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martes, 21 mayo, 2024
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¿Y el compromiso social?

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

  • Inercia

Unas preguntas que siempre me hacen entrar en conflicto son para qué sirve leer, para qué dedicarse a la literatura. Cuando más joven eludía una respuesta o contestaba cosas como que el quehacer literario es el entendimiento de la humanidad y el pilar de la cultura, cosas que ahora entiendo como parcialmente ciertas.

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Nuestra sociedad, inmersa en el consumismo y con un amplio sentido de practicidad, se interesa ante todo por la productividad y relaciona a ésta con conceptos como éxito o felicidad. Así, los que nos dedicamos al campo de las humanidades somos vistos como meros hippies o simples fracasados.

Y ante esta realidad lo somos porque, si no nos ganamos la lotería o un lote donde exista un pozo de petróleo, nunca seremos millonarios. Pero no es nuestro ideal de vida. Me parece que, aunque no todos, la mayoría de los verdaderos humanistas queremos cambiar un poco el mundo; cada quien con sus herramientas, a su modo lo hace.

 

Una estética de la ética

Mijail Bajtin, en sus teorizaciones sobre la creación literaria, dice que una obra de arte nunca es independiente de su contexto social e histórico, por lo tanto, en la obra se puede entender mucho de la ideología en la que fue producida. Desde luego hay quienes se sitúan en el extremo inmanentista, donde la obra sólo tiene valor por sí misma.

En lo personal, considero que el arte y en particular la literatura puede ser apreciada inmanentemente en determinados momentos socio-históricos, me refiero a esas épocas de aparente paz y estabilidad socio-económicas. Y, por el contrario, responder de forma sociológica ante periodos de crisis. Y en gran medida así es; nadie puede negar la terrible tristeza que se desprende del simbolismo francés previo a la primera guerra mundial, o el existencialismo anterior a la segunda, el tremendo dolor de los poetas de la generación española del 27 antes y durante el franquismo, o la decepción de la que hablan las novelas de la Revolución mexicana. Actualmente hay un auge en los temas sobre la violencia y las nuevas tecnologías.

En su famoso ensayo Épica y novela, Bajtin explica que el género novelesco representa al presente imperfecto, es decir, este tiempo en el que vivimos, un tiempo donde somos imperfectos e inacabados. Ya no se escribe sobre las grandes hazañas, sino sobre los fracasos. De igual forma, el que lee no puede evitar leerse en esas páginas, no se puede evadir la sensación de incomodidad. Me parece que, hoy en día, si para algo “tiene que servir” la literatura es para incomodar. Y el que lee tiene que verse en la incomodidad de enfrentar esa incómoda situación en soledad y luego ante el mundo, porque ¿quién puede salir intacto después de leer, por ejemplo El extranjero, de Albert Camus o El Apando de José Revueltas, y enfrentar al mundo como si nada?

 

Educación de a deveras

En los ocho años que llevo estudiando en la academia, y con los tres más de experiencia laboral como docente universitario, puedo decir que, una de las deficiencias de la educación en nuestro estado radica precisamente en que los que están al frente, así como gran parte de los subordinados, no tienen idea de por qué hacen a lo que se dedican ni para qué sirve, quizá no se lo preguntan, ni entran en conflicto con tales cuestionamientos. He ahí como resultado de eso una huelga que parece nunca llegará a una solución favorable.

Cierto es que los problemas económicos apuntan a personas en concreto, sin embargo ¿una vez solucionada la deuda volverán los maestros a sus aulas a ver en el alumno a un subordinado? ¿las clases serán horas en las que tanto alumno como maestro evadan la infértil realidad económica, laboral y política? ¿Habrá una verdadera educación en conciencia social, en valores, en humanismo? ¿o se trata sólo de solucionar el problema monetario económico de un sector? De ser afirmativas las respuestas a estas pregunta serán inevitables una y mil huelgas más.

Sin un  sentido de compromiso social, sin una idea de pedagogía crítica, sin un afán de cambiar al mundo la inercia nos rebasará. Creo que leer, la literatura y el arte en general nos incomodará hasta que logre comprometernos socialmente con nuestro presente, y esa es la mejor ganancia, el mejor conocimiento que podemos verdaderamente ofrecer. ■

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