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sábado, 18 mayo, 2024
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El derecho a la rebelión en la historia de Zacatecas

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

  • Historia y Poder

Nunca contra un pueblo se habían cometido tan burdas maniobras para explotarlo y vejarlo con los indignantes salarios que lo tienen sometido a la peor de las miserias, nunca contra un estado del país se habían suscitado tal cúmulo de abrumantes irregularidades para que olvidase su historia de rebeliones y esto es Zacatecas: un estado vigoroso pero con olvidos criminales de sus muy constantes asonadas y rebeliones que lo pusieron a la vanguardia en la escena nacional.

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Y no sólo fue un imperdonable olvido de las acciones justicieras que a lo largo de las centurias protagonizaron las fervientes generaciones encabezadas por líderes mineros y campesinos, por intelectuales o comerciantes, por sacerdotes revolucionarios y caudillos independentistas, fue una bandera que usaron las grandes hipocresías institucionales en pos de que se les resguardara a la gran fauna de politiqueros y que se olvidara el derecho a la rebelión contra el despotismo.

Una prueba contundente de la gran cauda de rebeliones que nos han caracterizado fue la que encabezó el intrépido Luis Moya Regis en contra de todo el filamento porfirista establecido en nuestro estado en el que la explotación descarada, la detención y la tortura fue el pan de cada día en contra de los inconformes que protestaban contra las tiendas de raya, los azotes y las desapariciones forzadas, los cementerios clandestinos y las ausencias de un Estado de Derecho y en el que los curros pudientes de la oligarquía zacatecana se solazaba con esbirros en orgías de placer y de viandas ante las inminentes ganancias producidas por el trabajo colectivo.

Luisito Moya Regis se acompañó de otros grandes rebeldes zacatecanos que no le tuvieron consideración a la cobardía y fue Trinidad Cervantes el jinete más alebrestado, Pánfilo Natera García el aglutinador de las masas corajudas y organizadas con palos y piedras para asaltar haciendas y sitiar ciudades, Félix Bañuelos con su impecable estilo y personalidad a la altura del señor Moya para atraer los dineros suficientes para acelerar la toma de ciudades que se resistían a los cambios que el país exigía para terminar de una vez con la infelicidad y desolación de las amplias mayorías desheredadas por siempre y sumidas en el peor de los analfabetismos.

Mas antes, las rebeliones mineras y campesinas se extendieron por todo el territorio sin que se midieran las consecuencias y hubo logros que sirvieron para la reducción de los horarios esclavizantes, el derecho a la atención médica gratuita a los mineros enfermos, el ejemplo fue para que una gran gama de otros oficios tuviera en su legítima defensa con qué defenderse, si los panaderos y sus sindicatos, si los tablajeros y sus organizaciones, si las empleadas domésticas o las mujeres trabajadoras del nixtamal y las tortillas, toda una unción en pos de protestar y protegerse en el mutualismo y la entera solidaridad organizada.

Los culpables de tanto ensañamiento en la infelicidad de las grandes muchedumbres zacatecanas siguen libres y con un dejo de cinismo y despotismo se invitan a las suntuosas fiestas y agradecerse mutuamente estar tras las sillas de la conducción del estado disimulando las pesadillas y argumentando acciones cristianas y no republicanas cuál es el derecho a seguir en los rumbos de nuestra patria chica. ■

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