19.2 C
Zacatecas
lunes, 20 mayo, 2024
spot_img

‘Retorno inasible’, de Rigoberto Martínez Escárcega. Premio Bellas Artes de Crónica Literaria ‘Carlos Montemayor’ 2023

Más Leídas

- Publicidad -

Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 584 / Crónica Literaria / Entrevista

- Publicidad -

 

Rigoberto Martínez Escárcega

El pasado 27 de julio, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, mediante la Coordinación Nacional de Literatura y la Secretaría de Cultura de Chihuahua, dieron a conocer que el Premio Bellas Artes de Crónica Literaria Carlos Montemayor 2023, fuera para el libro Retorno inasible, de Rigoberto Martínez Escárcega.

Originario de Chihuahua, nació en 1975 en territorio serrano; sus padres fueron profesores y él también es Licenciado en Educación Primaria por el Centro de Actualización del Magisterio; tiene una Maestría en Educación por el Centro de Investigación y Docencia, y es Doctor en Educación por la Universidad de Tijuana. Ha sido profesor de educación primaria y educación especial y actualmente es docente de tiempo completo en la Universidad Pedagógica Nacional. Además es fundador y director general del Centro Latinoamericano de Pensamiento Crítico, militante activo del altermundismo y miembro del Consejo Mexicano de Investigación Educativa.

El jurado, integrado por Myrna Pastrana, Magali Tercero y Enrique Escalona, afirmó en el acta de dictamen que “esta propuesta se trata de una crónica ágil y bien documentada que complementa el relato del derrotero que siguieron los sobrevivientes del asalto al cuartel de Madera la madrugada del 23 de septiembre de 1965”. En su reciente visita a Zacatecas, entrevistamos al autor de este texto premiado, que es el segundo de una trilogía construida alrededor de la misma temática de lucha social en tres diferentes épocas.

 

Jánea Estrada Lazarín: Hablemos primero de ti, de tu formación, porque tú estudiaste para ser profesor de primaria originalmente, y en el movimiento del que tú hablas en tu libro, los profesores jugaron un papel fundamental…

Rigoberto Martínez Escárcega: Cierto. Soy norteño hasta el tope, más que las tortillas de harina. Nací en la sierra de Chihuahua en un pueblo llamado Ignacio Zaragoza, cercano a Madera. Yo crecí con estas historias, las de unos jóvenes que en septiembre de 1965 asaltaron el cuartel de Madera, quienes se proponían cambiar el mundo. Estamos hablando de la primera guerrilla armada del siglo XX, anticapitalista, con un programa de lucha bien armado, que van a inaugurar, podríamos decirlo, el México moderno. Yo soy de esa región, conozco el camino por el que transitaron estos hombres y mujeres que fueron nuestros héroes, que son mis fantasmas y parte de mi identidad. Estudié para profesor de primaria y soy filósofo, siempre trabajando en el ámbito de la educación; mis padres fueron luchadores sociales, maestros normalistas, y, además, somos familiares de los protagonistas de esta historia. Estoy muy vinculado emocional e históricamente al acontecimiento narrado, a la guerrilla del siglo XX en Chihuahua.

 

JEL: Hay un antecedente muy importante en esta historia. La Revolución Mexicana estalla, entre otras cosas, buscando que la tierra fuera repartida; pero después de la Revolución eso no sucedió del todo en Chihuahua, porque fue repartida entre unos cuantos, pero para crear nuevos latifundios.

RME: Sí, para que te des una idea, el bosque de Chihuahua estuvo monopolizado primero por una empresa canadiense, luego fue traspasado a un capitalista local -Eloy Vallina García- a través de una empresa llamada Bosques de Chihuahua; sólo esta propiedad tenía más de un millón de hectáreas obtenidas mediante decreto presidencial durante la década de los 50. La empresa entonces despojó a los habitantes que por años habían vivido ahí, entre ellos a los de las comunidades indígenas pimas, quienes fueron despojados de sus tierras violentamente, con lo que se generaron condiciones para un levantamiento armado inminente.

