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viernes, 26 abril, 2024
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“Diferendo diplomático” entre México y Guatemala

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Por: JUAN ANTONIO VALTIERRA RUVALCABA •

A don Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa,
embajador emérito, internacionalista ejemplar
y canciller mexicano.

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Corrían los tiempos de Miguel de la Madrid Hurtado en la presidencia del país. Abraham Talavera, embajador mexicano en Guatemala, negó todo tipo de ayuda y apoyo a nuestra llegada. En la misma puerta de la sede diplomática, nos hizo saber a través de un ayudante guatemalteco que si no traíamos el suficiente dinero para pagar el traslado hasta la capital del país centroamericano “era nuestro problema”. En efecto, era nuestro problema y fue nuestro problema durante día y medio en la capital chapina.

Estábamos en Guatemala. Y para lograrlo le ofrecí a un par de tripulantes de una camionetita tipo panel nos internaran hasta la ciudad capital de su tierra. Ellos aceptaron siempre y cuando le pagáramos 10 dólares o en su defectos unos cien quetzales. Convenía más hacerlo en billete verde.

Uno de ellos advirtió que no traíamos el efectivo para cerrar el trato, cuando el personero de Talavera nos dio el mensaje del político mexicano. A regañadientes aceptaron llevarnos al hotel. Al hospedarnos no nos volvieron a ver hasta el día siguiente.

El tiempo se hizo eterno entre que el administrador de Canal Once de Televisión nos enviaba y confirmaba con el Banco de América la transacción -viáticos- a nuestro favor. Antes, la periodista Blanche Petrich me prestó 300 dólares para pagar el débito a la persona que nos trasladó de territorio nacional a Guatemala.

Lo cierto es que estábamos en Chiapas y Quintana Roo cuando Julio César Santos, responsable de medios del presidente Marco Vinicio Cerezo, confirmó que teníamos la entrevista exclusiva con el presidente de filiación demócrata cristiana. Era la razón que teníamos para habernos internado de esa manera y sin los recursos económicos necesarios para no pasar calamidades.

En el hotel buscamos una salida para no toparnos con los dos tripulantes de la camionetita que estaban apostados en la entrada principal esperando para que les pagáramos, pues teníamos la entrevista con Cerezo.

Suponíamos que la entrevista exclusiva sería en Palacio Nacional. Para allá fuimos, luego de brincar una reja trasera del hotel, el productor Salvador Perches Galván, el camarógrafo Raúl Mendieta. Sólo contábamos con una hora para llegar a las 12 del día e iniciar nuestro trabajo periodístico en forma.

En la puerta cerrada del palacio, un policía nos dijo que era un día festivo en Guatemala y que todos los personajes encabezados por el Presidente de la República estaban encabezando un desfile militar como parte del día de su independencia. La media hora que había de distancia, la hicimos caminando a paso veloz. Perches cargaba el tripie, Mendieta su cámara y yo le ayudaba con la mochila del material.

Llegamos al enorme campo militar donde se realizaba el desfile de las fuerzas armadas guatemaltecas. Acceso negado pues había que traer una identificación que unas horas antes habían distribuido entre los medios nacionales y los corresponsales extranjeros. Alegamos hasta que uno de los militares vestido de civil accedió a que ingresáramos con discreción “ya que es una ceremonia solemne de nuestro glorioso ejército”. Indicó que camináramos por la orilla de un listón de plástico.

Ya adentro, pensamos, nos escurrimos hasta donde está el presidente Cerezo. Así sucedió. Aprovechábamos cualquier descuido y obviamente hicimos alarde la astucia pulida en el país en otros eventos. Llegamos en cuestión de minutos hasta el mismo salón de recepciones del lugar. Ahí encontramos al general Héctor Gramajo, ministro de Defensa y fue él, quien mientras fumaba un cigarrillo, nos dijo por dónde aguardar la salida del mandatario guatemalteco.

Una vez identificada la salida opcional de Cerezo, nos internamos nuevamente al salón de recepciones. Entre la gente distinguí al señor Julio César Santos, encargado de la oficina de prensa guatemalteco. Lo encaré para decirle qué dónde sería la entrevista que me había asegurado, vía telefónica, tenía para Canal Once de la televisión mexicana. El negó toda confirmación y alegaba que quizá yo me había confundido porque la única que daría su presidente sería en México al titular del noticiero 24 Horas con Jacobo Zabludovsky.

Alegué hasta el punto de perder la calma, pues se me hacia una irresponsabilidad el decirnos que nos trasladáramos a la capital guatemalteca para una entrevista con su jefe cuando no era así.

Terminó el desfile y Vinicio Cerezo pasó del calor agobiante en el exterior al clima artificial de ese gran salón. Ahí estaban la mayoría de los representantes de los organismos internacionales, los embajadores acreditados en aquel país y los principales jefes militares. El Pedro Armendáriz guatemalteco, le decían a Cerezo, ingresó a un saloncito para acicalarse la ensortijada melena castaña. Mientras avanzaba hacia el sitio por entre sus ropas se le asomó una pistola a la cintura.

Al salir, y como si supiera de nuestro propósito camino en esa dirección. Y frente le dije: gracias, Presidente por la entrevista para la televisión mexicana…soy Juan Antonio Valtierra, reportero… ¿dónde sería? Hizo cara de extrañeza y buscó a Santos a quien le pidió atendernos y se alejó rumbo el cuerpo diplomático.

Casi le grité que sólo le quitaría no más de diez minutos…y que eran tres preguntas solamente.

Vinicio Cerezo realizaría a México una visita de Estado. Su llegada sería en unos días más. Nosotros recogeríamos sus impresiones de la agenda bilateral, el tema de los refugiados en nuestro país y los planes de tierra arrasada. Volteó e hizo la señal que no.

La ministra de Turismo, Claudia Arenas, mujer inteligente e influyente en el gabinete de Cerezo se percató de mi enfado y diligente se acercó para saber qué ocurría. Enterada, ofreció comentarlo nuevamente con el Presidente. Retornó y comentó que el mandatario lo pensaría y que ahí aguardáramos. La sospecha se hizo real: Cerezo tomaría la salida que nos había revelado Gramajo.

Sobre el pasillo de emergencias para los altos jefes, según los militares, esperamos la inevitable salida de Cerezo. Puntual a nuestra cita fuera de programa, el Presidente no tuvo opción para contestar las tres preguntas. Molesto nos dio nota para un programa especial e incluso para un reportaje en tres partes – “en busca de una patria”, se puede ver en Youtube- que se transmitieron en 1986 por Canal Once.

Con el material videograbado nos fuimos a la terminal de autobuses de la capital guatemalteca para que Salvador Perches tomara un bus y retornara a la frontera con México. Los amigos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) lo esperarían ahí para llevarlo hasta el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez y volara al Distrito Federal.

En tanto todo eso ocurría, en la embajada, Abraham Talavera recibía a los guatemaltecos para escucharles la queja de nuestra impuntualidad de pago por el traslado. Sin dimensionar o buscarnos para pedirnos una explicación, el policía político mexicano metido a diplomático, llamó a la Secretaría de Gobernación para decir en tono acusatorio que “unos mexicanos de Canal Once habían generado un conflicto que podría escalar a diferendo diplomático entre México y Guatemala”.

La entrevista con el presidente Vinicio Cerezo se transmitió en el noticiero estelar de Canal Once sin cortes y Talavera se quedó con su mohín frustrado que pretendía nos pusieran fuera del trabajo reporteril. n

*Comunicador.
[email protected]

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