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sábado, 27 abril, 2024
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Presenta David Martín del Campo su novela intitulada El último gladiador

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Por: ALMA RÍOS •

■ La historia desentraña la tragedia que ha sido la vida de Lucio Montaño, señala el autor

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■ El texto “cuenta desde el desvalimiento, cuando menos queremos ser mirados”: Yolanda Alonso

La historia que desentraña la personalidad de Lucio Montaño pudo haberse llamado: Mercurio, Júpiter, Saturno. El título fue desechado porque algo que suena a novela sobre astronomía “no lo iban a comprar ustedes”, dijo su autor David Martín del Campo.

La otra opción era La mano de Zeus, pero ahorita, refirió, “no está muy de moda la cosa griega”. Entonces, la novela presentada ayer en el foyer del Teatro Fernando Calderón en el contexto del 29 Festival Cultural Zacatecas 2015, que acotó el periodista cultural Mauricio Flores, no es la más reciente ni la única que se promueve actualmente de Martín del Campo, se llama El último gladiador (Penguin Random House Mondarori, 2015).

Así, la alusión al comercio, la locura y Zeus-Júpiter, dejó el paso a la figura de los combatientes cuerpo a cuerpo que tenían como escenario el Coliseo. Porque Lucio Montaño, que tiene un perro llamado Espartaco, es un gladiador que en el borde de los 65 años entra a su batalla habiendo perdido el miedo a ser incapaz de pagar la renta, a perder la salud o que le roben el coche.

“Miedo, miedo, porque el miedo persigue a toda la gente… en ese momento en el que descubre las cartas que esa novia le habría mandada hace seis o siete años”  y cuyo hallazgo le convoca a arriesgarlo todo dejando a la familia en víspera de Año Nuevo para salir a buscarla en su Volkswagen verde pistache, -como el que sale en la portada, precisó-.

Lucio es también al modo de El Quijote, un hombre enloquecido. Este por haber leído libros de bolsillo y no novelas de caballería.

“Digo que homenajeo El Quijote porque El Quijote es lo que es por los personajes que encuentra”. El personaje en su periplo de amor dijo, encontrará a unos borrachos curiosos, unos payasos -inspirados en cierta anécdota real que involucró a José Revueltas y un político destacado-, y una especie de “Lolita”, Jenny o Eugenia, “que al final nos damos cuenta que es un demonio”.

“Y yo me enajeno por los libros de bolsillo, porque yo creo que la mitad de nosotros somos lo que somos entre otras cosas, por los libros que hemos leído, de bolsillo”. De los que su biblioteca está conformada en un 50 por ciento, agregó.

Fuera de los títulos que podrían haber hecho alusión a la época clásica, dijo, la historia desentraña la tragedia que ha sido la vida de Lucio Montaño, “porque en realidad es una tragedia griega su vida”.

Su mujer, y sus hijos de 9 y 10 años, ausentes, estos últimos fantasmas que lo persiguen a lo largo de la trama, y un hombre que desata la revelación del dolor, Silvestre Tepole, un granicero. Es decir un sobreviviente de un rayo, que se le aparecerá para reclamarle por qué “ese rayo que apareció en las vidas de su familia”, le ha sido arrebatado, pues lo convertiría en un “granicero de segunda”, alguien con capacidad de hablar con Dios.

David Martín del Campo leyó ayer un fragmento de El último gladiador para referir el hecho que trastoca el destino de su protagonista, la muerte de su hermano alpinista, Tacho.

“La desaparición de Tacho es lo que obliga al pobre de Lucio Montaño a abandonar la carrera de Letras y dedicarse para sobrevivir a comerciar medicinas por toda la cuenca de Veracruz, que va ser su condena y su redención”.

En los comentarios, Yolanda Alonso, escritora, y directora del Museo Manuel M. Ponce, quien coincidió con Martín del Campo en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, ambos en torno a la figura de María Luisa Puga, dijo de su obra, “cuenta desde el desvalimiento, cuando menos queremos ser mirados, se pone de frente y observa, va desentrañando aquel recuerdo del ser querido, aquel sueño de juventud postergado…”.

Por su parte, Mauricio Flores, aludió a los inicios del escritor y al seguimiento que ha hecho de su carrera para concretar que, “a casi cuarenta años, la narrativa de Martín del Campo permanece vigorosa; con sus recurrencias incluidas: el mar, el alcohol, las mujeres: la fusión de todas ellas (…) Y desde ahora El último gladiador, donde el personaje en turno, un tal Lucio Montaño que desvaría con la edad y al que se le ha olvidado lanzar en vuelo un papalote, nos invita a ser sueños de nosotros mismos”.

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