JEL: Este acontecimiento está lleno de detalles que no conocemos, incluso mitos alrededor de él…

RME: Sí, son básicamente tres mitos de los que yo hablo en esta historia que es importante para todo México, no sólo para Chihuahua. El primero: pensar que lo que pasó en Madera fue debido a una guerrilla, a un levantamiento local. Eso es mentira, fue un movimiento integrado por profesores normalistas, campesinos, intelectuales, maestros, estudiantes y obreros que idearon un proyecto anticapitalista; no era una rebelión local contra el cacique, sino una contra el sistema capitalista. Estos jóvenes decidieron enfrentar al capitalismo, lo estudiaron, lo entendieron y crearon unos cuadernos teóricos para fundamentar su lucha social, su base teórica. Pasaron del movimiento campesino a una red nacional, a una gran confabulación para luchar por un mundo mejor; estaba lleno de romanticismo, eso explica que un grupo de jóvenes de alrededor de 20 años lo encabezara, entre ellos había una célula de mujeres -Rosa Luxemburgo-. Esta red nacional estaba muy vinculada al normalismo rural de la época, estudiantes y profesores normalistas participaron activamente, su líder era Arturo Gámiz, cuya familia tenía una amplia participación en la lucha social: su hermano murió ahí, otros dos hermanos fallecieron al lado de Lucio Cabañas, las hermanas fueron secuestradas durante la guerrilla de Genaro Vázquez…

 

JEL: Nos decías que te interesa desmitificar tres aspectos, ¿cuál es segundo de ellos?

RME: El segundo mito es afirmar que los jóvenes que participaron en el asalto al cuartel de Madera se equivocaron, que estaban influidos por la revolución cubana y se lanzaron de manera muy apresurada. Mentira, no se equivocaron. Yo creo que fueron muy previsores. En 1965 se levantaron contra un sistema que les había cerrado todas las puertas, porque al principio lucharon de manera pacífica; los dirigentes campesinos habían acudido a la vías legales para normalizar su situación de despojo, salieron a las calles, hablaron con el gobernador y con el presidente de la república, agotaron todas las vías de participación política de este país y fueron despojados, maltratados, vejados, torturados, desaparecidos, asesinados… lo intentaron todo. La vía armada no fue una elección, ellos no eligieron de primera intención la guerrilla ni morir, pero fue la última salida; lo que ellos dijeron en 1965 toda una generación lo gritó en 1968; ellos se adelantaron, pues la única vía que les dejaron era la armada, porque el partido de Estado, el PRI, había agotado toda la participación política. No se equivocaron, se adelantaron; tan es así que después del 2 de octubre del 68 prosperaron todos los movimientos armados.

 

JEL: Cuál sería el tercer aspecto que habría que desmitificar?

RME: Su causa no murió: sigue viva. Ellos no son algo del pasado; han seguido nutriendo, han inspirado, su causa sigue viva, no estamos hablando de un museo. Estamos hablando de algo mucho más importante, de nuestra propia identidad, de la esperanza de soñar, pensar en un mundo mejor.

 

JEL: Decías que hubo dos grupos de los que hablas en tu trilogía. Con respecto al primero, el del asalto al cuartel de madera, ¿qué fue lo que pasó?

RME: Este primer grupo fue encabezado por Aturo Gámiz; el 23 de septiembre de 1965, un grupo de estudiantes, maestros y campesinos se levantan contra el gobierno tras tener más de un año en la guerrilla, operando en la sierra con golpes muy exitosos -habían dinamitado algunos puentes de la compañía y asaltado un cuartel de la policía rural-, éste fue el único fracaso fatídico, en él participaron 13 personas de las cuales murieron 8. En 1965 había un ejército todavía muy improvisado, por eso fueron sorprendidos por este grupo de guerrilleros muy fogueados, que conocían muy bien la sierra. Las acciones previas habían sido ocultadas por la prensa y el gobierno, por eso, para romper el cerco mediático y que fueran escuchados y visibilizados a nivel nacional, decidieron tomar un cuartel militar; se entrenaron y se reunieron en la Ciudad de México alrededor de unas 60 personas y ahí decidieron pegarle a Chihuahua, porque tenían conocimiento del terreno y porque ahí tenían el respaldo campesino. Ese 23 de septiembre ocurrió una serie de circunstancias adversas, como el hecho de que no lograran juntarse todos y que el equipo que traía todo el armamento no llegó a la cita pactada hizo que sólo se reunieran 13 de los 60.

 

JEL: ¿Los 13 eran sólo de Chihuahua o provenían de otros lugares? ¿Qué pretendían concretamente?

