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viernes, 3 mayo, 2024
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¿Por qué nos matan los gringos?

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Según la historia, Estados Unidos de Norteamérica ha sido invadido solamente en dos ocasiones, la primera en 1812 por el ejército inglés y la segunda por Pancho Villa el 9 de marzo de 1916, quien invadió Columbus, Nuevo México, base del décimo tercer regimiento de caballería de Estados Unidos, para cobrar venganza al gringo Sam Ravel por un dinero que le robó. Regresando en el tiempo, tenemos ahora que la protección a los derechos humanos de nuestros nacionales en el extranjero es muy endeble; las y los mexicanos que adquieren la condición de migrantes, deben encomendarse más al altísimo que a las leyes mexicanas que protegen nuestros intereses más fundamentales. Si les va mal en el camino, en la estancia o en el regreso, deben saber que el Gobierno Federal emitirá su más enérgica protesta, si son famosos o el crimen es muy grande, el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, contribuirá al rosario de enérgicas manifestaciones que condenan los hechos en donde, generalmente los policías, agreden a muerte lo mismo a niños que adultos, hombres y mujeres, prietos o blancos que para el caso son exactamente lo mismo. La muerte del connacional michoacano de nombre Antonio Zambrano Montes de 35 años, a manos de la policía de la Ciudad de Pasco, perteneciente al condado de Franklin del estado de Washington, refleja lo miserable de algunos especímenes humanos, que al ser agredidos con piedras, optan por disparar en reiteradas ocasiones hasta causar la muerte de un semejante, en este caso, de un jornalero que huye con las manos en alto; en el video, se aprecia efectivamente que el occiso agrede con piedras, después corre con las manos en alto y es alcanzado por tres uniformados que a escasos metros, le disparan hasta causarle la muerte.

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Fríamente vemos a tres individuos contra uno, tres armas contra piedras; exceso de la fuerza a todas luces con independencia de la agresión de que fueron objeto los infames. La respuesta institucional también duele, puras méndigas condenas enérgicas y, en materia de derechos humanos, declaratorias y recomendaciones que son como las llamadas a misa o pasadas por el arco del triunfo, al igual que la Declaración de los Derechos Humanos, la Carta Internacional de Derechos Humanos y los múltiples tratados internacionales que sobre la materia se han suscrito. Pese a que la vida y la integridad de las personas deben estar por sobre todos los demás derechos básicos, su protección es más endeble que las hojas secas de un árbol. Somos especialmente ineptos como gobierno, instituciones y como organizaciones para proteger los intereses del pueblo, los gringos pueden pasar la línea fronteriza y en nuestro propio territorio, asesinan a niños con tal saña como si se tratara de la bestia más feroz, recordemos el caso de Sergio Adrián Hernández de 14 años que murió a balazos en el Puente Negro que divide a la frontera con Tijuana o el caso de Anastasio Hernández Rojas, muerto por daño cerebral a consecuencia de los golpes y las descargas eléctricas que le dieron los aproximadamente 20 agentes fronterizos que se turnaban para castigar al mexicano, por cierto, estaba esposado y nunca se opuso al arresto. También recuerdo el caso de Ramsés Barrón Torres de 17 años que fue ultimado de un balazo por la patrulla fronteriza, su delito fue intentar cruzar la frontera en busca de la pesadilla americana, sin embargo, fue atacado del lado mexicano. ¿Por qué nos matan los gringos? Por lo débil que es la defensa de nuestros intereses en la frontera con Estados Unidos, por nuestro sistema jurídico tan raquítico para proteger los derechos humanos; nos matan por racistas, por cobardes, por nuestras miserables consignas enérgicas. Nos asesinan tal vez, porque se sienten menos que nosotros; por no tener líderes del tamaño de Pancho Villa que miren de frente al vecino país y no den las nalgas o les tiemblen las corvas a la primera. Sin duda debemos fortalecer la vigilancia y protección de nuestros intereses en las fronteras, aprendamos a fijar posturas internacionales de amplio calado a sabiendas de la grandeza de nuestra nación y de nuestra gente. Nos hacen falta muchos Panchos Villa o cuando menos, los tamaños que tenía. ¡Viva México Cabrones! ■

 

*Representante de Zacatecas ante el Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable

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