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jueves, 9 mayo, 2024
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Sueños de mañana

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Sos nuevos tiempos y la nueva forma de la política hacen pensar en la posibilidad de un futuro promisorio. Se cree que bajo la influencia del nuevo presidente todo habrá de cambiar por la forma tan vertiginosa e impactante del ejercicio presidencial del mero mero. No cabe duda que han sido los cien días de gobierno más sobresalientes de cuantos se han dado al vivir en estos planos de la post Revolución Mexicana y la poco afortunada fase de gobierno que fue clasificada e identificada como neoliberal, lo que sea que eso signifique, pero que a los ojos del ciudadano de a pie, común o corriente, se caracterizó por treinta años de rapiña de lo más corriente, vulgar y desmedida. Jamás se logró siquiera vislumbrar el tamaño de la corrupción bajo la que algunos sinvergüenzas se dieron a la tarea de saquear el patrimonio de los mexicanos, ni para qué entrar en detalles; usted, estimado lector, como su servidor, se estará dando cuenta día con día del tamaño de la injusticia y sometimiento hojaldra al que estuvimos sujetos durante el período que recién fue derrotado por las huestes políticas de zurda que halaron ideológicamente a un país dormido.

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En fin, enhorabuena al Presipeje por sus primeros cien días de gobierno. Jamás hubiera imaginado la congruencia política de quien ahora gobierna al país y sobre todo, que con las acciones que ha emprendido queda claro que el pasado primero de julio la ciudadanía no se equivocó al haber votado masivamente por Morena.

No obstante, parece ser que aún hay mucha tarea por delante para afianzar el Proyecto Alternativo de Nación y salvo las tareas de capacitación de los nuevos cuadros políticos que apuntalarán este intento, no cabe duda que falta aún mucho para cambiar tendencias de vida, posturas ideológicas y sobre todo capacidad administrativa para aprender, entender, ejecutar y dar cauce a los nuevos rumbos de nuestro país, estado y ciudad capital donde se tiene el privilegio de vivir, la Bizarra Capital del Estado: Zacatecas.

Al igual que el resto del país, el proceso de la Cuarta T está omitiendo un proceso que no solo es básico sino que es insustituible: un proceso educativo nacional que trascienda las escuelas y que se manifieste día con día en las calles, las áreas de trabajo, escenarios de convivencia. Parece que a nadie le ha caído el veinte de que el arribo a los niveles de excelencia como país no depende de buenas voluntades ni de la adquisición de patrones de desarrollo que no tienen que ver con la historia de México. Hay mucho qué hacer para lograr lo que se propone el nuevo gobierno, pero no es a partir de dichos, contrapesos y golpes de timón como se puede trascender. Tanto los ciudadanos como sus gobernantes pueden aprovechar este buen momento político para definir lo más claramente posible, la clase de país a la que se aspira por un lado y lo que puede hacer cada uno para transformarse en este proceso de transformación, valga la rebuznancia.

Mucha gente se queja y hasta se siente desilusionada por la actual administración, la ciudadanía se confunde ante situaciones que parecen gastadas, como el exceso de obra pública ejecutada concurrentemente cuando se podría elaborar con mucha más inteligencia si se sujetara a una rigurosidad programática. Además, se aplica con el más lamentable y desafortunado trato a los transeúntes que tienen la mala pata –literal y metafóricamente- de pasar por las zonas de desastre que hoy día regalan las compañías destructoras. Pero esa es pecata minuta ante los desastres generalizados que hay que padecer cada día.

Volviendo al tema de la educación de las especies, hoy día se padecen muchos problemas pero se presentan algunos buscapiés y una búsqueda alternativa. El agua es un asunto que hay que resolver rápidamente puesto que la vocación turística de la ciudad aumenta sustancialmente el consumo. Se habla de proyectos como explorar mantos, hacer presas y represas y más posibilidades técnicas, pero nadie propone programas de enseñanza generales que permitan mejor un uso racional del agua con que se cuenta; sería estupendo que la gente que aprendiera a usar el agua racionalmente reciba estímulos como costos de privilegio o exención de pagos y al revés, a mayor consumo, mayor costo. Eso nada más para empezar.

La basura es otro de los problemas urgentes por resolver. En lugar de invertir en maquinaria más sofisticada, mejorar el equipo humano de recolección –muy bueno por cierto-, o de retratar al presidente municipal recogiendo basura, ¿por qué mejor no se diseña un programa educativo y de contingencias para que la gente aprenda a manejar los residuos sólidos desde el hogar y se produzcan diariamente y cada vez, menos toneladas de residuos destinados a los confinamientos finales, mejor aún, aprender a consumir sin generar basura? (En mi caso, produzco tan poca basura que cuando pasa el camión no la recoge y se queda en la puerta de la casa)

La vialidad debe servir para que los ciudadanos de a pie y los de ruedas se muevan en armonía, los agentes de tránsito pueden transformarse en agentes de cambio que enseñen a hacer buen uso de las vialidades y lo más grato sería que ayudaran a controlar las emisiones de los vehículos automotores.

La Educación vista de este modo puede llegar a ser la madre de todos los sueños y soñar no cuesta nada. Por desgracia quienes pueden hacerlos realidad parece que duermen y, por desgracia, no sueñan.

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