólo la conservación, y restauración de monumentos históricos y artísticos; igual de plazuelas, calles y callejones que hacen del viajero y del citadino una deliciosa vivencia.

A pesar de la suficiencia de recursos, estos no han alcanzado a las zonas que circundan el Centro Histórico, por lo que, habitantes de muchos años, han sido desplazados a nuevas colonias ante la amenaza de que sus viejas viviendas se desplomen en cada época pluvial, lo que está propiciando una nueva generación de latifundistas urbanos, que compran las fincas a precio de terreno y las reconstruyen, más que para viviendas, para negocios, sobre todo del ramo turístico.

Urge la creación de un fondo de restauración y políticas públicas que hagan del Centro Histórico un sitio de encuentro de sus habitantes.

Pero no es todo: Urge “garantizar a cada una de las comunidades los medios de conservar y desarrollar esa libertad, su patrimonio cultural y defenderlo contra las presiones deformadoras de la mercantilización del turismo y de otras formas de agresión” (Carta Guanajuato).

Hoy esas presiones deformadoras de la mercantilización del turismo constituyen toda una amenaza: Hermosos edificios antiguos o típicos conservan su fachada, pero sólo eso, sus interiores han sido fraccionados para una estructura de negocios, principalmente para los llamados antros. Y qué decir de la proliferación de tiendas de autoservicios. “Acaban con las tienditas”, decía un habitante desplazado del Centro Histórico propietario antes de una tortillería.

Se ha procurado la preservación de nuestras ciudades consideradas dentro de la declaratoria de la Ley de Monumentos y Zonas típicas del Estado, pero no se ha atendido el asunto mayor de impulsar el desarrollo humano sostenible, dinamizador de empleo, de desarrollo y de justicia social.

Mención especial merecen los llamados antros: Al igual que las tiendas de autoservicios, aportan cantidades económicas nada despreciables al erario y al funcionario.

Su ubicación dentro del Centro Histórico de las ciudades “protegidas”, Zacatecas y Guadalupe principalmente, garantiza de por sí la afluencia de cientos de jóvenes, ávidos de diversión.

La ganancia es lo importante, no las condiciones de protección civil en los inmuebles y, menos la tranquilidad de los vecinos que de pronto ven su calle invadida por automóviles que bloquean su cochera, luego el ruido ensordecedor y al cerrarse la cantina, ésta se traslada a la calle para seguirla. En la madrugada basura, sólo basura… y desechos.

La reglamentación es más que urgente. La Legislatura tiene la obligación o los vecinos tomarán medidas. ■

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