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sábado, 18 mayo, 2024
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La universidad pública y la estrechez de miras

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Por: CARLOS ALBERTO ARELLANO-ESPARZA •

■ Zona de Naufragios

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La Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) ocupa buena parte de los reflectores dada la grave problemática que atraviesa y las consecuentes afectaciones que a su vez ésta provoca. Como ha sido señalado reiteradamente en estas y otras páginas, la actual situación de la UAZ es producto tanto de la irresponsabilidad administrativa (una situación específica) como lo es de una tendencia ideológica (de índole más abstracta) que se refleja en el asalto a la educación pública, marginalizándola, cuestionando su viabilidad y poniendo en entredicho su razón de ser (no es coincidencia el gradual y constante aumento en la matrícula de las instituciones privadas –patitos  o no– de las últimas décadas).

Con lo anterior, el rol social de la universidad, que pasa desde la obvia educación formal hasta el de ser contrapeso de los poderes establecidos y semillero de la deseable disidencia de las ideas, se encuentra bajo una amenaza muy clara. No olvidemos que las mentes más lúcidas de este país y los aportes más conspicuos a la ciencia, la investigación y la política han sido producto de la universidad pública.

Sin serlo en sentido estricto, soy universitario por raza y crianza, por elección personal y por convicción. Defiendo y critico a la universidad (tanto en abstracto como en concreto) por igual: me dio vida y noción de existencia, me dotó de herramientas y visión crítica que con otro tipo de formación jamás hubiese podido siquiera atisbar; me repugna que sea tan propensa a la intriga interna, a la intestina y miserable lucha por los dineros y tan señaladamente complaciente con miembros de su planta académica, vividores de escaso mérito, impostores que manchan y dañan profesión, instituciones y educandos por igual.

Así pues no extraña, en un país en el que cada vez hay menos cosas que lo hagan (aunque no por eso deban dejar de ser puntualmente señaladas), que sea el presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado quien haya emitido tan funestas opiniones respecto a su percepción de los problemas de la UAZ. En esencia, el senador (!) Alejandro Tello (del estado de Zacatecas) habló de racionalidad y austeridad de la peor forma posible: ¿cómo? Cancelando opciones educativas y reduciendo el gasto corriente de la planta académica.

El senador (!) no demuestra un ápice de sensibilidad social, mucho menos compromiso con una causa que, hipotéticamente, ocupando la curul que ocupa, presidiendo la comisión que preside, viniendo de donde viene y habiendo egresado de donde lo hizo, uno adivinaría como connaturales a la causa, su causa; evidenciando además poco tacto político (después de todo el personaje de marras aspira a la gubernatura) y un desconocimiento si no pleno, sí palmario de lo que representa socialmente la universidad.

El contexto de tal opinión quizá haya sido, en efecto, otro. No lo es su idiosincrasia ni la opinión que dijo tener de la problemática universitaria. Esa es una opinión predominante, reflejo de las soluciones que la clase política considera viables y además intrínsecamente deseables: ya se sabe, para ellos es más o menos lo mismo una quita de 100 pesos (de una descomunal dieta miles de veces superior) al cierre de escuelas o cancelación de proyectos: si ya se hizo antes, por qué no hacerlo ahora, es el irresponsable razonamiento.

Poco queda de mecanismos de movilidad social en este país y la educación superior pública es uno de ellos. ¿O qué alternativa tendrían aquellos cuyas escasas opciones les son canceladas por esta perspectiva, efectivamente y a confesión de parte, retrograda (y encima centavera): entregarse a la molicie, a la benevolencia del mercado y las mieles de la pujante economía informal o de la clase política y sus dádivas, quizá al anhelante abrazo del crimen organizado?

Lo que esto refleja es la mirada simplona de alguien que entiende que los asuntos sociales y las causas de Estado se administran como un negocio particular (digamos, una mercería). La desdibujada perspectiva corta del administrador que cuida los centavos y descuida los pesos. Esta concepción ilustra la crucial diferencia entre una visión de estadista y una visión, digamos, de un funcionario menor con, además, poca imaginación.

Se trata de robustecer lo existente, no minar lo que la rapacidad de algunos ha ido dejando en el camino. La UAZ tiene problemas, muy serios la mayoría de ellos, tanto de índole administrativa como financiera y, lo más lamentable, académicos, su razón última de ser.

La huelga no debe pasarse por alto, obedece al incumplimiento en la seguridad social, uno de tantos derechos que irónica cuanto hipotéticamente, son bastión de los legisladores de este país. Es decir, la omnipresente vulneración de derechos humanos, sociales y laborales de generaciones pasadas, presentes y futuras por todos los frentes.

Es claro que la situación de los dineros es delicada, que ni estos son infinitos y que mucho menos pueden ser usados discrecionalmente, de ahí a convertirlos en el eje orientador de la toma de decisiones implica renunciar a una concepción amplia de cumplimiento de derechos y formación de futuro. Soluciones las hay y se han planteado desde varias aristas. Voluntad y capacidad de entendimiento para explorarlas, ése es otro asunto. ■

 

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