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sábado, 18 mayo, 2024
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Sueños, realidades, rijosidades

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Por: RENÉ LARA RAMOS • admin-zenda • Admin •

Por estas fechas, de los paisanos en EUA, radicados o no, legales o no, quienes quieren y pueden, retornan a sus lugares de origen, no sin importarles los riesgos de hacer un viaje en dos sentidos, venir de los EUA, a sus ciudades o comunidades, con la decisión de regresar allá, donde quedan, su hogar y trabajo.  Sin disfraz de “Santa”, vienen en sus vehículos cargados de obsequios o dinero, electrónico o contante y sonante, para regalar o compartir con los suyos o con su comunidad de origen, de distintas formas. Para poder hacerlo, allá aprenden, muchas veces in extremis, a ahorrar para sobrevivir, ya no digamos para contar con recursos, con los cuales puedan sostener su posición de trabajo y la social – cultural, dada la costumbre entre ellos, de organizar y comprometer a sus individualidades y familias, en clubes, operantes en distintas áreas de territorio americano. A ellos y sus descendientes, Usted los puede encontrar, estudiando en grandes universidades o trabajando en puestos calificados de grandes empresas o medianas, nacionales o internacionales, en áreas públicas, económicas, comerciales o culturales, de servicios, etc. Por supuesto, hay quienes, preparación y capacidades de por medio, deliberan, se organizan y echan mano de sus recursos acumulados, para poner su propia empresa, en cualquier rama industrial, de servicio, alimentos u otra.

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Así, el acervo moral y cultural de los paisanos, radicados allá, por estudios o trabajo, se pone a prueba, pues se requiere, a diario, para poderse mover y sostener en esa complejidad, o desarrollarse mediante la generación de incrementos de la complejidad adquirida y condensada en Empresas o “Clubes”, que se retroalimentan, ¿mediante comunicación e interacción sistemática? Además, la consistencia de su credencialización, diplomas, títulos, les facilita responder a múltiples exigencias, personales, grupales o sociales, en ello se puede ver la nada fácil forma de operar para sostenerse allá y desarrollarse, con márgenes de seguridad económica, social, cultural. A lo militar recurren el Estado y los militares en EUA como (dura) vía para integrarlos, y la gran complejidad en que muchos se rifan la vida para lograr su aceptación cívica y política en aquellos lares.

No obstante, todo esa capacidad generadora de trabajo y de cultura, desplegada en un país que presume de libertades, el flujo y permanencia de migrantes  de origen mexicano, como el de cualquier otra nacionalidad, está controlado y supervisado según su Estado de Derecho, como en cualquier otro país, pues los Estados Unidos son un país de leyes y de vez en vez hasta presumen de ello. Como sea, la información reciente sobre el tema migratorio, proporcionada por La Jornada, (19.12.16) señala que, según las “cifras del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, el gobierno de Barack Obama deportó a 242 mil 456 ciudadanos mexicanos en el año fiscal que va del primero de octubre de 2014 al 30 de septiembre de 2015, un repunte, respecto a los 176 mil 968 connacionales expulsados en un periodo equivalente entre 2013 y 2014. El dato contrasta con la caída global en el número de deportaciones realizadas por el país vecino en el más reciente de los años mencionados. Los mexicanos sumaron 72.7 por ciento de todos los deportados, con lo que se alcanzó la cifra de 2.9 millones de mexicanos devueltos de manera forzada a su país de origen entre 2009 y 2015. (Ver La Jornada del lunes 19.12.16.) Sí, casi medio millón por año.

Los deportados, no es todo lo que eventualmente puede impactar o afectar a México, si se tiene en cuenta nuestro endeble desarrollo interno, ante la dura actitud de Trump, nada pro democrática, sino agresiva, de ir en contra o afectar hasta “comercialmente” a las firmas o empresas estadounidenses que quisieran o tuvieran proyectos de inversión en el extranjero, en México, por supuesto, asunto baladí para algunas de ellas con largo operar en México, cuya capacidad de producción industrial no sería afectada. Con todo, hay ruido y rijosidad hacia México por parte de Trump, ya como Presidente de los EUA. No obstante, las razones que aducirán o las múltiples formas a que recurrirán las añejas o recientes empresas extranjeras en México para lidiar caballerosamente con el “nuevo” huésped de la Casa Blanca, sin recibir daño alguno, les facilitará seguirse apropiando, sin mayor preocupación, de las utilidades generadas en un ambiente institucional, más que favorable a sus capitales y empresas de todo tipo. Con todo, el asunto en juego, según este editorial, es: “que México formule y proponga a la comunidad internacional nuevos marcos jurídicos y culturales que permitan entender y gestionar la movilidad como un fenómeno inevitable dentro de un mundo globalizado con profundas asimetrías económicas, prolongados y mortíferos conflictos bélicos y crisis recurrentes.” ¡A darle! (Aunque casi sea Navidad, una que se espera y desea feliz.) ■

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