27.5 C
Zacatecas
domingo, 19 mayo, 2024
spot_img

Tras 106 días, Abraham Levy concluye travesía a remo por el Atlántico

Más Leídas

- Publicidad -

Por: La Jornada •

Con el impulso de sus brazos y una fuerza de voluntad de acero, el mexicano Abraham Levy se convirtió este sábado en el primer hombre que cruza el océano Atlántico a remo y en solitario, sólo por el gusto de sentir al máximo el contacto con la naturaleza, así como hacer conciencia para rescatar el sistema arrecifal mesoamericano.

- Publicidad -

Los ojos de remero contemplaron al fin la playa de Cancún, Quintana Roo, luego de pasar 106 días a bordo de una nave aerodonámica de fibra de carbono sin motor de seis metros de largo, llamada Cascarita, tras haber partido en octubre desde el puerto de Palos, España, y recorrer nueve mil kilómetros en el mar.

“Aún no lo asimilo, me he concentrado en dar un golpe de remo a la vez y nada más, ahora que veo la suma de todos esos golpes de remo, me quedo sin palabras”, dice Abraham Levy, envuelto en un intenso júbilo que transmite a través del auricular en llamada telefónica con La Jornada.

-¿Cómo llamarías a este logro sin precedentes?

– Quitaría el nombre del personaje, me quedaría con lo que se hizo. Un hombre cruzó un océano a remo y en solitario… Para mí esto representa lo que la voluntad humana es capaz de lograr y me deja soñando en lo que los seres humanos podríamos lograr con la voluntad.

Abraham Levy, de 1.78 metros de estatura, tez moreno claro y cuerpo atlético, ya antes ha sorprendido al mundo cuando en 2008 recorrió 11 mil kilómetros de las costas de México a bordo de un kayak en un viaje que lo mantuvo 13 meses en el mar.

Aun cuando recibe elogios por la proeza sin precedentes de cruzar el Atlántico a remo, Levy, de 35 años, asegura que el esfuerzo físico de remar entre 9 y 12 horas intercaladas al día no fue el principal factor para culminar este reto y reitera que la clave es simple: “la fuerza de voluntad”.

Afirma que la perseverancia fue lo que le permitió no mirar atrás en esta travesía, por lo que está convencido de que el ser humano debería utilizar “ese poder” para preservar a la naturaleza.

“Sueño un mundo en el que todos utilicemos esa voluntad para enaltecer a la humanidad, en vez de esclavizarla en el consumismo absurdo y dar el poder a unos cuantos. El ser humano podría llegar a hacer algo estupendo porque tenemos una capacidad impresionante. Basta con ver nuestro alrededor, ver la naturaleza, toda esa armonía, esa perfección que existe, los seres humanos formamos parte de todo eso nada más que nos hemos desviado un poquito”, sentencia eufórico.

Una mezcla de felicidad y asombro lo dominan. Es consciente de que ha logrado una de las hazañas más impactantes; no obstante, en sus pensamientos se mantiene fija la imagen del arrecife mesoamericano y la necesidad de conservarlo.

“Espero que ste proyecto sirva para crear consciencia para el arrecife mesoamericano, que es el segundo pulmón más importante del mundo y que tenemos la responsabilidad de cuidarlo. Necesitamos hacer algo para conservarlo porque nos los estamos acabando”, destaca Abraham, quien donará a la organización The Nature Conservacy una parte de la financiación de los kilómetros que recorrió.

La satisfacción de lograr esta travesía se filtra en su voz, más al recordar los obstáculos que tuvo que sortear para demostrar que el ser humano siempre es hábil para quebrar los límites, como fue en su caso obtener el financiamiento para la nave aerodinámica y una tonelada de comida deshidratada, necesarias para el viaje.

Enfrentar una tormenta con vientos de hasta 140 kilómetros por hora, fue quizás el momento de mayor tensión que vivió en esta aventura donde tuvo que recurrir al ingenio.

“Fue terrible, a la mitad de la ruta, en medio del océano Atlántico, en el punto más alejado de otro ser humano” tuvo que recurrir al ingenio para sobrevivir a “una tormenta extraordinariamente fuerte. En altamar fue la situación más complicada que me ha tocado vivir. Pasé muchísimo miedo, me sentí muy pequeño”, narra al tiempo que recuerda cuando la Cascarita fue volcada por una ola que lo sumergió por instantes en el mar.

“Aun cuando la embarcación está diseñada para voltearse automáticamente, por unos instantes mi camarote parecía una pesera, estaba abajo del agua. Lo único que me quedaba en esos momentos era aferrarme a la idea de que todo lo que podía hacer lo había hecho antes, confiar en que elegiste el equipo adecuado, que el diseño de tu bote es el adecuado, que tienes chaleco salvavidas, tienes balsa de rescate, confiar en que vas preparado y que podrás superar esta prueba”, relata.

Sin embargo, no se atreve a confirmar la frase más común entre los marineros de que “la mar es traicionera” pues asegura que la naturaleza nunca traiciona sólo hay que aprender a fluir con ella.

“No puedes desafiar a la naturaleza, tienes que estar lidiando con su fortaleza y saber utilizar la inteligencia sobre la fuerza”, sostiene y subraya que el hombre también es parte de la naturaleza.

Incluso cuando muchas personas considerarían una locura la odisea de Levy al navegar en solitario por casi cinco meses, este explorador deja claro que nunca se sintió solo debido a que pudo mantenerse en comunicación vía satélite con su familia y leer todos los mensajes de ánimo que cientos de personas le escribieron en Twitter.

“Si la locura es lo que se necesita para hacer los sueños realidad, si la locura es lo que se necesita para ser feliz, que nos la receten a todos a cucharadas y por montones”, resalta con seguridad y entre risas.

Agrega que no tiene conflicto en enfrentarse a sí mismo en la soledad: “me caigo bien, puedo reírme, cantar, pensar, sin que ninguna otra cosa distraiga mis pensamientos. Vivimos en una época en la que estamos saturados de mercadotecnia y todo nos quiere vender algo; allá adentro, la naturaleza no tiene ningún interés por vender algo”.

Ahora Levy regresa a tierra, confiesa que extrañará estar rodeado por “la inmensa azul”, los escenarios multicoloridos en el horizonte, “las estrellas infinitas” pero guardará la experiencia de haber sido testigo de lo más puro y salvaje de la naturaleza, el único lugar en el que considera que existe la armonía total.

“Mi embarcación es tan pequeña que de pronto yo sentía que no estaba mi nave, que yo flotaba sobre las olas. Estar ahí de testigo con esa magnificencia con la inmensidad azul, es algo que me conmueve hasta las lágrimas, es algo bellísimo”.

– ¿Te consideraras un súperhombre?

– No, para nada, estoy hecho de lo mismo que el resto de los hombres, simplemente tuve la fortuna de encontrar mi camino. Todos podemos lograr lo que tenemos en la cabeza, siempre y cuando sea auténtico sin intención de dañar. Estoy seguro que soy igual que todos los demás- sentencia el hombre que utilizó la fuerza de sus brazos para recorrer miles de kilómetros entre dos continentes.

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -