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viernes, 3 mayo, 2024
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Ya van muchas, Peña…

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

  • Inercia

Se le olvidó a Enrique que una de sus prioridades como Presidente de la República sería la Seguridad Social? Seguramente, preocupado por los intereses económicos de empresas privadas tanto nacionales como extranjeras, olvidó que la economía de un país estable requiere del bienestar común, donde uno de los factores determinantes es la seguridad.

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Después de la guerra contra el narco del sexenio pasado, quizá nadie auguraba un paisaje con mayor desolación… Por infortunio existe un fenómeno con efecto bola de nieve, en el que de menor a mayor, se han estado sucediendo una serie de catástrofes sociales de muy parecida índole y que por ahora tiene como ápice la desaparición de 43 estudiantes guerrerenses.

La violencia, la injusticia y la corrupción en este país están alcanzando un nivel que parece desbordarse. Se le ha olvidado a nuestro presidente que ya llevamos muchas, en poco tiempo. El ambiente ahora es de tensión total, es una bomba de tiempo. Estamos hartos.

 

Normalistas normales

Es sintomático que los estudiantes del país estén siendo el blanco de la represión. Los estudiantes son el principal motor vital del pensamiento; hay en ellos todavía la luz de los ideales, la claridad de la inteligencia y el valor de la juventud.

Aquel día que jóvenes de la Universidad Iberoamericana abochornaron al candidato del PRI, proclamando el movimiento #YoSoy132, dio la premisa de un país en cuyas escuelas está el germen de la revolución y a la vez el enemigo número uno del gobierno por antonomasia. No en vano se ha proclamado una reforma educativa que tiene como objetivo principal privatizar la educación, perjudicando a aquellos que estudian en instituciones públicas, es decir, negando de forma indirecta el derecho a la educación al groso de la población.

Si sumamos a esta problemática que la pobreza del país (generada en beneficios de los intereses particulares de unos cuantos en el poder) orilla a muchos, siendo aún niños, a las filas del crimen organizado, tenemos ante nosotros un panorama que propicia la violencia y perjudica el desarrollo educativo de los mexicanos.

En este contexto es que se puede explicar lo sucedido a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Las escuelas normales son las que en mayor miseria se encuentran. No son escuelas privadas, no hay en sus filas jóvenes que pertenezcan siquiera a la clase media del país. En sus aulas se encuentran aquellos que no tienen la posibilidad de costearse otro tipo de carrera universitaria. Sus instalaciones, en general, tienen lo mínimo básico para ofrecer a los estudiantes en su formación; de ahí que cada que se manifiestan sus demandas son similares y muy básicas: becas, inmuebles, plazas… Lo mínimo que cualquier estudiante puede pedir.

Debemos cuestionar aún nuestro papel como sociedad ante hechos como éste, pues si la sociedad expresa malestar y hostilidad cada que hay una marcha que jóvenes normalistas realizan contra el gobierno para exigirle hacer su trabajo ¿no es la sociedad también responsable del escarmiento que el gobierno (o quien sea) aplique contra los normalistas? Ahora podemos ver que, en este país, hay sólo dos bandos: el del gobierno y el de nosotros, el pueblo. No nos equivoquemos de lado.

 

El pueblo unido…

Al inicio del gobierno de Enrique, fueron los maestros de la CNTE, luego las autodefensas en Michoacán, ahora estudiantes normalistas acribillados… Todos grupos disidentes de las políticas corruptas y de una evidente inseguridad nacional.

El futuro se augura negro y eso sólo para aquellos que tienen la fuerza para vislumbrarlo. No se trata ya de una cuestión de partidos políticos en choque, ni de eventos aislados. Es evidente que estamos en una guerra contra la injusticia, de la que sólo podremos salir bien librados haciendo uso del mejor recurso que tenemos: la unidad.

En un momento histórico, que incluso sea sin precedentes, escuelas de todo el país se han hermanado en solidaridad con el caso de los estudiantes de Ayotzinapa; con paros generales y marchas multitudinarias se exige la aparición con vida de los 43 jóvenes. Paradójicamente, Peña Nieto aparece después  de más de 30 días, con una voz diplomática que ya es por demás ofensiva, para firmar un acuerdo en el que se compromete a trabajar más en la búsqueda. Y por si éste no fuera un acto por demás risible, “logran encontrar” a los alcaldes de Ayotzinapa que dieron la orden de ataque contra los estudiantes en un montaje tan barato como cualquier melodrama de televisión.

Hay que tener la sangre demasiado fría y la cabeza demasiado en otra parte para evitar indignarse ante tantos y tan terribles sucesos; hay que tener mucha más conciencia para ubicarnos y darnos cuenta que como sociedad civil tenemos un enemigo común, que se tienen que tomar las calles y manifestar la inconformidad.

Todos desde nuestras trincheras tenemos que mostrar el descontento y expresarlo. Hay que escribir y transmitir ideas, hay que hablar y escuchar, hay que entender al pueblo y empatizar con él y su dolor. Tristemente tenemos que admitir que no sólo han desaparecido 43, son miles más y si no hacemos algo… desapareceremos todos. ■

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