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domingo, 19 mayo, 2024
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Premios y ganadores fantásticos

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

  • Inercia

El pasado 16 de julio del año en curso  fue entregado el primer Premio Nacional de Cuento Fantástico Amparo Dávila al joven queretano Fernando de Jesús Jiménez Delgado, por su cuento titulado “Combatir al pecado”.

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El premio fue convocado por el gobierno municipal de Zacatecas y Conaculta, el cual resultó todo un éxito al lograr una participación numerosísima, pues según información de Aranzazú Núñez, coordinadora del evento, se recibieron 3 mil 411 cuentos.

Habría que cuestionar si es que los jurados, representados por Cristina Rivera Garza en el estrado, el día de la premiación, realmente leyeron toda la extensa cantidad de narraciones, y de ser así, cuáles fueron los criterios de evaluación, pues del 22 de mayo, día de cierre de la convocatoria, a mediados de junio que se dieron a conocer los nombres de las 10 menciones honoríficas y del ganador, es poco tiempo para hacer un verdadero análisis literario. Por esto es importante revisar algunos aspectos respecto al cuento ganador al premio y a la recepción del mismo.

 

Combatiendo al pecado

Con la primera frase del cuento de Jiménez Delgado “supe que sería un día raro cuando un testigo de Jehová me ofreció una mamada”, cualquier lector puede generar un horizonte de expectativas un tanto predecible. Podemos suponer desde esta pequeña frase que la narración está planteada en primera persona, género masculino, que criticara aspectos religiosos y que habrá sexo, todo esto haciendo uso de un efecto irónico.

El relato trata una anécdota que se realiza en el transcurso de un día. Se puede pensar que el narrador es un joven, esto por el uso del lenguaje que presenta; éste se dice “católico en temporada alta”, y lanza una crítica a la cultura mexicana, tan afecta a orar en los momentos difíciles y tan libertina cada que la ocasión lo amerita.

La redacción es abundante en alusiones a las prácticas “inmorales” que como mexicanos llevamos a cabo día a día  y de cómo la sociedad se encarga de penarlas. Cuando en el título del texto se habla de “combatir al pecado” es en un sentido literal, pues a mitad de la narración, el pecado es reencarnado en una especie de monstruo, el cual es atacado por un presunto predicador y el mismo narrador.

Según el teórico literario Jaime Alazraki, el género fantástico tuvo su auge en el romanticismo alemán del siglo 19 y se prolongó hasta mediados del 20; para él desde finales de 1900 se puede hablar de lo neofantástico, lo cual se distingue de lo fantástico principalmente por “su visión, intención y su modus operandi”. Distingue la visión como dos realidades: la del mundo real y una segunda realidad: “la primera se propone abrir una ‘fisura’ o ‘rajadura’ en una superficie sólida e inmutable; para que en la segunda, en cambio, la realidad es […] una superficie llena de agujeros como un colador y desde cuyos orificios se podía atisbar, como un fogonazo, esa otra realidad”. La intención conlleva una búsqueda de expresar “atisbos, entrevisiones o instersticios de sinrazón que escapan o se resisten al lenguaje de la comunicación, que no caben en las celdillas construidas por la razón, que van a contrapelo del sistema conceptual o científico con que nos manejamos a diario”; y por último, el mecanismo por el cual produce miedo: “la narración fantástica asume la causalidad del mundo, reproduce la realidad cotidiana tal como la conocemos en el comercio diario con la vida y monta una maquinaria narrativa que gradual y sutilmente la socava hasta ese momento en que esa misma causalidad de la que se partió cede y ocurre, o pareciera que va a ocurrir, lo imposible”.

Lo neofantástico no es un género aparte del fantástico, es más bien una suerte de evolución literaria, tanto en las técnicas cuanto en el contenido. Sin embargo, en el cuento ganador del premio Amparo Dávila, aunque la visión y la intensión señaladas por Alazraki se llevan medianamente a cabo, en el modus operandi el mecanismo de terror queda totalmente de lado, pues se le da prioridad al tono chusco de la historia.

 

Premio fantástico

¿Acaso se tendría que ser un experto en teoría literaria fantástica para poder escribir un cuento fantástico? No, pero sí un experto lector de tal género para poder proponer una lectura nueva, refrescante y que mantenga cierta coherencia con lo que se convoca.

Al leer a Amparo Dávila todos los elementos de los que habla Tzvetan Todorov y el propio Alazraki (entre otros teóricos) están ahí presentes, porque recordemos que la teoría no es predecesora del proceso creativo, son las obras las que originan la teoría. Cierto es que, en este sentido, cualquier cuento podría revolucionar los parámetros del género, como cierto es también que hay medidas que se mantienen y le dan caracterización al mismo, en este caso el factor del miedo.

La recepción del premio, llámese jurado o llámese lector común, tiene aún más la responsabilidad de leer a los participantes con conocimiento y una especial crítica, de lo contrario estamos cayendo en premiar de manera “fantástica” cuentos que no lo son. ■

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