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miércoles, 8 mayo, 2024
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José Antonio Carreño (1803)

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Tres o cuatro años después del incidente Romero-Hoyos, ocurrió la muerte de don Ignacio Ramírez, (1) encargado de la otra escuela que bajo el cuidado del Ayuntamiento existía en la ciudad de Zacatecas. De ello nos enteramos al conocer la solicitud para sustituir al finado, hecha por José Antonio Carreño, “natural de la Villa de Sombrerete, y de estado casado”, según lo menciona de su puño y letra. En su petición al Ayuntamiento, Carreño menciona con una falta de modestia que no oculta: “[…] ante V.S. con el más profundo respeto, hago presente que, por efecto de mi aplicación, genio y proporciones naturales, he conseguido instruirme y ejecutar con regular destreza y conocimientos las artes de escribir y contar bajo las reglas que dictaron varios maestros españoles que se dedicaron a aquellas.

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En esta atención, en la que me halló sin destino para sostener a mi familia y con justos deseos de ocuparme en el servicio y bien del público; noticioso además de que V.S apetece establecer las dos escuelas dotadas de esta ciudad con maestros en quienes se hallen las calidades que importan para la enseñanza de la juventud, considerándome con las más principales según acreditan las tres muestras que debidamente presento a V.S. y también manifestare si se necesitase de cualquier otro examen” (2).

Cuando ocurría la ausencia de algún preceptor como fue el caso de Ignacio Ramírez, no faltaban candidatos que solicitaban cubrirlas con el perfil requerido, aunado a la necesidad económica por parte de los aspirantes. Las solicitudes se presentaban por interesados lo mismo de la provincia zacatecana, que de otros lugares. Fue en 1803 cuando tras la muerte del susodicho Ramírez, el Ayuntamiento lo hizo saber a la opinión pública por medio de la Gaceta del 15 de abril (3). Además de José Antonio Carreño, otro de los interesados en cubrir la plaza vacante dejada por don Ignacio Ramírez fue Miguel García Maldonado, profesor de Gramática y filosofía, con experiencia en la Universidad de Salamanca perteneciente al Obispado de Valladolid, en Castilla la vieja, España, y que al momento de hacer su solicitud radicaba en Tulancingo. García Maldonado estaba dispuesto, a imitación del maestro Jesucristo, según lo hacía saber en su escrito, a venirse a trabajar a esta “tierra joven para coger el fruto de la bienaventuranza”. En tal sentido, envió su solicitud acompañada de su curriculum con sus comprobantes certificados por el señor cura de aquel lugar, dejando claro el compromiso, de “servir al magisterio con celo y aplicación”. La solicitud la firmaba en Tulancingo, el 6 de mayo del año en cuestión.

Antes de ésta solicitud, el Ayuntamiento había recibido otra suscrita por Joaquín Muñoz y Pliamil, fechada en México, el 30 de abril (4). Don Joaquín que se decía “natural de los Reinos de Castilla”, dirigió su escrito al Síndico del común del Cabildo de la ciudad, don Pedro Torices, ante quien manifestaba: “[…] estar instruido en cuentas, haber seguido la carrera de estudios y ser mayor de veinticinco años de edad, por lo que juzgo sea capaz de dar a los jóvenes que se me confíen una educación cristiana y política.

Suplico me tenga por presentado […] admitirme en dha. vacante, habiéndome noticiado por la Gaceta estar vacante el empleo de uno de los maestros de primeras letras de la dotación de esa ciudad, pues estoy pronto a ponerme en camino” (5).

Del interés y celo de García Maldonado y de la urgencia de Muñoz y Pliamil, aspirantes foráneos a ocupar la vacante de maestro, no sabemos dar cuenta por la falta de testimonios que den seguimiento a este asunto. Pero, por el contenido de las solicitudes de García Maldonado y del castellano Muñoz y Pliamil, deducimos los contenidos elementales de los conocimientos que se impartían en las escuelas de primeras letras de la época. Estos se reducían al dominio de la lectura y escritura y de las operaciones matemáticas elementales, conocidas como el dominio de “contar”. Finalmente, La plaza vacante que había pertenecido a don Ignacio Ramírez sería ocupada el sombreretense, José Antonio Carreño.

Referencias:

AHEZ. Archivo Histórico del Estado de Zacatecas.

1 AHEZ. Fondo Ayuntamiento. Serie Enseñanza, “Solicitud de D. José Antonio Carreño para ocupar el puesto de maestro, vacante por la muerte de D. Ignacio Ramírez”, sin fecha, 1 f. Don Ignacio Ramírez fue al lado de Fernando Villalta uno de los maestros designados por el Fiscal Menos Antiguo del Ayuntamiento para establecer (fundar) una de las dos escuelas, según lo establecía el auto del 12 de agosto de 1785. Con toda probabilidad la escuela en la que trabajaba Ramírez no era la de Miguel del Hoyo, pues aquel murió tres años después del incidente que éste último tuvo con el comerciante Bartolomé Romero y que en colaboraciones anteriores reseñamos.

2 Ibid., fjs.1 y 1v.

3 AHEZ. Fondo Ayuntamiento Serie Enseñanza “Solicitud de Miguel García Maldonado para desempeñarse como maestro de primeras letras”, C.1, 1.fj. 1803.

4 AHEZ. Fondo Ayuntamiento, Serie Enseñanza. “Solicitud de Joaquín Muñoz y Pliamil para ocupar la plaza de maestro de primeras letras”, C.1. fj.1. 1803.

5 Ibid.

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