RME: No sólo de Chihuahua, había integrantes de otros lugares. Por ejemplo, la familia de Arturo Gámiz era de Durango, otros más eran de Sonora. Pretendían tomar el cuartel, dar un mensaje por radio para que el movimiento fuera conocido nacionalmente, asaltar un banco e irse de regreso a la sierra para resguardarse. Se juntaron finalmente 13, un grupo de jóvenes cuya edad fluctuaba entre los 18 y 23 años (sólo uno tenía 40 años, Pablo Gómez, maestro normalista y médico). No contaban con que los habían delatado, un pelotón de soldados les cayó por la espalda y se vieron entre dos fuegos, una verdadera hecatombe de balas. Ahí murieron 8, pero se salvaron 5.

 

JEL: ¿Cómo reaccionaron en las comunidades aledañas?

RME: El movimiento se sofocó, porque inmediatamente después el ejército emprendió acciones represivas contra la población. Actualmente se sigue documentando cómo los militares tomaron todas las familias, todas las casas, las comunidades; todos sufrieron un embate violento y terrible. De ese primer grupo hubo 5 sobrevivientes muy heroicos, como Ramón Mendoza, un campesino muy buen tirador que tenía la encomienda de dispararle a un foco para iniciar el ataque. Arturo Gámiz era el líder político y Salomón Gaytán era el líder militar, Ramón Mendoza estaba en medio de los dos, quiebra el foco. En eso les cae un grupo de 120 soldados tirándoles por la espalda y otros 60 disparándoles de frente, los agarran cerca de las vías del tren. Arturo Gámiz muere ahí con una dinamita en la mano, Salomón también muere acribillado al recibir una dinamita que lo parte en dos, Ramón ve lo que sucede y providencialmente pasa una máquina del tren, corre al lado de la máquina cubriéndose de las balas, el maquinista le ayuda, brinca la máquina y huye hacia la sierra.

 

JEL: Después del ataque al cuartel, qué pasa con los que sobrevivieron…

RME: Con ellos surge un segundo grupo, que retomará la lucha unos años después. De los 5 sobrevivientes sólo 3 estuvieron en el frente de batalla, los otros dos eran muy jóvenes y permanecieron al margen. Esos 3 sobrevivientes se reagrupan en la Ciudad de México y deciden continuar con la lucha. Óscar González Eguiarte encabeza la célula de los sobrevivientes que decide continuar en la región norte del país, en la sierra de Chihuahua, el segundo grupo, y ahí inicia Retorno inasible, la novela que resultó premiada.

 

JEL: ¿Cómo haces para rescatar los datos que nutren tu trilogía?¿A qué fuentes recurres?

RME: Recurrí primordialmente a fuentes primarias, porque aún hay sobrevivientes; a Jaime García Chávez, uno de los sobrevivientes, el ideólogo, el que reclutaba… por un lado están los sobrevivientes porque es un acontecimiento reciente, estamos hablando de 1968, tres años después de lo acontecido en el cuartel de Madera. Tengo, además acceso al Archivo de Carlos Montemayor, quien dejó sus archivos y documentos a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez; hice trabajo de investigación en el Archivo General de la Nación, hice entrevistas, trabajo en hemerotecas… tengo, por ejemplo, el documento del reporte oficial que hizo el ejército sobre los acontecimientos.

 

JEL: Después de contrastar las fuentes, hiciste el relato de lo acontecido en 1968. ¿Qué fue lo que ocurrió?

RME: La novela lleva por título Retorno inasible, el título lo dice todo, era imposible, la sierra estaba militarizada. Sólo 6 jóvenes pueden volverse a articular para continuar con la lucha guerrillera, entre ellos estaban los 3 sobrevivientes del primer grupo entre los que estaba Lupito Scobell Gaytán -cuyo hermano, Toño, murió en el primer asalto-; el grupo lo comandaba Óscar González Eguiarte, un joven intelectual, estudiante de economía de la UNAM muy brillante. En este segundo grupo también estaban José Luis Guzmán y Juan Antonio Gaytán -tío de Lupito-; los otros dos fueron Carlos Armendáriz y Arturo Borboa -un joven rarámuri-. Participaron muchos en este movimiento nacional, pero sólo ellos tuvieron las agallas, la condición física y el temple para continuar la lucha guerrillera.

 

JEL: Ellos eran conscientes de que tenían más posibilidades de perder que de ganar, eran sólo 6 contra todos los militares. ¿Cuál crees que haya sido su objetivo, su motivación principal?

