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viernes, 26 abril, 2024
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Arte popular e investigación

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Por: JOSÉ ARTURO BURCIAGA CAMPOS •

La llamada cultura nacional es un punto de encuentro en los discursos políticos, intelectuales, históricos y universitarios. Se entiende este tipo de cultura, en un significado amplio, como “el conjunto de valores inmanentes a la colectividad, resultado de un proceso histórico de transformaciones sociales, en el que se han creado vínculos, intereses y símbolos de identificación comunitaria e involucran a todos los sectores y clases sociales, posean o no conciencia de ellos”1. Ahí se involucran diversas categorías complementarias entre sí como arte, religión, costumbre, tradiciones, historia. También debe estar la investigación en sus sentidos amplio y estricto. Ésta sirve de plataforma en el desarrollo de muchas de las categorías señaladas. La cultura nacional se conforma a partir de las “culturas regionales” y “las culturas locales”. Es necesario hacer una distinción entre región, regionalización y regionalismo. El primer concepto se remite directamente a la idea de territorialidad; el segundo alude al proceso transformador de ese territorio, de manera natural o por la intervención del Hombre, del Estado y de la participación social; el tercero se remite al sentido único o particularista impulsado, otra vez, por el Estado y la sociedad y que marca la diferencia con otras regiones fronteras. Entremos en materia. A estos tres factores desde y relacionados con la territorialidad, deben ser conducidos los esfuerzos de los investigadores del arte popular. Es preciso que ellos se reconozcan en uno o varios ámbitos −nacional, regional, estatal, municipal y local−. El sentido de pertenencia es un primer paso donde el investigador identifica categorías, simples y complejas, autónomas y correlacionadas para ir a la búsqueda y encuentro del arte popular, sus reflejos y manifestaciones tangibles e intangibles.
Un rasgo predominante en el arte y la cultura populares es la fusión de varias corrientes culturales. No cabe duda que lo nuestro como mexicanos, norteños, zacatecanos o zacatequenses ha estado en constante cambio, culturalmente hablando. Los procesos han sido diversos, alineados en lapsos cortos o medianos o, en el mejor de lo casos, en la cuenta larga de la historia cultural. El arte y la cultura, prescindiendo de sus categorías (que facilitan su parcelación, estudio y procesamiento), están presentes en todo. Esta visión totalizadora y generalizadora enfrenta una realidad que debe ser sometida a escrutinio desde lo general a lo particular.

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La libertad individual, el acto de crear, hacer del pensamiento una expresión tangible o intangible y colectiva, es parte de las búsquedas y los encuentros con el arte popular. Por ello, todas las influencias cuentan: el grado de participación en una comunidad; la interacción política, profesional o de oficio, confesional y religiosa. Los vaivenes de la modernidad y la persistencia de lo tradicional también son determinantes. Esto, sin detenernos en la discusión de que la propia tradición también se relaciona con las rupturas culturales y generacionales provenientes, al final de cuentas, de una modernidad ubicada en un tiempo y en un espacio.

El investigador, al acudir a la búsqueda y encuentro con el arte popular, debe ser crítico y asertivo, dejar a un lado la ingenuidad y no refutar que el progreso del Hombre ha favorecido a la cultura de las masas. Es decir, tratar con todo cuidado y separar los efectos de la mundialización sobre una cultura nacional, regional, estatal, municipal y local. Es una tarea difícil y tal vez hasta ingrata tratar de hacer prevalecer los cánones de una tradición en la cultura o el arte popular, ignorando las diversas influencias del mundo moderno y la tecnología. Decir esto, estar consciente de ello, es congruente al momento de identificar los elementos de una tradición, una costumbre, una danza, un relato popular, una artesanía, un platillo típico u otro reflejo cultural. En suma, el investigador, avezado o bisoño, debe situarse, conocer y reconocerse en sus contextos, determinar, describir, clasificar, explicar, relacionar y comparar las expresiones del arte popular dentro de los mismos ámbitos en los que desarrolla su tarea.

¿Y cuáles son esas expresiones? Las manifestaciones folclóricas imbuidas en el “saber del pueblo”, frase que proviene del vocablo sajón Folk-lore: las creencias, los protocolos, los juegos, las artesanías, la literatura, las danzas, la música, las comidas, los vestidos, los métodos de trabajo y la vivienda2. El investigador se sitúa en un contexto, ejerce su pertenencia y su identidad y luego voltea la mirada para adentrarse en el conocimiento de una o varias de las anteriores expresiones del saber del pueblo. Pero no se crea que se esté reduciendo la idea a una forma peyorativa, como decir que el folclore sólo se identifica con el pueblo, como sinónimo de masas comunes y corrientes. En el arte popular caben todas las expresiones individuales de la creación, desde las llamadas “de la alta cultura” hasta las más modestas, rudimentarias y sencillas. Y la sencillez, dicho sea de paso, no es sinónimo de baja calidad de pensamiento, idea o expresión artística. ■

*Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Responsable del proyecto Centro de Investigación y Experimentación en Arte Popular de Zacatecas

(Endnotes)
1 Ramírez Godoy, Guillermo (2003): Ramas de identidad. Historia y Conceptos de la Cultura y el Arte Popular, Universidad de Guadalajara-Formación Cultural de Jalisco, A.C., Guadalajara, 2003, p. 55.

2 Ibid., pp. 85-91.

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