El primero de enero de 1956 (hace pues ya casi 67 años), un novel senador por el estado de Massachusetts, en los Estados Unidos, John F. Kennedy, publicaba Profiles in Courage, libro resultado de sus meses de convalecencia por una operación, a la que fue llevado como resultado de su heroica actuación en el marco de la segunda guerra mundial (su lancha, la PT-109, fue ataca y hundida, rescatando él a nado solitario, al único sobreviviente, además del propio Kennedy).
A su vez, el libro fue editado en español en 2016, coauspiciado por el Senado de la República. La presentación a dicha edición corrió a cargo del entonces representante ante el pacto federal por el Estado de Chiapas, Zoé Robledo, de la que rescato la respuesta que el propio Kennedy dio cuando le cuestionaron sobre el vicio típico de su tiempo, definiéndolo él como la cobardía.
El texto rescata el perfil y la experiencia de ocho senadores en Estados Unidos: John Quincy Adams, Daniel Webster, Sam Houston, Thomas Hart Benton, Edmund G. Ross, Lucius Lamar, George Norris, Robert Taft. Todos con temas que en su momento resultaron polémicos y que les costaron, ya fuera popularidad, alianzas o respaldo político en sus trayectorias.
La lectura viene a colación y resulta pertinente en estos meses en los que los que se habrá de definir la selección de las personas que habrán de abanderar los proyectos políticos en pugna rumbo al 2024 en el Congreso de la Unión, y particularmente quiénes habrán de representar a las entidades federativas en el Senado de la República. Es, además, la primera ocasión en décadas en las que tanto los actuales ocupantes de dichas representaciones como los votantes, tendremos la oportunidad de refrendarles o no, la confianza y la posición.
Es importante precisar que entendemos por coraje, la más admirable de las virtudes humanas, según el propio Kennedy, haciendo uso de una cita que él mismo utilizó en su texto, de Ernest Hemingway: gracia bajo presión.
Para el entonces Senador, el coraje, implica la determinación para asumir posiciones impopulares, no solo a nivel electoral, también partidario, arriesgándose al juicio de los propios, los extraños y quiénes tienen el poder para castigarte por ello, sean tus electores, tus compañeros de partido o colegas, e inclusive, los líderes o superiores en tu organización política. Ello implicaba entonces, y más ahora creo, las posibilidades de verte aislado, sin capacidades de alcanzar éxitos en la función desempeñada y finalmente, ser castigado con la imposibilidad de la reelección (esto que siempre ha sido valido en el sistema político estadounidense), siendo por perder la elección o bien la nominación de tu propio partido.
No son muchas las diferencias de los desafíos que enfrentaban entonces los Senadores de los Estados Unidos con los que enfrentan hoy nuestros representantes y en general, los políticos. Por ello mismo, el texto goza de actualidad, tanto en la definición del coraje, como en las potenciales consecuencias que demostrarlo y alimentarse de él pueden atraer, al optar por una decisión o posición singular.
Concluyamos, finalmente, que, sin coraje, no es posible la libertad, que, en términos de Octavio Paz, no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva a pronunciar dos monosílabos: sí o no.
@CarlosETorres_
