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sábado, 18 mayo, 2024
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Los resultados del 24-M en España: una revolución democrática en curso Cuarta y última parte

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Por: RICARDO BERMEO •

El acontecimiento España, lo mismo que el movimiento en solidaridad con los 43 de Ayotzinapa,  y otros mil y un procesos, forman parte de “una guerra histórica,  donde a cada uno de nosotros nos corresponde elegir el campo”.

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Inmanuel Wallerstein, trata de recoger la irrupción de nuevas alternativas político partidistas, incluyendo -otras- recientes elecciones, Canadá, Escocia, Inglaterra, Polonia, Grecia y España. Procurando perfilar una alternativa electoral –y de gobierno- estratégica, retoma el concepto de partido-movimiento, una mezcla virtuosa entre la forma-movimiento y la forma-partido. Una formulación con la que se apunta a resolver el problema de la necesaria autonomía del  movimiento, desde lo social, ante la necesidad de crear y fortalecer contrapoderes (dobles poderes).  Tarea por demás difícil, si se pretende realizar desde gobiernos, limitados de una manera muy pesada, por el conjunto de fuerzas antidemocráticas de los poderes fácticos, (empresas transnacionales, bancos e instituciones financieras, los medios de comunicación masivos, el crimen organizado, etc.).

Partido-movimiento frente y contra su captura desde lo político, por parte de la lógica estatal y de la partidocracia (es decir, de la “institucionalización”; de la que el PRI es un ejemplo). En la medida en que las fuerzas políticas impulsoras del cambio democrático, terminarían inevitablemente por ser domesticadas, subalternizando las voluntades -y deseos- político-ciudadanos,  cuya participación  se reduce a la de ser un simple caladero de votos (ser libres una vez cada seis años), donde el clientelismo y la compra del voto han llevado, hasta extremos ignominiosos, la prevaricación de los regímenes oligárquicos liberales en que vivimos (“lo llaman democracia pero no lo es”), o donde, bajo el modelo de  gobernanza, darían su consentimiento “consensado”, sometiendo -de ese modo-, a la sociedad, a las políticas dictadas por la razón neoliberal, a la que terminarían legitimando  a través de este tipo de  “confluencia perversa” denominado gobernanza.

Existen varias posiciones políticas, en el actual escenario español (europeo –y global-) que es necesario elucidar.

Una primera es la de quienes han perfilado durante meses (antes incluso de que existiera Podemos), una propuesta municipalista que se fue construyendo de manera autónoma –mediante una alianza social amplia, y una alianza política, abierta e incluyente-. En la misma fueron fundamentales un conjunto de mecanismos y herramientas de radicalización democrática, las asambleas como máximos órganos de decisión, las elecciones primarias abiertas, elaboración de los programas, etc.

Podemos se sumó, avanzado el proceso, a estas candidaturas, dándoles  un impulso, que en algunas de ellas resultaría muy importante, pero no fue el artífice de esa confluencia virtuosa entre forma-movimiento y forma-partido, que terminaría por revelarse como decisiva. Al extremo que se convirtió en un punto central del debate, si debería o no, y cómo, replicarse ese “modelo” convenientemente rediseñado –una tarea muy compleja—.

Podemos finalmente ha decido lanzarse con Pablo Iglesias como su candidato, modificando su estrategia, pero solo parcialmente, la que ha sido resumida como “Podemos y más siglas”, en cada región, se agregarán los otros partidos interesados en acompañarlos,  negándose así a dejar a un lado  su “marca”, y optando por una candidatura de unidad popular, por ejemplo… “Ahora en común”, etc.

Están en juego dos posiciones. Una que defiende  la creación de contrapoderes, espacios de autonomía del movimiento, y otra que privilegia la eficacia electoral, mejorando también, la gestión de gobierno, municipal, autonómico o estatal.

Habría una tercera posición, que considera necesario rechazar la vía de la democracia-electoral, en la medida en que termina –fatalmente- por devorar a los que aceptan participar en esas lógicas de poder, estatal y económico capitalista, afirmando, contra la vía de la institucionalización, la necesidad de permanecer defendiendo la propia autonomía.  Manteniendo y generando nuevas formas de lucha, e impidiendo, al mismo tiempo, que sean invadidos los espacios de libertad, igualdad, y apoyo mutuo, creados por el movimiento.

Theodor Karyotis, la enuncia desde otro ángulo, más autonomista, cuando señala a propósito de Syriza y de Grecia, lo siguiente: “los movimientos sociales de los últimos años, hicieron propuestas muy importantes, pero no tenían un proyecto totalmente diferente, no supieron  conectarse entre sí, no supieron comunicar su mensaje a la sociedad, no supieron generar una organización política no necesariamente electoral, una organización que articulará todas esas luchas y que generará una propuesta clara de emancipación de la sociedad”.

Quizás estos apuntes puedan fijar en las tres posiciones los términos de un debate, que nos interpela a todos, no sólo en la medida en qué,  lo que se juega en España y en Grecia tiene una importancia geopolítica global, sino debido especialmente a qué, entre nosotros existen también esas posiciones y los términos del debate nos conciernen directamente y es fundamental elucidarlos. Tarea común.

En un mundo atravesado por el colapso civilizatorio… “solo luchar tiene sentido”. Pero… ¿con qué  estrategia? ■

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