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sábado, 18 mayo, 2024
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El nobel para las mujeres

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Por: CATY MONREAL PÉREZ •

Hace unos días se anunció que el Nobel de Economía sería para Claudia Goldin, por su trabajo investigando los mercados laborales y el impacto que el género tiene sobre ellos. En los 122 años que se tiene entregando el premio, solo 65 mujeres han accedido a lo que se considera el máximo reconocimiento en vida de una carrera profesional. El 50% de ellas lo hicieron en los últimos 22 años, cuando el comité del galardón empezó una política para cerrar las brechas de género dentro de sus propios lineamientos y empezar a reconocer los aportes a la ciencia de las mujeres. 

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Por años se han propiciado prácticas y mitos que mantienen los sesgos de género en el mundo laboral. De hecho, una de las ganadoras de este año en la categoría de Medicina, Katalin Karikó, denunció que a pesar de que ahora la Universidad de Penn presumió haberla apoyado en su carrera, Katalin sufrió múltiples acosos laborales en ella, además de discriminación salarial donde no se le pagaba en el tabulador adecuado. De hecho, la universidad le negó un ascenso al establecer que “sus investigaciones no tenían consecuencia para la medicina”. Estas investigaciones serían la base de la vacuna contra el COVID-19 que, sin exagerar, salvó la vida de miles de millones de personas.

Hoy, el Nobel reivindicó su trabajo, además de reconocer los increíbles obstáculos que una mujer tiene en el mercado laboral. Lo hizo por partida doble, primero, al darle el Nobel de Medicina, pero también al otorgar el Nobel de Economía a Claudia Goldin.  El caso de Goldin es muy simbólico. El Nobel de Economía ha sido uno de los últimos bastiones masculinos de los premios. Sólo tres mujeres lo han ganado en toda su historia, la disciplina con la menor representación femenina del premio. Las mujeres rompieron este techo de cristal tan sólo en 2009, con el reconocimiento de Elinor Ostrom.

El premio de Goldin es un premio para todas. Soporta con bases cuantitativas lo que muchas activistas del feminismo decimos constantemente: se nos penaliza por ser mujeres en el mercado laboral. 

Como lo he dicho constantemente en las capacitaciones que organizamos desde Rosa Mexicano A.C.; Se nos pide trabajar como si no fuéramos madres, y ser madres como si no trabajáramos. El trabajo de Goldin, basado en la investigación histórica de más de 200 años de datos sobre empleo en Estados Unidos, visibiliza las causas de discriminación laboral por género.

Revela, por ejemplo, que la participación de las mujeres en el mercado laboral está intrínsecamente ligada a las expectativas de nuestra participación en el trabajo de cuidados domésticos. Es decir: se puede trabajar, siempre y cuando “no se descuide a la familia”. Uno de sus descubrimientos más notorios es la “píldora”, un elemento emancipador para la mujer. ¿Por qué la píldora y no otros métodos anticonceptivos? Porque al contrario del condón masculino, que es responsabilidad de la pareja masculina, la píldora les da autonomía a las mujeres. Su control recae en la mujer. Los otros métodos que recaen en la mujer, como la temperatura y el ritmo, no eran lo suficientemente confiables para llevar a cabo una planeación familiar eficiente.

Otro punto notorio es que la sabiduría común pensaba que la brecha salarial de las mujeres era consecuencia de decisiones individuales de las mujeres: completar o no la escuela, o el tipo de profesión que se ejerce. Goldin probó que ahora la brecha salarial se da sobre todo entre personas en la misma profesión y situación, es decir, que el gran detonante para la brecha por ser mujer es si se tiene o no hijos e hijas.

Esto es algo que siempre hemos dicho en el feminismo. En México, las mujeres dedican cerca de 50 horas por semana, más de 8 horas al día, en trabajo no remunerado, contra las 20 horas que dedica un hombre. Es literalmente, una doble jornada laboral, que hace imposible que las mujeres se desempeñen equitativamente en el mercado laboral. El Nobel de 2023, por lo tanto, abona a la igualdad de género al reconocer que si queremos igualdad tenemos que hacer cambios estructurales que reenfoque las labores de cuidado y domésticas.

No queremos privilegios, queremos igualdad.

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