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viernes, 26 abril, 2024
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Bordando ideas: del electorado indignado a las próximas elecciones (primera parte)

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Por: RICARDO BERMEO •

El audaz acontecimiento del 15-M (indignados) ha sido un hito fundamental para romper  el pseudo-consenso de la sociedad -política y civil- española, mostrando las  falsas ilusiones que sostenían  al imaginario social  español,  en plena descomposición, el de “España va bien” impulsada por la integración a la UE, y basado en una supuesta  (“modélica”)  transición democrática, que ha quedado evidenciada, por  su catastrófico desenlace actual.

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Al 15-M, abría que sumar  (antes) y después numerosos procesos, y movimientos, que, en su conjunto, terminarían por erosionar -de un modo quizás definitivo-  los  apuntalamientos  del  bipartidismo PP y PSOE (-y de la casta política-), logrando poner al desnudo las mentiras con que se intentaban explicar -y justificar- las políticas de austeridad (neoliberales) para gestionar la crisis. Mentiras percibidas, gracias a esa persistente contestación ciudadana desde abajo, como una escandalosa estafa, gestionada por las elites –“financiarizadas”-,  que, bajo la forma del servicio de la deuda (fondos buitre incluidos),  y las privatizaciones, liquidan el dominio público, -y la soberanía popular-,  apropiándoselos, mediante sistemáticos saqueos que llevan a la ruina las economías y  conducen  los regímenes oligárquicos  (que dicen que son democráticos aunque no lo sean)  con “reingeniería” sistémica”-  hacia formas de “totalitarismo al revés”: criminalización de la protesta, terrorismo de Estado, etc.

Contra esa monstruosa deriva, se levanta un proteico y multiforme movimiento, que por ahora ha conseguido –lo ayer impensable-  romper el imaginario social dominante (el del ingreso al primer mundo, de la mano de la transición democrática modélica),  sometiéndolo  al más ácido de los contrastes posible, exhibiendo sus antidemocráticas formas de hacer política, versus las formas de “democracia real ya”  que funcionaron de manera “ejemplar” en las plazas,  y que  después  se  extenderían -como nuevo ADN-  a múltiples iniciativas, que de un modo u otro, metabolizaron  -integrándolas- las claves centrales de la democracia radical participativa/autonómica (horizontalidad, toma de decisiones en asambleas, mandar obedeciendo, etc.), formas de democracia efectiva actualizadas/descubiertas/creadas por los “indignados”, (reinventándolas tras su eclipsamiento).

Cuando a pesar de todo ello, no consiguieron parar las infames políticas, incluso, como en el caso de las islas Canarias, donde la “marea verde” -el movimiento contra la privatización de la educación pública-, logró sostener protestas apoyadas por la inmensa mayoría de la población. Toda esa efervescencia ciudadana, confrontada contra  tales límites impuestos por el régimen (al servicio del ineducable 1%)  se ha canalizado parcialmente, -sin abandonar las calles-, hacia  las urnas,  emergiendo de ese modo un “electorado indignado”, que ha logrado desembocar hacia  un delta estratégico, de una importancia extraordinaria, que ha sido puesto de relieve, por las recientes elecciones al parlamento europeo.

En este panorama, además de la trayectoria meteórica de Podemos, conformando una nueva formación política que es ahora -especialmente- temida; diversas encuestas la posicionan como la virtual ganadora de las próximas contiendas electorales, razón por la cual, se han prendido todas las alarmas en la “casta política”, que ve amenazados sus privilegios. Para el  PP -y PSOE-, Podemos es “un peligro para España”, el enemigo a vencer.

Se han multiplicado las candidaturas ciudadanas, impulsadas por organizaciones, movimientos, partidos políticos –nuevos, y  no tan nuevos-.  La sociedad española (y catalana y vasca, et al)  se enfrenta a una gran bifurcación. El kairos es visible.

Las divergencias y convergencias, con nuestra realidad son profundas, imposibilitan la copia, y nos exigen un conocimiento compartido derivado de una reflexiva comparación.   También nosotros, necesitamos impulsar una “rebelión democrática”, creando y/o fortaleciendo  un tejido asociativo y reivindicativo donde encarne -y se generalice- ese nuevo imaginario democrático “indignado”. Para ello, es vital salir a las plazas, a las calles, a los barrios, colonias, comunidades, y, en el día a día, ir construyendo los nuevos modos progresivos de vivir en común. Avanzar trazando las líneas programáticas de la acción colectiva, y las formas de autoorganización correspondientes,  atendiendo a lo local y a lo global,  construyendo  el proyecto  desde el territorio, desde -con- la propia ciudadanía, cuya unidad como cuerpo político, no debe ser fracturada por representantes que falten  al “mandar obedeciendo”.

Caminar juntos, ligando la diversidad política y social,  paso por paso, en ese “hacer haciéndose”  -autoinstituyente, capaz de conectar  desde abajo muchas otras iniciativas, que buscan cambiar el régimen político y económico, a nivel regional/nacional/internacional,  en donde el problema de las escalas, pueda resolverse mediante una elucidación permanente, y la concomitante toma de decisiones –democrática/efectiva- sobre los problemas que afectan la vida de todos y de todas. Estas son parte de las complejas interacciones  de un proyecto (consciente de sus límites),  capaz de generar/instituir  un nuevo tipo de relación entre  -movimientos- ciudadanos, partidos/  representantes electos.

Los retos/desafíos contra estos tiempos de oscuridad, están situados en el orden del día, es responsabilidad de todos/todas, hacerlos nuestros: el tiempo apremia. ¿Entonces qué tipos de acciones reflexivas podríamos compartir? ■

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