Apartir de la Revolución Industrial, iniciada en el siglo 19, sobre todo con las industrias pesadas, y el despegue tecnológico del siglo 20, surgió la idea de que los factores de crecimiento económico tienen potencia infinita; además de que los Estados Unidos, una vez resuelta su crisis del 29, emprendieron un crecimiento sostenido que parecía no tener tope. Así se confeccionó la idea del crecimiento económico ilimitado, terminando por convertirse en creencia, es decir, en una idea que no se cuestiona sino que se asume como obvia.
Sin embargo, en estas dos últimas décadas, esta creencia estalla y cae hecha polvo, dejando claro que el crecimiento tiene límites caros y definidos, como el equilibrio ecológico.
El proceso industrializador y la urbanización mundial generan el calentamiento global provocando un cambio climático que se manifiesta en eventos extremos frecuentes y en efectos muy serios sobre la producción de alimentos y la reproducción de la vida natural.
Al constatar que ciertos procesos económicos degradan los ecosistemas, es que se rompe la sinonimia que existía entre crecimiento y desarrollo, y surge con ello el concepto de Desarrollo Sustentable.
Es decir, el propio concepto de Sustentabilidad nace de la conciencia de que hay ciertas formas de crecimiento económico que destruyen la vida y no son deseables; y por tanto, surge la pregunta, ¿cuáles formas económicas son las que se armonizan con el mantenimiento del equilibrio ambiental? Estas preguntas se convierten en la búsqueda de la sustentabilidad en la producción de riqueza en general. Sin embargo, a pesar de que estas cuestiones iniciaron su marcha mundial a principios de los 90 (hace más de 20 años) se ha avanzado casi nada en el diseño sustentable de las políticas del desarrollo en nuestros países.
Los gobiernos siguen siendo cortoplacistas en todos los aspectos del desarrollo, lo que impide emprender estrategias efectivas que permitan armonizar los distintos ámbitos del desarrollo: crecimiento económico con equilibrio ambiental y con desarrollo social (derechos sociales para la equidad).
Abordando en conjunto los componentes de la sustentabilidad: la tala de bosques sin regulación efectiva, la explotación minera, el cubrimiento urbano de acuíferos, el monopolio de energías fósiles, etc. Una de las recomendaciones de la ONU para el tema es contar no solamente con políticas generales de escala nacional e internacional, sino meter más rigor en los planes de escala local en las políticas de desarrollo con carácter sustentable; y por local entienden las demarcaciones de gobiernos intermedios (estatales) y municipales.
Y si revisamos el carácter sustentable de las iniciativas locales en el desarrollo de sus territorios, nos vamos a encontrar que no hay nada. Una muestra del interés y la prioridad del tema lo tenemos en la puesta en marcha de la ley de cambio climático en México, que va más lenta que una tortuga y aun sin reglamentos para iniciar su aplicación, en comparación con la aceleración con la cual aprobaron las llamadas reformas estructurales.
La rapidez y efectividad legislativa en el tipo de leyes es una muestra de la prioridad del gobierno en el tema ambiental. La degradación respecto a las políticas sustentables parece la carrera de Aquiles contra la tortuga.
