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viernes, 26 abril, 2024
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Aprende a desprenderte por salud mental

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Por: JULIO CÉSAR NAVA DE LA RIVA •

Algunos de nosotros durante años fuimos acostumbrados a tener sin falta, cosas a las cuales nos acostumbramos. En otros casos durante meses o años trabajamos para lograr dichas cosas y también nos acostumbramos a ellas y nos provocan satisfacción. Dentro de estas cosas hablamos por ejemplo de: un puesto laboral, una oficina, un vehículo propio o del trabajo, dinero, beneficios y comodidades, consideraciones de personas con quienes convivimos y también beneficios sentimentales de personas con quienes tenemos una relación.

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Todo lo anterior es bueno hasta que demostramos nuestras debilidades, entendidas como algo normal en los seres humanos y que hacen que olvidemos que muchas de las cosas o personas que tenemos no son nuestras y que no debemos sentirnos como propietarios. Pretender ser dueños o únicos propietarios de cosas o personas hace que dejemos de darle valor real y terminemos reclamando o frustrándonos cuando por algún momento no lo tenemos. El mostrar un sentimiento de enojo o frustración por no tener lo que estamos acostumbrados, denota debilidad y lo que en principio es edificante y satisfactorio, se convierte en una situación que genera estrés, representado luego en maltrato, abusos y depresión.

La forma comúnmente conocida de esta debilidad o demostración de desequilibro son los celos, “el vicio de la posesión”, como Jacques Cardonne los denominaba, que suelen definirse como un estado emotivo ansioso que padece una persona y que se caracteriza por el miedo ante la posibilidad de perder lo que se posee (amor, poder, imagen profesional o social, vehículos, casa, dinero, amistad en primer orden de alguien, etc). Tener celos o actitud posesiva por alguien o algo deriva fácilmente en desconfianza y sospecha permanentes que obscurecen y perjudican gravemente las relaciones personales con quienes están involucrados. ¿Cuántas personas no conocemos que celan demás a personas? Pudiendo ser en amor o en amistad, queriendo ser el único centro de atención y limitando e incluso alejando a otras personas que pudieran ser de beneficio para quien celamos ¿Cuántas personas no conocemos que son posesivos con cosas? Como vehículos en su trabajo, oficinas asignadas, responsabilidades de trámites (que ni siquiera se dejan ayudar en beneficio propio) que por miedo no dejan que nadie conozca, a uso de implementos o equipos y que pretenden ser indispensables para que cuando no estén, nadie sepa manejarlos. Cuántos no luchan por detalles insignificantes en los trabajos y pelean con muchas personas sin darse cuenta que no son cosas valiosas y que están perdiendo oportunidades importantes de contar con amistades que pueden en el futuro generarles mayores beneficios.

El común denominador de las personas que celan o se aferran de forma desmedida a personas o cosas, generan sentimientos confusos, paralizadores y obsesivos, es la poca seguridad en sí mismos. Personas inseguras que tienen temor de que la persona depositaria de su amor o amistad prefiera a otra. Este comportamiento tiene sus raíces en la niñez y el tipo de educación recibida, y muchas de las veces va mucho más atrás del nacimiento. Los celos o inseguridad se dan por varias razones, y éstas pueden ser la baja autoestima, la falta de confianza en uno mismo, si hemos vivido escenas de posesividad o celos entre nuestros padres, por traiciones vividas en el pasado y sobre todo se dan en personalidades histriónicas, paranoides y narcisistas. Personas que buscan tener una propiedad para compensar todas las carencias emocionales que no lograron tener de niños (as). La persona posesiva tiende a ser altamente dependiente emocionalmente hablando, necesita de alguien para sentirse bien debido a que tuvo algún tipo de deficiencia y acaba queriendo tener a alguien para compensar esta carencia.

Es importante distinguir entre lo que queremos con cierta racionalidad y lo que queremos que pueda ser irracional. Lo racional se fundan en nuestro claro deseo de continuar teniendo a la persona o la cosa y nuestra preocupación por facilitar nuestra actividad o vida, esto nos lleva a sentirnos molestos o preocupados pero no muy perturbados. Lo irracional es cuando exigimos de manera absolutista una atención e interés exclusivo hacia nosotros o somos tan posesivos con cosas que no son nuestras pero creemos que sí, y nos sentimos horrorizados y desvalorados ante la posibilidad que no lo tengamos. Esto nos conduce a sentirnos ansiosos, rabiosos o deprimidos, a pensar obsesivamente esta posibilidad, a ser suspicaz con el otro y a exigir pruebas de compromiso y fidelidad.

Comencemos a pensar en las personas que tenemos (amores o amistades) y también en las cosas que sobrevaloramos y veamos todo ello como un regalo en tu vida, en vez de verlo como una propiedad. Si dejamos de lado la falsa creencia de que las personas o cosas, nos pertenecen, entonces podemos ser mucho más tolerantes y aceptar cuando se alejan de nosotros por cualquier motivo. Recuerden que vamos de paso y nada nos llevaremos, gracias por su atención hasta el próximo miércoles. ■

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