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domingo, 19 mayo, 2024
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¡Maestro aguanta, el pueblo se levanta!

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

  • Inercia

Dado que en México hay una persistente distinción de estratos sociales, en el sistema educativo se ven reflejadas estas diferencias. Existe por un lado la educación pública, destinada a los caprichos del Ejecutivo por medio del SNTE, donde los maestros reflejan la incontrolable necesidad de trabajo, pues al no tener alternativa comienzan a trabajar en condiciones generalmente deplorables: Escuelas improvisadas, grupos numerosos, salarios bajos, amenazas…

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En reciprocidad, la educación impartida en esta situación será equivalente; la preocupación primera será que el alumnado obtenga los conocimientos básicos de acuerdo al nivel correspondiente pero nada más. Trabajar en edificios míseros ocupa una parte del intelecto del que está al frente del grupo, pues tiene que valerse de otras aptitudes para impartir sus clases ahí; preocuparse por el techo o la limpieza del lugar no debería ser tarea del mismo.

De igual forma el educador que tiene grupos con un número elevado de alumnos por clase, se ve afectado en la vigorosidad física y en contraparte, el educando será atendido a un nivel muy bajo pues debe competir con sus compañeros por la atención del mentor quien, difícilmente podrá ocuparse de las necesidades particulares de todos los integrantes del grupo.

Y qué decir de cómo perturban los sueldos paupérrimos… En el maestro aquejan no solo en el plano personal donde se le complicará tener un patrimonio digno, sino también en el social, pues lo colocan en uno de los extremos del estrato económico, sobre todo si se labora en el nivel de educación básica.

Sumado a todo esto, está la situación sindical, en manos de títeres del Ejecutivo nacional, quienes controlan al magisterio con amenazas para mantenerlos a raya a conveniencia del partido o causa encomendados; se sabe de numerosos crímenes cometidos contra quienes se han opuesto a tal régimen.

En contraparte, está la educación privada, la cual en principio se sostiene del alumno. En este sistema, los maestros no son guías sino empleados del discípulo quien se siente con derechos sobre él. En esta forma, los profesores suelen trabajar por contrato, sin prestaciones y sin sueldo base, quedando a expensas de las necesidades laborales cada inicio de clases.

Bajo estas condiciones ¿qué sentimiento de entrega puede generarse en un trabajador? No hay una sensación de pertenencia, ni de fidelidad a la escuela que no le genera una inversión a futuro. Aunque también hay colegios y universidades privadas que ofrecen condiciones laborales óptimas, son más las que no.

Ahora bien, en países como Finlandia, evaluado como uno con los mejores niveles de educación mundialmente, según Laura Plitt en una nota de la BBC de 2013, ser profesor tiene un gran peso en lo social: “Esta profesión atrae a tanta gente porque ser maestro es un honor en Finlandia. Probablemente sea la profesión más valorada” y muy por el contrario que en México, “los maestros son considerados profesionales académicos y tienen la responsabilidad de desarrollar su trabajo, por eso no se ejerce sobre ellos un control excesivo”, le explica a BBC, Anita Lehikoinen, secretaria permanente del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.

Al hacer esta comparación se puede entender que la educación nacional, además de ser un problema económico, es un conflicto sociocultural, pues hay en el profesorado una devaluación total.

 

El maestro luchando, también está enseñando

Si hablamos de las vicisitudes que el magisterio enfrenta, se tiene que hablar entonces del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que debiera ser el organismo encargado de dar soluciones, sin embargo, en diciembre de 1943, el SNTE comenzó a ser gobernado por líderes que establecieron la corrupción del sindicalismo oficial, mejor conocido como “charrismo”.

Como el SNTE es la columna de los gobiernos autoritarios para el control político de los trabajadores, a los cabecillas “charros”  se les ha permitido enriquecerse, vender plazas, perseguir y asesinar inconformes. Por ello, en el periodo de mando de Carlos Jonguitud, fue cuando surgió la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, en diciembre de 1979, por lo que en años subsecuentes se realizaron asesinatos de maestros para impedir que éstos logren la democratización del sindicato. Por infortunio estas actividades ilícitas han sido una costumbre del SNTE a lo largo de su historia.

En este panorama, el maestro que busca mejoras en la calidad es un reflejo más del nepotismo y la injusticia que favorecen solo a un puñado de personas, y perjudican a millones. Pero sin una valoración cultural del trabajo docente, la sociedad misma se encarga de aislar las manifestaciones magisteriales, de juzgarlas y desprestigiarlas, de ese modo, en cada marcha de la CNTE son más los que califican estas acciones como negativas para la población, juicios que paradójicamente, exponen a una comunidad ignorante.

Consideremos que la educación no sólo refiere al maestro, se trata de una relación de dos, donde el alumno tiene un papel fundamental, y mientras en México se sostenga al discípulo como la parte pasiva, es decir, inmerso en una cultura de devaluación y sin conciencia social, el trabajo de los docentes será inútil y el reconocimiento será tan hipócrita como criticarlos en sus manifestaciones y festejarlos cada 15 de mayo. ■

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