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viernes, 26 abril, 2024
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¿Qué te importa más, tu conciencia o tu reputación?

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Por: JULIO CÉSAR NAVA DE LA RIVA •

Entre la ciencia, la política y la práctica

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“Mi conciencia tiene para mí, más peso que la opinión de todo mundo.” Cicerón

Un maestro del Oriente observaba a un escorpión que había caído al agua y se estaba ahogando, por lo que decidió sacarlo de ahí, pero cuando lo hizo el alacrán lo picó. De la reacción de dolor, el maestro lo soltó y el animal cayó al agua y se estaba ahogando de nuevo. El maestro intentó sacarlo otra vez y el animal lo picó nuevamente. Alguien que estaba viendo al maestro se le acercó y le dijo: ¿Disculpe, pero usted es terco? Cada vez que intente sacarlo del agua lo va a picar.

El maestro respondió: la naturaleza del escorpión es picar, pero eso no va a lograr que yo cambie la mía, que es ayudar. Así que con la ayuda de unas hojas, el maestro sacó al escorpión y le salvó la vida. No cambie su naturaleza, si alguien hace algo malo, sólo tome precauciones. Algunos persiguen la felicidad, otros la crean.
Preocúpate más por tu conciencia que por tu reputación. Debido a que tú conciencia es lo que eres y tú reputación es lo que otros piensan de ti. Y lo que otros piensen, no es nuestro problema… ¡Es el problema de ellos!

El pensamiento anterior lo pude recoger de una publicación en el muro de Facebook de una persona y me hizo reflexionar que nunca pensamos en este tipo de cosas, especialmente si no conocemos con exactitud la diferencia entre conciencia y reputación. Conciencia se define de manera general como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno refiriéndose a la moral. Reputación se refiere a la fama o prestigio que tiene una persona ante la sociedad entre la cual se desenvuelve.

En esta vida todos estamos obligados a tomar decisiones a cada momento, a cada instante, a veces sin darnos cuenta. Contar con buena reputación es hacer lo que la sociedad considera como lo correcto, hacer lo que los demás esperan de nosotros y apegarse a los cánones que históricamente se han establecido. Tener buena reputación es algo que debemos valorar, pero también hay que precisar que no siempre será hacer lo correcto. Un ejemplo sencillo para ello sería, la persona que hace bien y lo necesario en su trabajo en una dependencia, siendo honesto y realizando lo que le piden.

Eso hará que tenga buena reputación de cumplido, de disciplinado y que no genera problemas. Pero tener la conciencia tranquila de hacer las cosas bien, tal vez signifique que no siempre haga las cosas que le piden, sobre todo si están mal hechas, o también que estén bien hechas pero sabiendo que puede lograr que sean mejores, para bien de la institución y de una sociedad que reclama eficiencia de los gobiernos. Pocos hacen eso porque eso conlleva problemas porque rompe inercias y esquemas en donde todos transitan.

La conciencia es un poder elevado que requiere saber discernir. Lo bueno y lo malo, lo feliz y lo infeliz, está determinado por las elecciones que hacemos en la vida, a pesar de que no recordemos haberlas hecho, a pesar de hacerlas automáticamente, siempre lo son. Necesitamos ser capaces de discernir lo bueno de lo malo, lo cierto de lo falso, para que nuestras decisiones sean correctas. Necesitamos la habilidad de ver claramente las cosas como son realmente, no importa que tan buena sea la apariencia. Esto nos permite dirigir el curso de nuestra vida que nos llevará a donde realmente queremos ir. Trucos e ilusiones están por todos lados, el camino puede estar inundado de un diluvio de palabras y mentiras. El sabio discierne encontrando el diamante entre la bisutería.

Conciencia es saber que debemos aprender a juzgar, después de discernir lo correcto de lo incorrecto, la falsedad de la verdad. Discernir es el inicio de las acciones en nuestra vida. Luego tenemos que decidir, si hay dos buenas acciones o tres decisiones honorables, todavía hay un juicio que hacer. ¿Cuál entre las opciones es la que nos corresponde hacer? Como una balanza espiritual, el poder de juzgar nos permite valorar hasta la última consecuencia de nuestras acciones y de las acciones de los otros.

Hacer lo correcto a veces implica llevar a cabo acciones que no nos gustan, que nos pegan, que nos duelen y que nos dejan frágiles y vulnerables. Las decisiones morales son las más complicadas, porque además de saber lo comentado respecto a lo que está bien o mal, debemos también reconocer que no podemos considerarnos los mejores jueces de nuestra propia vida.

Con todo lo anterior, debemos aclarar que en principio no tenemos que desestimar el buscar contar con una buena reputación, sino más bien el objetivo del artículo es poder reconocer que todos debemos primero tener la conciencia limpia y tranquila porque ello nos habrá de llevar a lograr una paz interior y un nivel de control emocional al que pocos pueden acceder.

No olvidemos nunca que el sabio nunca deja que el deseo influya en su decisión y que no todo en la vida tiene un final eternamente feliz. Gracias por su tiempo para esta lectura, nos vemos el próximo miércoles. ■

([email protected])

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