El proceso de la sucesión del Poder Ejecutivo y Legislativo nacionales, la gubernatura en varios estados y la renovación de poderes municipales ha provocado un gran hervor público, propio del conflicto de intereses de clases en las distintas estructuras políticas. El tejido de esos intereses rebasa las fronteras nacionales, por cuanto existen alianzas expresas y otras implícitas en el que simbióticamente comparten un mismo patrón de crecimiento económico, sobre el que toma rostro contradictorio el resto del proyecto nacional.
Ese tejido de intereses constituye la columna vertebral de muchos hechos políticos y mediáticos que aparecen como aislados, inconexos y hasta contradictorios. Como sucede con el nuevo rostro que toma el movimiento liderado por los abogados políticos de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos por el gobierno priísta de Peña Nieto y que ha tenido como su indiscutible mejor aliado al actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, al que golpean, provocan y amenazan con boicotear los actos públicos de la candidata de MORENA Claudia Sheinbaum con lo que favorecen a Xochitl Gálvez del bloque conservador (PRI-PAN-PRD) responsable de la desaparición forzada de los normalistas.
En ese mismo contexto se planea y pone en práctica sincronizada entre la DEA y la derecha mexicana, la acusación de que el actual gobierno mexicano tiene nexos con el crimen organizado. Campaña que se fija el propósito de desprestigio publicitario y provocar una crisis de credibilidad interna, en un innegable acto de intervencionismo político de una parte del gobierno de Estados Unidos que intenta favorecer la campaña de una candidata antipatriota de México, como lo es la panista Xochitl, que finalmente fracasa porque el único “argumento” es la mentira.
Resulta obvio que la derecha mexicana, que opera como apéndice de la derecha extranjera, no puede hablar con verdad respecto a su proyecto de nación desde el momento que este sólo favorece a los oligarcas mexicanos y extranjeros y sacrifica los intereses y anhelos de la amplia mayoría mexicana. Esa es la razón por la cual repudia tanto que “se hable y culpe al pasado” porque ese es el espejo de lo que realmente intentan reconstruir. De tal manera que han hecho de la mentira, la calumnia y la difamación, la parte central de su campaña electoral.
Incluso, en un reconocimiento implícito a la política social del actual gobierno, el PRI ya se presenta más “pejista” que el “peje” y saca un spot de radio en el que resalta que mientras MORENA apoya con pensión apartir de los 65 años ellos ofrecen adelantarlo apartir de los 60. La candidata Xochilt insiste en que ella apoyó la política social de AMLO. ¿Entonces, si no coincidió con el PAN, porque no se fue a MORENA?
Sólo Claudia Sheinbaum puede divulgar las reales intensiones de su proyecto nacional, porque la fortaleza de su triunfo estará en consonancia con las respuestas que oferte a la mayoría. También porque esa mayoría es la creadora del gran cúmulo de riqueza y es cimiento del desarrollo. Ni Salinas Pliego, que se niega a pagar impuestos; ni Claudio X. González, que recibe financiamiento para ser opositor; ni algún otro machuchón son creadores de riqueza. Ellos solo concentran el valor producido por sus trabajadores. Es decir, es posible un México diferente, en el que la riqueza social sea mejor distribuida para producir bienestar. La política social del gobierno de AMLO es una de muchas medidas pendientes.
En la actual contienda electoral, lo que realmente está en disputa es el quién se queda con la riqueza nacional natural y con la riqueza producida por los mexicanos. El proyecto paniaguado del bloque conservador aboga porque la gran empresa extranjera se apropie de las partes sustanciales y permita a los oligarcas empresariales nacionales ser favorecido en las áreas que no sean atractivas para los extranjeros. Es decir, abrigan la esperanza de crecer de forma subordinada, aunque protegida y asistida en lo financiero y en lo tecnológico por los fuereños; base y fundamento económico del subdesarrollo. Al resto de la población se le puede sacrificar con bajos ingresos, porque aumentarlos disminuye la ganancia de los machucones, los cuales no tienen llenadera.
Los oligarcas (los grandes capitalistas) no sólo incrementan sus ganancias al pagar bajos salarios, también lo logran cuando tienen gobiernos que les perdonan el pago de impuestos y más si les trasladan recursos de la hacienda pública a los negocios privados. Eso se hizo de forma alarmante en los anteriores 6 gobiernos, no sólo para empresarios mexicanos, también para los extranjeros. Casos llamativos los tenemos con el FOBAPROA y los subsidios a la “innovación” tecnológica que recibían del CONACYT. Se quedaron mal acostumbrados y por eso financian campañas en contra del proyecto del humanismo mexicano que representan AMLO y Claudia Sheinbaum.
