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viernes, 3 mayo, 2024
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Subjetivaciones rockeras / Las estéticas del rock

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

Uno de los ámbitos a los que más ha nutrido el rock, sin duda, es el arte. No son ni pocos ni menores los artistas que se han inspirado para realizar sus creaciones en la música rock o en algunos de sus grupos; recordemos, por ejemplo, el caso de Andy Warhol, quien, a la vez de ser mecenas de la extraordinaria banda (considerada por algunos como la mejor agrupación de rock en la historia) The Velvett Underground, era un ferviente admirador de The Doors y de Jim Morrison, en fin, sirva esto como botón de muestra.

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Mencioné hace años, en un programa radiofónico que tuve el honor de conducir, que la música era la expresión artística más ubicua y etérea de todas, idea de la que aún hoy sigo convencido; la música está, gracias a la tecnología y a veces a nuestros pensamientos, en casi todas nuestras actividades y, me atrevo a decir, es raro el artista que a la hora de desarrollar su trabajo creativo no escuche música. Esta entidad cuasi divina, capaz de mover nuestros sentimientos de un lado hacia otro, es también sumamente inspiradora, lleva al ser humano a consumar excelsas ideas y, por supuesto, el rock no escapa a ello.

Este género, pues, al ser una expresión estética, da lugar a otras manifestaciones de la misma naturaleza. De hecho, es imposible hablar de una Estética del Rock; lo más correcto sería referirse a las estéticas del rock. No podemos decir que hay un solo conjunto de parámetros para decir que tal o cual persona es rockera. Cada subgénero y estilo tienen su o sus estéticas muy particulares. Si nos percatamos, la portada de un disco determinado, perteneciente a alguna corriente específica del rock, posee una expresión artística muy singular que quizá concuerde, en algunos aspectos o conceptos, con otras manifestaciones correspondientes a la misma corriente musical. Pienso, por ejemplo, en las portadas de los discos de Yes, esos oníricos paisajes dibujados por el artista Roger Dean, que expresan a la perfección la propuesta de la agrupación.

Si bien cada subgénero, cada estilo del rock posee o inspira su o sus expresiones artísticas, otro aspecto que vale destacar es que no hay grupo que no maneje o pretenda manejar su propia expresión estética y más, esta manifestación no queda plasmada únicamente en el papel, mediante la poesía, las partituras o las tipografías, o en el lienzo (por decirlo de alguna manera), gracias a las imágenes que quiere mostrar para dar una idea de su intención musical, sino que va dirigida a la propia persona, como ya lo había mencionado en una anterior subjetivación. En el universo del rock vemos una impresionante cantidad de estilos y personalidades, mismas que van desde los recatados y trajeados jóvenes con peinados inamovibles, hasta aquellos a los que ya les falta piel para otro tatuaje o ‘piercing’; de los melenudos con el cabello a media espalda, a los ‘skinheads’; de aquellos que prefieren ataviarse con vestimentas estilo victoriano, a los contra-estéticos ‘punks’ -aunque hay que señalar que decir contra-estético no significa carente, ausente o peleado con lo estético, sino que se trata de otra forma de ver lo bello, lo atractivo, el gusto que, por lo regular, se contrapone a lo que socialmente se acepta como agradable. Es preciso recordar que la contracultura, por poner un ejemplo, es la rebeldía contra lo establecido que, posteriormente, pasa a ser lo establecido mismo.

Dentro del rock, sus seguidores más apasionados hacen también de su personalidad una obra de arte; la inmensa mayoría trata de distinguirse del resto por medio de sus peinados, vestimentas, ornamentos o maquillajes. Muchos buscan consolidar para sí un estilo muy particular, que los defina y que, a su vez, sea modelo inspirador; otros adoptan elementos que le son comunes al estilo musical de su preferencia, o al grupo social con el que conviven, pero en todo ellos se hallan expresiones estéticas que, de una u otra manera, les funcionan, ya sea porque ellas o ellos se sientan atraídos hacia el o la compañera o amiga, o porque gracias a sus atuendos y accesorios no sólo se distinguen en el medio en el que viven, sino porque incluso logran transgredir, provocar y/o fijar una postura frente a las conciencias más conservadoras, actitud que es común en el ámbito rockero.

Aunque no generalizo, ya que algunos nos vestimos prácticamente con lo que tenemos, la inmensa mayoría de quienes no sólo apreciamos el rock, sino que lo vivimos, de una u otra forma manifestamos nuestros gustos y preferencias musicales (guardo recuerdos muy gratos de algunos maestros que en la ‘prepa’ ostentaban orgullosos sus playeras o sus ‘pins’ de Led Zeppelin o de The Doors, por decir algo, lo que resultaba una verdadera revelación para los mozalbetes que desde aquellos remotos entonces disfrutamos del género). Algún accesorio u objeto, como un prendedor, una corbata o una pluma, por poner algunos ejemplos, pueden expresar nuestro gusto por el rock, tanto como una postura o como una determinada manera de portar nuestra ropa, pero siempre respondiendo a un estética específica.

Sin duda, algunos pasaremos prácticamente desapercibidos en ese aspecto, pero otros se distinguirán a un kilómetro de distancia; algunos lo demostrarán con toda la pulcritud posible, otros preferirán lo desgastado, lo desfasado. Habrá estilos que resulten gratos e incluso elegantes a la vista, otros moverán a la melancolía, a la tristeza, a la euforia o al relajo; habrá también los que pretendan, con su forma de vestir, provocar la admiración y el sobresalto de los más conservadores, rígidos y acartonados ciudadanos defensores de los valores morales más dogmáticos; sin embargo, invariablemente, todos los estilos guardan su encanto, algunos de forma discreta, otros más abierta. Cierto es también que dichos estilos, y los que faltan, encuentran su máximo nivel de expresión en una determinada etapa de la vida, pero tampoco debe ser así en la totalidad de los casos, porque el rockero deja de lado su edad física y le da importancia a la del alma, por ello no es raro, y sí muy grato, encontrarnos con abuelos hippies cargando a sus pequeños nietos que ostentan también playeras de los grupos favoritos de sus padres. En síntesis, el rock es una expresión artística que puede mover –y de hecho lo hace- al arte.

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