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sábado, 27 abril, 2024
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El mundo al revés

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Por: DANIEL CÓRDOBA •

La escuela del mundo al revés es la más democrática de las instituciones educativas. No exige examen de admisión, no cobra matrícula y gratuitamente dicta sus cursos, a todos y en todas partes, así en la tierra como en el cielo: por algo es hija del sistema que ha conquistado, por primera vez en toda la historia de la humanidad, el poder universal. En la escuela del mundo al revés, el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse. Las víboras aprenden a volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los caminos”. Patas Arriba, la escuela del mundo al revés. Eduardo Galeano.

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En este artículo quiero rendir homenaje a uno de los autores más influyentes en mi formación universitaria y personal, en el día de su muerte. Recuerdo que en muchos trabajos y tesis durante mi paso por la facultad, siempre iban encabezados por alguna elocuente cita de Galeano que nos daba qué pensar y que repensé mi acto docente.

Y es que muchas veces, los educadores físicos tenemos la “etiqueta” de los de los tennis, o los que están en el recreo… perdiendo credibilidad y respeto ante el claustro de académico y las familias. Y es, como dice Galeano, ¡la Escuela al revés! Aplauden a aquellos maestros que ciegamente siguen las instrucciones de un manual (libros) y desprecian aquellos que trabajamos con el mejor material: el alumnado; respetan aquellos que son incapaces de tener, en un solo grupo, a diferentes niveles de alumnos y se burlan de los que tenemos la capacidad de realizar un trabajo integrador e individualizado; los llaman innovadores a los maestros que utilizan un proyector o una pizarra digital, pero repudian aquellos que con nada inventamos juego, con nada hacemos un trabajo multidisciplinar; alaban a aquellos que contra la naturaleza humana mantienen a nuestros hijos sentados durante horas, y ningunean a los que, a través del movimiento, damos las mejores herramientas de aprendizaje y de la vida.

Estimados maestros de educación física, no culpo a los otros maestros, ni a los padres y madres de familia, ni tan siquiera a la sociedad de este desprecio profesional y social, seguramente en parte es nuestra culpa: nos agachamos, asentimos, ignoramos, y seguimos muchas veces, sin prepararnos ni justificarnos científicamente. Estimados maestros, somos la última piedra de la Escuela de Mundo al Revés, la que está más próxima a nuestros conciudadanos; armémonos de criterios, de base científica y formativa, y alcemos la voz como sabemos, haciendo sonreír un niño con un juego, en el que aprenderemos tantas cosas… ■

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