RME: Ellos heredaron la responsabilidad, no podían cargar con ella; estuvieron con el primer grupo, vieron morir a sus compañeros y tenían qué continuar; creo que hasta cierto punto les dolía haber salido vivos del primer asalto, llevaban la muerte a su lado. Tenían que morir ahí, era una responsabilidad ineludible.

 

JEL: ¿Qué pasó con este segundo grupo en 1968?

RME: Seguían siendo anticapitalistas, veían que había condiciones sociales, económicas, políticas, históricas y estructurales para una revolución; pensaban que iban a ser el foco de un movimiento revolucionario, lo creyeron y dieron la vida por ello. El mes de agosto de 1968 hay un enfrentamiento y muere Carlos Armendáriz; del 9 al 11 de septiembre hay un segundo enfrentamiento, los atrapan en Tesopaco, un pueblo de Sonora, el ejército los atrapa, los tortura los fusila y los entierra en una fosa común. A estos jóvenes también los invisibilizó la historia, en esos días estaba el movimiento estudiantil en su auge, en la Ciudad de México; si hablamos de la historia del movimiento social en México en ese momento se lo come todo la lucha estudiantil, era el prolegómeno del 2 de octubre, estos 6 muchachos tuvieron la desgracia de que se los tragó la historia, su muerte pasó desapercibida en el país.

 

JEL: Estos 6 jóvenes le estaba dando continuidad al asalto del cuartel de Madera de 1965. ¿Qué pasó antes de su muerte? ¿Qué acciones realizaron?

RME: Quemaron un aserradero, ajusticiaron a un cacique de la región, derribaron un helicóptero del ejército; entonces el ejército conjuntó las dos zonas militares, la de Chihuahua y la de Sonora… había 5 mil soldados persiguiéndolos hasta que los encontraron.

 

JEL: Y ahí mismo, en Tesopaco, los mataron, los enterraron en una fosa común ¿y ahí siguen?

RME: Sí, ahí siguen, la historia está llena de romanticismo y la novela está llena de pasión; imagínate, llega hasta allá, a Tesopaco, el papá de Óscar González Eguiarte. El papá es un empresario chihuahuense, sabe que su hijo está en la sierra, toma una avioneta porque sabe que seguramente ya lo atraparon o lo mataron luchando por su ideales. Cuando llega se encuentra con la noticia de que los acaban de matar; que el día anterior a su llegada los habían matado y sepultado, que delante de toda la gente los arrastraron con un jeep por las calles, atados de unas sogas hasta llegar al panteón, en donde los fusilan y ahí mismo los entierran. El papá llega con un salvoconducto, pide que se exhumen los cadáveres para reconocer a su hijo, los sacan, reconoce a su hijo y… lo demás lo cuento en el final de la novela.

 

JEL: Ahora que te confirmaron que tu novela ha sido ganadora del Premio Bellas Artes de Crónica Literaria Carlos Montemayor 2023, cuáles son tus impresiones, tus conclusiones…

RME: Me dieron la noticia cuando venía en camino a Zacatecas. Me sorprendió mucho. Este género es muy difícil, estoy en los intersticios entre la historia y la literatura, tiene mucha investigación, pero tiene un toque poético. Me interesan los datos duros, pero también me interesa la subjetividad, estar con los personajes, caminar y platicar con ellos… qué dialogaban, qué sentían. Su causa era muy noble, ellos estaban luchando por un mundo menos desalentador; pienso que mucho de lo que pasó después, muchos de los movimientos sociales están inspirados en lo que ellos hicieron, como la Liga Comunista 23 de Septiembre, lo de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, las Fuerzas de Liberación Nacional -que tienen su origen en 1969 y que va a desembocar en el EZLN- se inspiraron en lo que estos jóvenes hicieron en esa época. Uno de los integrantes de las Fuerzas de Liberación Nacional, Mario, estuvo en la sierra con ellos y sobre eso trata la tercera parte de la trilogía. Quiero pensar que su muerte no fue inútil, que les debemos mucho, incluso, en el proceso de democratización posterior; porque tuvieron tanta energía e hicieron lo que hicieron con tanta pasión que todavía están con nosotros. Quiero agradecer por el premio a nombre de ellos, como si yo fuera parte de ellos, porque se merecen que volteemos a verlos, ahí están, aquí siguen: jóvenes hombres y mujeres que murieron por tener un mundo mejor.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra584

 

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -