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miércoles, 8 mayo, 2024
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Hans Blumenberg o la reconstrucción de la filosofía después de la debacle de modernidad

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 569 / Filosofía

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Mi querido amigo y maestro Juan Carlos Orejudo Pedrosa ha contado, con profunda admiración y respeto, que Hans Blumenberg debido a que tuvo que interrumpir sus estudios por la Segunda Guerra Mundial, cuando pudo retomarlos se impuso la tarea de dormir poco más de cuatro horas diarias para trabajar el resto en el más ambicioso proyecto de reconstruir en las ruinas de la filosofía moderna un sistema intelectual entre la filosofía, la historia de las ideas y la filología, un proyecto filosófico capaz de hacer frente a la recreación de una filosofía que responda y corresponda a la contemporaneidad, su proyecto original de vida reconstruye la metaforología desde una perspectiva renovada de fenomenología, hermenéutica y filosofía de la cultura.

Verdades antropológicas fundacionales, mitos, símbolos y metáforas serían el subsuelo radical de nuestra condición humana y su elucidación desvela el hilo de Ariadna de su urdimbre metafísica y existencial. Y ése va a ser justamente el propósito y motivo central de un pensador tan entregado en cuerpo y alma como sus admirados maestros Husserl y Heidegger a la tarea de refundar el pensamiento moderno. Si Pascal había señalado que hay dos espíritus filosóficos: el lógico-matemático de geometría y el espíritu de fineza o de cordialidad que expresa la lógica del corazón más que la de la razón, en el pensamiento de Blumenberg coinciden ambas modalidades filosóficas expresivas.

Obras maestras y paradigmáticas como Descripción del ser humano (México, FCE, 2011) y Paradigmas para una metaforología (Madrid, Trotta, 2003) despliegan un apabullante saber y una formación intelectual rigurosa y sistemática que nos recuerdan a los más grandes pensadores del sistema filosófico moderno, mientras que hermosos y sugerentes ensayos filosófico-literarios como La inquietud que atraviesa el río (Barcelona, Península, 1992) y Naufragio con espectador (Madrid, La Balsa de Medusa, 1995), así como algunos textos de carácter autobiográfico y fragmentario, nos muestran la otra faceta, a saber, la del fino estilista amante de las paradojas, sutilezas, detalles e imágenes literarias elocuentes.

Personalmente, claro está, me quedo con el segundo, con el ensayista atento al presente que recrea viñetas narrativas y poéticas íntimas que invitan a pensar e imaginar por cuenta propia. Estas últimas obras referidas acercan al pensador alemán a alguien como Claudio Magris más que a la pesada lápida de la tradición del idealismo alemán. Naufragio con espectador es un fresco poético descriptivo del sujeto moderno y las vicisitudes que salen al paso. A partir de una lectura atenta de diversas obras literarias, artísticas e intelectuales, nos muestra cómo es que la resignación y la serenidad están en las antípodas del yo moderno y su voluntad de dominación. En esta notable obra ensayística nos señala que el hombre moderno, bajo las figuras del Casanova y del Aventurero, oscila entre la resignación y la búsqueda de nuevos estímulos. Nos recuerda esa imagen del hombre frente al mar contemplando la catástrofe en el célebre cuadro de Caspar David Friedrich como observador impasible y meditabundo del naufragio ajeno. Empero, nos aclara, que al hombre moderno le queda la sabiduría del naufragio, la cual consiste en hacer un inventario de las consecuencias de navegar a la deriva sin brújula y sin sentido, y, no obstante, jamás dejar de seguir buscando, jamás rendirse. La metafórica del naufragio es la narrativa de la existencia humana. Ya no hay lección, ni moraleja ni moral ni enseñanza del naufragio. El ser moderno naufraga y no le queda otra más que interiorizar su desgracia sin sentido.

Todavía Montaigne asume que la resignación es parte del autoconocimiento en tanto una forma de aceptación que más tarde va a ser depurada como una suerte de nihilismo heroico. La resignación presupone un signo trascendente que regula el orden universal, sin orden ya no hay posibilidad de resignación. Resignarse implica renunciar al mundo y el mundo es la empresa de la modernidad, hacer mundo, colonizarlo, dominarlo. Noción de pacotilla e ideología de mercado, la resiliencia es un concepto sicologista posmoderno que presupone la capacidad autónoma del sujeto para superar situaciones traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, una ruptura amorosa, un duelo imposible. Es un proceso psicológico que busca adaptarse ante circunstancias adversas, no obstante, lo hace reforzando la ideología individualista de consumo posmoderno narcisista.

En las antípodas del hombre rebelde de Camus: “Me rebelo, luego existimos”, la rebelión como experiencia resistente, en lugar del sujeto resiliente, la experiencia heroica de una subjetividad sobreviviente contra viento y marea. Aceptar el naufragio es aceptar que la catástrofe y el fracaso son inminentes e inmanentes a la vida misma. Debajo de las anécdotas triviales, el pensador alemán, excava profundamente hasta encontrar oro molido para desentrañar nuestra humana condición. Sus obras hacen de la filosofía y las artes herramientas y cartografías para recrear lúcidamente una subjetividad atenta a las metamorfosis del mundo contemporáneo. Su lectura nos invita a pensar nuestra contemporaneidad resignificando sus horizontes de sentido.

Como en las buenas sesiones terapéuticas, quizá sea mucho tiempo después de su lectura que nos caiga el veinte y logremos conectar con sus luminosas ideas. La obra entera de Blumenberg nos hace pensar que todavía es posible hacer filosofía a la altura de nuestro tiempo, seguir y proseguir su tarea es un trabajo fundamental que nos toca retomar antes de que sea demasiado tarde para corregir el rumbo de la debacle de la modernidad.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_569

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